¡Objetivo compartido, realidades diferentes!

Reproducimos la intervención de Antoni Infante (Plataforma por el Derecho a Decidir) en la Universidad Catalana de Verano (UCE), el pasado 21 de agosto

Bajo el título “Cómo articulamos la construcción de los Países Catalanes en el contexto de cada territorio” la ANC organizó un debate en la 51ª edición de la UCE. Desde el País Valenciano y en representación de la Plataforma por el Derecho a Decidir, realicé mi intervención sobre cuatro ejes:

1ª – Revertir el marco cognitivo que ha convertido los PPCC en una simple extensión de Cataluña.

2ª – Explicar nuestras singularidades.

3ª – Construir un proyecto ilusionante de País Valenciano.

4ª – El concepto de factibilidad. Decir menos, hacer más.

1ª – Revertir el marco cognitivo que ha convertido los PPCC en una simple extensión de Cataluña.

Desde el País Valenciano (PV) hace más de 50 años que en espacios como éste de la UCE vamos contando que la botella de la realidad nacional de los Países Catalanes (PPCC) está medio llena. Reiteramos una y otra vez la catalanidad del PV. Nos basamos en la lengua y cultura, en la historia común, en los vínculos socioeconómicos, en la lucha común y en el hecho de compartir el mismo enemigo… pero no parece que avancemos mucho. Si Joan Fuster recogió el nombre de Países Catalanes, en plural, haciendo referencia a lo que nos une, pero también a nuestras singularidades, nosotros, especialmente desde los años 80, hemos simplificado tanto su definición que hemos ayudado al Estado a construir un marco conceptual que, cuando la gente escucha PPCC, sólo entiende expansionismo catalán. George Lakoff ya nos enseñó que los valores morales pesan más que cualquier tema concreto y Frank Luntz nos recuerda que lo importante no es qué dices, sino lo que la gente entiende.

En el PV, el Estado y sus medios, además de muchas estrategias desnacionalizadoras similares o idénticas a las empleadas en Cataluña y las Islas Baleares y Pitiusas, han logrado resignificar para la mayoría el concepto de PPCC y convertirlo en algo peyorativo, negativo, ajeno y enemigo. La respuesta mayoritaria por parte de los defensores/as del concepto ha sido la mayoría de las veces simple y reactiva, aceptando el marco conceptual impuesto, siendo incapaces de ofrecerlo al conjunto de la sociedad como un proyecto ilusionante, cayendo una vez y otra en la traba de la problematización. Hoy el concepto es no sólo minoritario: es marginal. Es tan marginal que, incluso, está arrastrando otro concepto que nos es vital, si queremos tener alguna posibilidad de revertir la situación a medio plazo: el concepto de PV.

Lejos de tratar de revertir este marco cognitivo, hace décadas que vamos aplaudiendo entre nosotros cada afirmación de catalanidad en nuestros espacios de confort en que estos postulados suenan como la verdad revelada, pero cada vez más alejada de la realidad social. Pero eso me parece que no pasa sólo en el PV. Josep Barberà, presidente de Esquerra Republicana del País Valenciano (ERPV), el 17 de julio escribió en El Nacional.Cat: “Ahora mismo hay, es cierto, más independentistas que nunca en Cataluña; pero, también, el porcentaje de independentistas fusterianos ha caído en picado y los mapas de los Países Catalanes en las webs de asociaciones soberanistas no dejan de ser una reminiscencia romántica”.

Mientras seguimos envueltos en un concepto que se nos ha vuelto contra nosotros, a nuestro alrededor van pasando cosas de gran importancia social. En las últimas décadas hemos vivido varias revoluciones o cambios en profundidad que han modificado las condiciones sociales y técnicas de la comunicación y la intervención política: La involución neoliberal, la revolución digital, la Tv por cable, el desarrollo de internet, la eclosión de las redes sociales, las fake news…

Debemos tener en cuenta todos estos cambios y cómo afectan a la vida y la percepción de las personas, si no queremos intentar construir la República Confederal los PPCC del siglo XXI con herramientas políticas y conceptuales del siglo XX. Pero también hemos tenido la revolución democrática e independentista en Cataluña. Una revolución que, entre otras muchas cuestiones, ha dejado claro que no sólo llevamos ritmos políticos propios, sino que somos sujetos políticos diferenciados. Verbalizar estas diferencias son el primer paso para poder construir un futuro compartido.

