Basta de falacias y nombres disfraz

Vivimos engañados… y en una situación de opresión permanente. Y en estas condiciones, escuchamos muy a menudo falsos razonamientos y malas denominaciones que crean confusión. Es, pues, un momento oportuno para que nos esforcemos para aclarar conceptos y nombres.

Hacen falta nombres más claros para cada cosa

Lo primero que conviene hacer, en un análisis de la situación, es la identificación clara de cada uno de los agentes que intervienen. ¿Quién hace qué? Y no ceder a falsas identificaciones o disfraces interesados. Hay que superar la ambigüedad de aquella política que endulza las cosas con denominaciones engañosas que disfrazan la realidad.

En varios artículos recientes (como el de Enric Serra “Partidos de Estado” (1) o mi mismo “El rey declara la guerra”) ya se ha expuesto el papel de los partidos del régimen monárquico transfranquista (que hizo la transición desde el franquismo a la nueva situación con pocos cambios en las estructuras del Estado). Este régimen no debe confundirse con la simple actividad parlamentaria, sino que hay que entender este poder como un conjunto de elementos de dominación, incluyendo el aparato represivo y judicial (continuador del franquismo) y también la parte de las cloacas y de las bandas falangistas y grupos como los del GAL que trabajan para el Estado, desde dentro del Estado mismo. Esta configuración del Estado español incluye también el sistema de partidos dominantes (que hasta hace poco ha sido el bipartidismo identificado por el PP y por el PSOE con sus sucursales: PSC-PSPV-PSI).

Algunos nombres como ejemplos:

Régimen del 78 ➔ Régimen monárquico español.

Nombrar este régimen corrupto y despótico como “Régimen del 78” es un maquillaje excesivo, impropio de cualquier grupo que quiera combatir la dominación. Este régimen es una monarquía estatal española en su esencia, en un sentido continuador del franquismo con unas mismas estructuras nacidas e hinchadas por las oligarquías estatales.

Partidos unionistas, constitucionalistas ➔ Partidos monárquicos españoles.

Los partidos del régimen NO deberían ser llamados “unionistas” ni “constitucionalistas” que es una manera de esconder su función de servir de garantía de continuidad a un régimen injusto y sin apoyo popular en nuestro país. El PSOE (con las sucursales: PSC-PSPV-PSI) es un partido monárquico. Y debe ser conocido así y tratado de una manera adecuada a la función reaccionaria respecto al mantenimiento de las oligarquías en el poder.

Hay, además, organizaciones que se autodenominan también unionistas que son de hecho ‘neofalangistas’, ‘neofranquistas’ y ‘neofascistas’. Aquellos partidos monárquicos (como Ciudadanos, el PP y otros similares, así como sectores importantes del PSOE) que, además de defender el régimen monárquico, defienden el franquismo en diferentes aspectos (evitando su condena o su crítica, por ejemplo) pueden ser calificados propiamente de neofranquistas. Y aquellos otros que impulsan acciones de apoyo a la represión del régimen, incluso por medio de bandas de calle y crean falsos debates con el objetivo de evitar la protesta y el avance de la conciencia política de la población (acciones propias del fascismo) pueden ser llamados propiamente neofascistas o neofalangistas. Es una contradicción muy grave invitar a debates políticos democráticos, a grupos contrarios al intercambio de las ideas, cuando su objetivo es la negación del debate para aplastar el pensamiento libre e impedir incluso el ejercicio de la protesta contra la represión, como hacen las bandas de carácter falangista.

Dentro de esta perspectiva hay que resaltar también que, sectores que no se atreven a enfrentarse a la monarquía (como buena parte de los dirigentes de los Comunes o Podemos) tienen, pues, en la realidad de los hechos, muchos comportamientos filo-monárquicos ya que en los debates políticos defienden a menudo el mantenimiento del régimen vigente ante la amenaza del “enemigo independentista”.

Lo que expongo en este escrito es, pues, que como principio el independentismo debería evitar el uso de términos-disfraz (muy utilizados por los sectores filo-monárquicos), términos como “Régimen del 78”, “partidos unionistas” o “constitucionalistas”, denominaciones que deberían ser sustituidas en lo posible por “Régimen monárquico español”, “partidos monárquicos” o incluso en un buen número de casos, por “partidos neofranquistas, neofascistas, neofalangistas, españolistas etc.” según cada caso y situación. Basta de nombres-disfraz que esconden la realidad de los posicionamientos políticos.

