¿Por qué se dan casos como el de Loquillo en Cataluña?

Eugeni d’Ors, Boadella, Loquillo, Flotats (este último caso, bastante diferente)… Cataluña ha tenido y tiene muchos ejemplos de personas que se hacen “desafectos” del país y que de repente reaccionan violentamente en su contra, contra sus instituciones, su gente. ¿Por qué ocurre esto?

 

Creo que son diferentes aspectos:

 

1) Si se me permite, creo que de entrada tiene que ver con la falta de estatalidad. Sí, sí, de estatalidad, como digo. Me explico. Parecemos importantes, parecemos provistos de poder, y en cambio, no tenemos nada. Esto hace que nuestra administración reciba todas las críticas sin tener realmente las armas para ofrecer soluciones. Recibimos críticas como si tuviéramos poder pero no tenemos poder para organizarnos, administrarnos, hacernos justicia. Criticarnos ferozmente, declararnos víctimas, huir del país, son actitudes que están muy al alcance de los propensos a sentirse víctimas, aunque no lo sean. ¡Si no tenemos ni recursos para administrar el enorme talento que el país lleva dentro! Reflexionemos: España gasta el 5% de su presupuesto de Cultura en Cataluña y a menudo más del 50% sólo en Madrid. ¡Pero somos los catalanes los culpables de no dar satisfacción a ciertos fastos del mundo de la cultura! Roma quizás no paga traidores, pero Madrid les paga generosamente.

 

2) En segundo lugar, somos un país donde, precisamente debido al punto 1), podemos pasar de la euforia al revanchismo más sangriento contra nosotros mismos (precisamente en el proceso de dejar de ser “nosotros” que suele aparecer ante el paso al “ellos” -generalmente en español-) en un abrir y cerrar de ojos. Fíjese que en otros países (con Estado) es mucho más difícil que ocurra (fuera casos como los Gérard Depardieu, generalmente marcados por la fiscalidad o las salidas del armario por razones de ideología como los grandes espías ingleses). Y si pasa, es tachado (y castigado) como traición, y santas Pascuas. Además, la raya que separa la épica del ridículo es muy, muy estrecha. De un Flotats triunfador a un Flotats desahuciado pasaron pocos meses. En cuanto a la pequeña distancia entre triunfo y desastre, pensemos en el desembarco de Normandía, que fue un gran éxito pero que podría muy fácilmente haber sido un fracaso absoluto.

 

3) Y muy importante. Los desafectos de un país-cultura como Cataluña tienen donde huir. Tienen el “warm Bosom” de Madrid donde pueden acogerse pasando por ventanilla. Pueden seguir ejerciendo de… y encima tienen el plus de la acogida de lujo que espera a los tránsfugas que pueden lucir los Teatros Nacionales, la Editorial Planeta (la pica en Flandes mejor colocada que tienen) y los micrófonos de toda la Hispania Imperial al servicio libre de sus labios ya plenamente recogidos en el jarabe del nacionalismo banal que nada violenta y que ‘taaaannnn normal’ es. De hecho, según cómo, inexistente parece. “¿La FAES, dice? ¿Qué es esto? No, no, si yo hablo de los nazis del Institut de Estudis Catalans y Òmnium Cultural”. Pienso que no nos pasará esta aberración con Estado propio porque accederíamos al cielo de la banalidad. El maquillaje es gratuito. Hoy por hoy, estamos condenados al limbo del nacionalismo connotado que afecta a las naciones pecadoras, es decir, las naciones a quienes no se les han administrado los Santos Sacramentos y la Bendición Papal que da la estatalidad. ¿A quién interesa una nación sin bula? A d’Ors, Boadella y Loquillo, no. Cataluña es un país facilísimo contra el que despotricar. Tienes el apoyo mediático ilimitado para lanzarte y expresarse a gusto. Y puedes estar seguro de que precisamente por la misma esencia tolerante y democrática que tiene el país, nadie te pasará factura. Las “represalias” y los disgustos que pueden reportar (las actitudes “desafectas”) siempre serán deliciosamente soportables y poco duraderas en el tiempo. Y sino, que le pregunten a Leche Pascual, a la Granini o a la cadena Mercadona. En cambio, ¿imagína despotricar de España y después pedir actuar en el Teatro Real o tener una beca en Salamanca? Cataluña, por el contrario, es el país perfecto para los loquillos de este mundo. Porque hacer de José Luis de las Heras o de Teresa Carbajal en Salamanca, les puedo asegurar, es durísimo. Amenazas, putadas de todo pelaje y todo el oprobio de la maquinaria administrativa, y todo por expresar empatía y solidaridad con un país -Cataluña- que, curiosamente, los loquillos repudian. Cosas de la óptica. Cosas de la decencia y la democracia, añadiría. Y los beneficios del Sindrome de Escocolmo adquirido. Buena inversión. ¡Ni los de Vichy ganaron allí tanto! (Y al final, recordemos, murieron decenas de miles por las cunetas de Francia a manos de los que crearían la Nouvelle France Gaulliste, sin que nadie dijera nada, ni que la Sorbona se “molestara” en estudiarlo mucho, por si acaso…).

 

Ya digo, la clave es TENER ESTADO. Tanto para poder salir en las grandes fechorías históricas como para ir tirando en la decencia. Que es lo que haremos los catalanes. Por eso queremos un Estado. Pero no un Estado cualquiera. Cuando tengamos Estado propio, independiente, todos estos problemas se secarán como la Laguna Salada de Antequera en verano. Y los flamencos de colores llamativos y gritos estridentes volarán hacia otro lugar sin rencor ni entrevistas en La Razon del Sr. Lara (cuya fortuna familiar le vino directamente entregada por la victoria de Franco, recordémoslo). Normalidad, normalidad y normalidad. Por eso queremos un país normal, independiente, sin demagogia, sin autoodio, sin premios a los franquistas, sin el cultivo de aquel otro odio mediático y sin las maneras de hacer de la España política. Pronto lo veremos. Y estaría muy bien que los loquillos y compañía estuvieran aquí para disfrutar a nuestro lado. Siempre que no prefieran la caspa de la España borbónica y Franco-friendly que tantos años nos ha hecho sufrir y desnaturalizar hasta el punto de la desesperación. Una España donde no ven ninguna tara, se ve, aunque ni siquiera haya anulado las penas de muerte del franquismo ni haya dejado que los grandes criminales de guerra fueran juzgados. Una España que tiene los registros de incompetencia política y corrupción más grandes de Europa. Pero eso debe ser pecata minuta verdad, ¿Loquillo, junto a las aberraciones de Òmnium Cultural y las decisiones del Parlamento de Cataluña? No sé, Loquillo, tú mismo. Que tu conciencia no te dé nunca un mal bache. Piensa en lo que estás haciendo y diciendo, no sea que algún día tú mismo sientas una profunda vergüenza de ello. Porque llevas ese camino.

 

Ah, y quería terminar con una pregunta. A los jóvenes les costará seguramente. ¿Alguien me puede explicar qué querían decir exactamente els Joglars/Boadella con la obra Catalonia M7? ¡Estamos imperializados por Castilla?, ¿si o no? Gracias.

 

 

http://www.strubell.cat/blog/1892/per-que-es-donen-casos-com-el-de-loquillo-a-catalunya