Esto significa que no podemos seguir actuando como si los PPCC fueron la realidad desde la que partimos, sino que más bien son un objetivo al que llegar. Si Cataluña ha avanzado hacia su independencia, no ha sido por enarbolar constantemente la bandera de los PPCC, sino por ofrecer como proyecto la República Catalana, plena de contenido social. Creemos que al menos desde el PV debemos hacer lo mismo: un proyecto del PV, desde el PV y desde la globalidad del PV, con sus 34 comarcas y sus 5 millones de habitantes.

2ª – Explicar nuestras singularidades.

El PV no ha sido nunca una simple extensión de Cataluña. Es cierto que el prestigio del catalán como lengua de la élite fue capaz de homogeneizar la avalancha de las olas repobladores y que, desde este punto de vista, podemos afirmar la catalanidad del país, pero el modelo social acabaría imponiendo unas singularidades que hoy es absurdo esconder, cuando, además, bien gestionadas, podrían ser muy enriquecedoras.

Siguiendo al historiador y catedrático Antoni Furió, podemos decir que la complejidad de la conquista, con un conflicto de más de 100 años entre la corona de la casa de Barcelona y la nobleza aragonesa, dio lugar a un reino valenciano cultural y lingüísticamente catalán y socialmente híbrido, con una mayor preeminencia del régimen feudal y del poder nobiliario. En este modelo está la génesis de buena parte de nuestros problemas lingüísticos y de nuestra singularidad. Una mayor escisión de las clases sociales, que haría que la clase dirigente fuera, desde el cuatrocientos, y muy especialmente desde las Germanías, menos fiel a la lengua y cultura propia, a las formas pactistas de hacer y mucho más proclive a la aceptación de las monarquías castellanas primero, del Estado centralista Borbón después y del proceso constitutivo de la España actual desde el siglo XIX.

Además, hace 312 años sufrimos un evento negativo importantísimo y cualitativamente diferente del resto de los PPCC. En el PV, la guerra de sucesión y entre potencias europeas tuvo características de guerra civil y la perdimos como pueblo valenciano. Destacaré tres consecuencias de gran alcance que forman parte de lo que podemos llamar nuestra anomalía nacional: la definitiva escisión nacional, cultural, lingüística, además del modelo social entre la oligarquía y el pueblo; la imposición más prusiana que jacobina del modelo castellano y protoespañol (centralista, militarizado y reaccionario); y la imposibilidad de poder modular en nuestro el capitalismo como sistema económico emergente en el ámbito mundial. Como el capitalismo español es sobre todo extractivo, nuestra economía siempre ha sido diseñada desde el Estado/capitales, como territorio de donde obtener trasvases de rentas.

El profesor Josep Fontana en su libro “La formación de una identidad, una historia de Cataluña” nos explicó la raíz primordial de lo que constituye un pueblo. Argumentos similares utiliza el historiador Vicent Baydal referidos al PV en su libro “Los Valencianos, ¿desde cuándo son valencianos?

El mismo Fontana, y otros historiadores como Jaume Vicens, nos hablan sobre la diferencia de desarrollo político entre los diversos componentes de la Corona de Aragón y cómo la unidad lingüística y cultural con Valencia no se correspondía tampoco con un grado equivalente de similitud respecto al progreso político en el Principado.

Haciendo un gran salto en el tiempo, podemos comprobar cómo, con políticas estatales muy similares, los efectos de su aplicación continúan generando particularismos. Un dato que lo refleja bastante bien: el PIB en 2018 de los diversos territorios: Cataluña 30.769€, las Islas 26.764€ y el PV 22.659€.