Cinco grandes falacias y media

Las falacias que maneja nuestro enemigo político son de la altura de un campanario. Por eso es importante ponerlas al descubierto tanto como sea posible. La mayoría de falacias parten de querer negar, en diferente medida, la opresión del Estado español, concretamente, del régimen monárquico actual, sobre nuestro pueblo.

Falacia número 1. El independentismo ha dividido la sociedad catalana.

Dicen que las familias catalanas ahora están divididas porque los partidarios del régimen monárquico español sienten cierto malestar (afirmación absurda que presupone que, cuando la voluntad de independencia no se había explicitado de manera mayoritaria, no había nadie que se pudiera sentir tratado injustamente). Quienes defienden esta afirmación falsa son como criaturas malcriadas de esas que, cuando ven que pueden perder en el juego, exclaman sin vergüenza: “¡ahora no vale!”.

Comentario 1: Negacionismo monárquico. Esta falacia se basa en el negacionismo más descarado de la opresión nacional. Quienes defienden esta falacia niegan la existencia de la opresión nacional del pueblo catalán. Comulgan a ciegas con el régimen monárquico actual continuador del franquismo en tantos aspectos.

Falacia número 2. El independentismo es minoritario. Quienes argumentan esta falsedad, se esfuerzan por confundir, entre otras cuestiones, las elecciones en instituciones españolas con la voluntad expresada en un referéndum. El único referéndum que hemos hecho (y en condiciones bien duras) lo hemos ganado por más del 90% de los votos favorables. Las otras votaciones, además de hacerse en un marco de represión, con trampas e inhabilitaciones arbitrarias, no deben confundirse con una decisión ante una pregunta binaria y sin represión ni amenazas tomada en un referéndum como es debido (que es el marco que expresa con limpieza la voluntad popular en casos de autodeterminación).

Comentario 2: Confusión y engaño. Confunden intencionadamente el marco de unas elecciones españolas, realizadas bajo la represión y las amenazas, con un referéndum libre que saben que tienen muchas posibilidades de perder. Y mienten no reconociendo que existe políticamente una mayoría sociopolítica de nuestro movimiento que se ha expresado repetidamente mediante mayorías claras en muy diversos contextos electorales, a pesar del entorno represivo.

Falacia número 3. No tenemos que hacer nada si no somos más. Los sectores que manifiestan esta posición son, de hecho, desmovilizadores que no se atreven a decir lo que algunos manifestaron secretamente tras las actuaciones represivas de 2017, expresando como objetivo político a conseguir: “no tener ningún represaliado ni imputado más”.

Comentario 3: Error político grave. Cuando el enemigo ataca (tanto si somos muchos, como si somos muchos más) es necesario que nuestro movimiento ataque aún con más fuerza, especialmente contra sus puntos flacos más sensibles (como los monopolios abusivos del IBEX-35, y el régimen monárquico como marco político, falto de apoyo democrático, que es el eje que sostiene y justifica al Estado opresor). Hay que combatir y denunciar los abusos con luchas y movilizaciones sin parar, que es lo que todo movimiento ha hecho para alcanzar los objetivos. Y sí que somos bastante numerosos para conseguir una acción continuada y efectiva.

Falacia número 4. Haber reivindicado la independencia ha sido un error. Esto lo dicen los del PSOE-PSC y sectores cercanos de los Comunes y Podemos. La hipótesis de estos sectores filo-monárquicos es que es mejor el régimen actual que cualquier forma de Estado que quiera escapar de esta forma de dominación.

Comentario 4: Falacia monárquica por excelencia. Es pura propaganda monárquica: se trata de una fórmula que llama al conformismo y sirve de apoyo a la represión del Estado, ayudando a encauzar a la gente que haya podido tener miedo de la represión hacia el miserable corral monárquico español. Impresentable (tanto el corral como la falacia que comentamos, carente de toda ética).

Falacia número 5. Hay un “independentismo pragmático” (que sería el que quiere cambiar la unidad independentista por la unidad con los PSOE-PSC y Comunes). Esto es lo que se explica desde diarios como el “Crític” (3), un medio que no para de secretar bilis antiindependentista, complaciendp por completo a sus dueños.

Comentario 5: Falacia sectaria. Con este falso argumento los sectores defensores del régimen monárquico (como marco que querrían mejorar y nunca derribar), aspiran a romper el independentismo para llevarse un pellizco de votos para sus miserables experiencias “renovadoras” del régimen. Sectarismo en estado puro.

