En una reciente reunión en Barcelona de analistas, politólogos y periodistas cercanos al soberanismo se analizó la estrategia del Estado hacia Cataluña. La primera conclusión que se extrajo fue cómo era posible tanta incompetencia en los análisis de los aparatos e instituciones del Estado en cuanto a la situación catalana. Había una primera hipótesis: el Estado no se cree el reto catalán del 9-N y pretende dejar pudrir la situación abortando la consulta con el uso de los marcos legales.
Esta primera hipótesis significaría que el Estado quiere evitar el choque de trenes con una estrategia muy del estilo del presidente Rajoy.
Una segunda estrategia, quizá la más plausible, es que los aparatos del Estado y de sus entornos no han entendido la profundidad, extensión y decisión que hay en una buena parte de la sociedad catalana, la cual se ha desvinculado del proyecto español. Esta total desvinculación no ha sido detectada por los analistas del Estado, los cuales han seguido con los esquemas elaborados por la fundación FAES del expresidente José María Aznar y también por un CNI que, con analistas estrictamente de seguridad y lucha antiterrorista que sólo entienden de estrategias cuando hay violencia, no ha entendido nada sobre el proceso catalán.
Y además -no se sabe si a propósito- el presidente Rajoy ha encargado al ministro de Asuntos Exteriores y Cooperación, José Manuel García-Margallo, que dirija la estrategia política en contra del reto catalán, algo que el propio García-Margallo ha hecho con una torpeza poco explicable en un hombre con su larga carrera política. Una conclusión de los analistas pro-soberanistas reunidos en Barcelona se propuso la primera medalla de apoyo a la independencia a García-Margallo, ya que con su estrategia ha provocado que el pleito político catalán esté hoy en día en todas las cancillerías del mundo y también a toda la prensa internacional.
Lo que tampoco se entendió en esta reunión en la capital catalana fue que el Estado no haya preparado una propuesta o “zanahoria” para las diversas personalidades de Cataluña y que están al servicio de los poderosos de siempre puedan dibujar una tercera vía y tengan argumentos y propuestas alternativas al soberanismo, que no sean el miedo, el caos, el desastre o el negativismo, unas opciones que hoy la inmensa mayoría de la ciudadanía no entiende ni acepta ni le provocan, tampoco, el más mínimo temor.
El Estado con su operación Felipe VI puede contentar al nacionalismo español pero lo ha hecho tarde para detener la voluntad de la inmensa mayoría de la masa social catalana que ya se ha desconectado del proceso español.
Dos o tres días después de esta reunión de analistas, algunos de los asistentes a este encuentro se reunieron con analistas y periodistas del entorno progresista español para ver si había posibilidades de entendimiento entre Cataluña y España. Y la conclusión fue que se ha hecho tarde. ¿Serán capaces la FAES, el CNI y el propio ministro García-Margallo -que en un acto de desesperación ha afirmado que Cataluña “no es viable económicamente tras la independencia”… – de ver la realidad?
TRIBUNA CATALANA