Por lo que respecta a la situación de la lengua, podemos decir que en estos 50 años el valenciano, como el resto del catalán ha sido despenalizado, pero nosotros no hemos disfrutado de ninguna ley de normalización lingüística. Ahora sigue retrocediendo en número de hablantes y sobre todo en el uso doméstico de la lengua. Hemos pasado del 61% de hablantes en 95 al 50%. Y el retroceso del uso casero cayó durante el mismo período en 20 puntos… después de 35 años de la LUEV, sólo un 30% del estudiante preuniversitario estudia en valenciano … Afortunadamente, en el mundo cultural se mantiene vigente el unitarismo de todo el ámbito lingüístico como única posibilidad de continuar cultivando cualquier disciplina cultural más allá del provincianismo de una cultura sometida

3ª. Construir un proyecto ilusionante de PV.

Nosotros vamos trabajando desde 2013 con una serie de ideas que creemos que pueden ayudar a ir construyendo un imaginario colectivo del PV como sujeto político que sea ilusionante y que ayude a potenciar el orgullo de ser valenciano/a:

– Una verdadera ley de los derechos lingüísticos.

– Potenciando la sociedad civil.

– Asumir la realidad política, social y psicológica de nuestro pueblo y dejar progresivamente de operar sólo desde la ideología. Asumir esa realidad para poder operar sobre esta.

– Asumir el PV en su totalidad y diferenciación . Qué es el PV y la totalidad de sus 5 millones de habitantes que tienen que decidir en cada momento qué somos y qué queremos ser. También tenemos que decidir cómo relacionarnos con el Estado español y con Cataluña y las Islas Baleares y Pitiusas.

– Trabajar y desarrollar iniciativas como la Crida por la financiación y poder acabar con la infrafinanciación, deuda, expolio fiscal y social y poder desarrollar un nuevo modelo económico, social y territorial. Avanzar hacia la soberanía alimentaria, hídrica y energética del PV.

– Trabajar para avanzar en los derechos de las personas y los colectivos, profundizando el modelo de democracia hacia una más participaba.

– Potenciar la cultura de la responsabilidad y de la fidelidad al PV.

Desde el Derecho a Decidir y la radicalidad democrática se puede construir un potente movimiento de intervención popular basado en los valores, republicanos, antifascistas y solidarios, y en la defensa de los derechos sociales, civiles y políticos y los derechos nacionales del País Valenciano.

4ª – El concepto de factibilidad. Decir menos, hacer más.

Encuentro muy sugerente para nuestro caso, el concepto de factibilidad del historiador, filósofo y teólogo Enrique Dussel. Se trata primero de evaluar el grado de factibilidad de un proyecto y posteriormente dotarnos de un plan, de una estrategia con posibilidades de éxito. En cuanto al PV, no soy capaz de ver ninguna factibilidad del proyecto de los PPCC, si no es a partir del mismo empoderamiento social, político, económico y psicológico del PV. Obviar esta etapa previa no sólo está condenado a no ser factible, sino que es claramente una quimera.

El resultado de la confrontación con el Estado, el movimiento blavero-fascista, las proclamas excesivamente vanguardistas, el simplismo, las renuncias, algunas intervenciones políticas principatinas y un largo etc, nos han llevado a una situación donde el concepto de PPCC, en el PV, no suma. ¿Hay que renunciar, pues, a los PPCC? Evidentemente que no, pero, tomado el título de un libro del gran estratega de la revolución soviética Lenin, creo que hay que hacer dos pasos atrás para poder dar un paso adelante: hablar menos de PPCC, hacer más a favor de la interrelación de los territorios y hacer más PV.

Respecto a hacer más, creo que podríamos trabajar en varias líneas de intervención que seguramente darían resultado a medio plazo.

  1. Continuar trabajando los lazos lingüísticos y culturales. Conseguir un espacio comunicativo y una industria audiovisual integrada.
  2. Potenciar los vínculos institucionales a partir de la combinación de los municipios de todos los territorios.
  3. Potenciar el turismo cultural interterritorial.
  4. Extender el movimiento de consumo estratégico al conjunto de los territorios.
  5. Potenciar las relaciones de la economía social, cooperativa y del Bien común.
  6. Potenciar las relaciones del movimiento sindical, feminista y ecologista del conjunto.
  7. Potenciar el papel de la CES como motor de estas iniciativas.

UCE. Prades, 21 de agosto de 2019.

EL MÓN