* * *

Y estas cinco falacias que hemos descrito todavía tienen derivaciones curiosas como aquellas que dicen que hay que ir a la “distensión”, a la “descompresión” etc. expresiones que revelan que quienes las utilizan se han tragado varias mentiras y explicaciones de carácter falaz.

De manera general, hay demasiados “desinteresados” consejeros que nos llaman a la desmovilización, una propuesta que ya hemos comentado como un error grave, porque es sabido (ver el comentario nº3, precedente), que la posición válida es exactamente la contraria: cuando el poder opresor ataca es cuando hay que atacarlo con más fuerza. Ceder ante los regímenes opresores de carácter despótico, como la monarquía española que padecemos, y ante la represión de sus fuerzas de ocupación, es todavía incentivarlos a continuar esta represión, incluso endureciéndola. La única respuesta válida es el ataque.

Carles Castellanos i Llorenç, histórico militante independentista, miembro de la ANC, militante de Poble lliure, y profesor de la UAB

(1) https://www.llibertat.cat/2019/07/partits-d-estat-45772

(2) https://www.llibertat.cat/2019/07/el-rei-declara-la-guerra-45675

(3) https://www.elcritic.cat/

LLIBERTAT.CAT

https://www.llibertat.cat/2019/08/prou-fal-lacies-i-noms-disfressa-45801?fbclid=IwAR0olaz1MaS195g5bY3jc0fOF3kAxxviBHxugGZ5lPcAUm463uPA2yexpto

COMENTARIOS AL ANTERIOR EN EL BLOG DE JAUME RENYER

Anotacions a l’article de Carles Castellanos: “Prou fal·làcies i noms disfressa”

 

12 de agosto de 2019

Anotaciones en el artículo de Carles Castellanos: “Basta de falacias y nombres disfraz”

El veterano militante independentista Carles Castellanos i Llorenç publicó el pasado 6 de agosto un acertado artículo en el portal de información Llibertat.cat titulado “Basta de falacias y nombres disfraz” al que quiero añadir algunas consideraciones complementarias de cosecha propia:

La primera, es que el sistema mediático español del que emana un subsistema periférico catalán (El Periódico, La Vanguardia…) se ha convertido en todo él un aparato de agitación y propaganda contra-independentista donde no hay debate posible ni propósito de veracidad. Ese aspecto de la dominación política al servicio del poder estatal impregna y condiciona el debate abierto y honesto que todo proceso de liberación nacional necesita, (por ejemplo manteniendo TV3 como reducto autonómico), Siendo muy pocos los medios nacionalmente autocentrados (Vilaweb y El Punt), lo que reduce las posibilidades de desarrollar un marco informativo propio. De hecho, los núcleos de dirección de los principales partidos independentistas (ERC y PDECAT) han interiorizado las prácticas que marcan los poderes fácticos mediáticos, de ahí la distorsión del lenguaje que denuncia Carles Castellanos.

La segunda, deriva de la anterior, es muy perceptible la susbtitució conceptual y la ausencia de las nociones de Países Catalanes, catalanidad, reconstrucción nacional catalana, expolio económico (“España nos roba”), oficialidad de la lengua catalana, nacionalismo, y eso en pleno proceso independentista (una realidad que oculta otra de sentido inverso, de alienación y deconstrucción nacional).

La tercera, es que la ausencia de una dirección colegiada con voluntad y capacidad de sostener un conflicto persistente con el poder español con capacidad de emitir un discurso coherente y viable permite aflorar el sectarismo y la confusión interesada de aquellos dirigentes que no se atreven plantear abiertamente sus reflexiones y que encuentran en la degradación de los debates entre independentistas la excusa para sus propósitos. En ese último aspecto también tiene parte de responsabilidad la CUP, el espacio político de referencia de Carles Castellanos, donde su autoridad moral y política (como pasa en otros patriotas veteranos) no tiene la audiencia que merece la voz de la experiencia.

Finalmente, en cuarto lugar, un caso ilustrativo de esa falta de veracidad y autocrítica es el tratamiento que se da a la concejala de Ripoll por el nuevo Frente Nacional de Cataluña, Silvia Orriols, equiparándola a los neofranquistas de Vox, un comportamiento arbitrario compartido desde el PSC a la CUP pasando por ERC y Junts per Cataluña que sólo demuestra la desorientación que vive el país.

Dicho esto, sigamos los consejos de Carles Castellanos (Ver artículo anterior).