El investigador aporta material inédito: una carta del Duque de Alba a Franco proponiéndole elaborar un informe falso
Xabier Irujo posa con su nueva publicación sobre Gernika, ayer en Donostia. (Gorka Estrada)
Xabier Irujo ha escrito para el mercado anglosajón el libro “sobre lo que no ocurrió en Gernika”. El investigador publica “esencialmente” la versión en inglés de su La verdad alternativa. Treinta mentiras sobre el bombardeo de Gernika, que en esta edición, renombrada como Gernika. Genealogy of a lie (Sussex Academic Press), suma una mentira más. Así, el director del Centro de Estudios Vascos de la Universidad de Nevada (EEUU) presenta la primera publicación en inglés en cuatro décadas que aborda la cuestión de la destrucción de Gernika en 1937;no trata los hechos en sí mismos, sino los intentos del franquismo de ocultar dichos acontecimientos; una investigación que se ha alargado durante quince años en las que el autor ha visitado 45 archivos.
Irujo ha documentado mentira tras mentira y también ha analizado su “genealogía”, “cómo se ha transmitido hasta el día de hoy”; todo, con intención de que exista una bibliografía reciente al respecto en el marco internacional, casi medio siglo después de que Herbert Southworth publicase Guernica! Guernica!: Study of Journalism, Diplomacy, Propaganda and History.
La falsedad sobre el genocidio fue, según explica el investigador, “una orden” de Franco. “La mentira es consustancial al crimen”, sentencia Irujo. Entre varias fuentes y testimonios de testigos, el libro cita el telegrama que se envió tras el bombardeo ordenando que se negase que la villa hubiese sido destruida desde el aire y que se afirmase que habían sido “los rojos” quienes la incendiaron.
Franco dio aquellas directrices, pero no dijo qué más decir. Una de las primeras personas en radiar la mentira fue el militar Queipo de Llano, que afirmó que la tesis del bombardeo era imposible porque aquel lunes de mercado había llovido en Bizkaia -los aviones de aquel tiempo no podían volar en esas condiciones-. Irujo desmiente también esta afirmación gracias a los partes del observatorio meteorológico de Igeldo, que había sido trasladado a Bilbao, en los que se recoge “nubosidad baja”, pero niega las precipitaciones.
En el ámbito internacional los medios de comunicación se hicieron eco de la versión de los corresponsales testigos de la masacre y no de la franquista. Es por ello, que el régimen tuvo que pasar del “negacionismo” de los hechos al “reduccionismo” y apostar por una historia en la que la Legión Cóndor atacó la villa con el único propósito de destruir el puente de Errenteria.
Irujo niega también este extremo. Gernika no era un punto “estratégico”. El Gobierno Vasco había ordenado a las tropas retirarse de Eibar hacia Bilbao y en ese camino no se encontraban ni la villa ni Durango. El ataque por aire, que no solo se produjo el 26 de abril, sino que se mantuvo hasta el 5 de mayo en andanadas en las que se ametralló a la sociedad civil, fue “un bombardeo de terror”, un tipo de práctica bélica que se lleva a cabo para “minar la moral del enemigo” y provocar su rendición. La misma práctica que Estados Unidos llevó a cabo al lanzar la bomba atómica sobre Hiroshima y Nagasaki.
nuevo material
Como novedad con respecto a su anterior libro en castellano, el investigador afirma que ha contado con nuevo material que refuerza sus investigaciones. Es el caso de una carta, hallada en el Archivo General de la Administración en Alcalá de Henares, en la que el Duque de Alba, embajador del Estado en Reino Unido, remitió al Franco pidiéndole la elaboración de un “informe científico” sobre lo acontecido para que él pudiese difundirlo como verdad oficial en el extranjero y en el que se afirmase, incidiendo en la idea de reduccionismo, que sí se había bombardeado la villa pero de forma “mínima” y que los “vascos habían aprovechado la ocasión para terminarla de destruir”.
Este documento requerido por el Duque de Alba, el conocido como Informe Herrán, le fue remitido en castellano y posteriormente se tradujo al inglés, que fue como se difundió en el mundo anglosajón: “Es por ello que el público inglés tiene tanto interés en este tema, porque estuvo expuesto a esta mentira oficial a través de este informe”.
Aun y todo, este dosier tampoco “tuvo mucho eco ante la verdad”, pero a juicio de Irujo, merece una respuesta que tuvo, en parte con la citada investigación de Southworth, y ahora a través de Gernika. Genealogy of a lie. “Hoy en día tenemos acceso a mucha más información de la que tenía Southworth, que basó su trabajo en la mentira a través de la prensa y su incongruencia”, comenta Irujo.
“Diferentes autores añaden ingredientes a la original y con el tiempo se va ampliando”, apuntó Irujo para explicar cómo el general del Ejército del Aire Jesús Salas Larrazabal -hermano de un aviador que participó en el bombardeo de Otxandio de 1936- “fue un paso más allá” al convertir el Informe Herránen historiografía, encargándose de difundir “una de las mentiras más sangrantes” sobre Gernika: que solo murieron un centenar de personas. “Hoy en día algunos autores han subido hasta las 300 cuando tenemos alrededor de 50 documentos que demuestran que los muertos fueron más de 2.000. El historiador no debe salirse de esos límites”, zanja.
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