En los movimientos soberanistas contemporáneos se están dando unas situaciones muy interesantes: Si en el siglo pasado liberación nacional y social fueron de la mano, en este momento también se ve necesaria la conjunción entre la recuperación de la soberanía nacional con la transformación del sistema socioeconómico en clave socialista.
En la era de la Globalización, junto a las corrientes uniformizantes, están surgiendo movimientos sociales, nacionales y culturales de respuesta. Muchas/os expertas/os lo indicaron ya hace algún tiempo: de las cenizas de los desastres producidos por el capitalismo globalizado y planetario, saldrán nuevos referentes para los pueblos y las personas en buscan de su identidad colectiva. En ello estamos en Catalunya, Escocia y Euskal Herria.
Sin embargo, Euskal Herria, hasta hace poco modelo para muchos sectores políticos de oposición en Europa, está observando el tren catalán y escocés desde la estación. Es cierto que es bastante posible que el 2014 acabe sin ver aún la independencia de estas dos naciones amigas, pero también es cierto que estos dos procesos nacionales han construido un hito histórico que antes o después van a conseguir rubricar con una declaración de soberanía.
Euskal Herria reúne muy buenas condiciones para iniciar su propio proceso independentista. Así lo indican todas las encuestas. Aquí hoy, hay más independentistas de los que había en Catalunya hace 12 años. Con 12 años de retraso, pero con un suelo más sólido y un punto de partida más firme que no nos hacen dudar que el inicio de un proceso similar hará multiplicar rápidamente en perjuicio de los modelos autonomistas.
La izquierda independentista de Euskal Herria tiene unas características muy apropiadas por ser un movimiento popular amplio capaz de hacer propuestas sociales, culturales, socioeconómicas y políticas punteras. En la izquierda soberanista de Euskal Herria se han desarrollado desde ya hace mucho tiempo, en muchos sectores, alternativas propias al modelo globalizador. El soberanismo en Euskal Herria tiene paradigmas propios, de izquierdas, transformadoras y revolucionarios.
Así, se nos hace bastante difícil entender la posición de algunos agentes políticos en el contexto actual. En concreto, el no verlos coparticipes de los procesos de liberación nacional y social que se están dando en el occidente europeo.
Aunque las pesadas cargas del pasado reciente van a seguir teniendo influencia, el independentismo de izquierdas se encuentra ante un reto de carácter histórico, el ser coparticipes del esfuerzo conjunto de Euskal Herria, Catalunya, Escocia y otras naciones en cambiar el mapa político y socioeconómico de Europa.
En el contexto actual, la reivindicación del “derecho a decidir”, puede convertirse en un estéril eufemismo de un proceso siempre aplazado, algo que nos lleve a un laberinto similar a un Plan Ibarretxe III y con menor potencial aún que los fracasos anteriores. Ni el PNV, ni el PSOE van a garantizar ningún proceso independentista legal. Como en Catalunya, la izquierda independentista en comunicación y trabajo continuo con la sociedad civil es la encargada de seguir adelante, desde la unilateralidad, iniciando un proceso de ruptura democrática que nos lleva a la independencia que nos hace independientes por medio del mismo proceso.
Con 12 años de retraso, pero con base firme y disposición, Euskal Herria debe tomar el tren de la independencia. La independencia es factible, razonable, necesaria. Hay que tener confianza en nosotras mismas/os. Tenemos más independentistas que nunca, más allá del mapa dividido en tres tercios que aparece en las encuestas. Este espacio social está en crecimiento. Mientras, sin embargo, padecemos un sistema político impuesto por un tercio de la sociedad, el modelo del nacionalismo español y francés que nos presentan como neutral y legitimo.
Con toda legitimidad, un tercio de la población por medio de instrumentos civiles de confrontación democrática, unilateralmente puede construir una Euskal Herria soberana, libre, euskaldun y si se puede socialista. A esto es precisamente a lo que se denomina confrontación democrática, la confrontación política entre modelos socioeconómicos, culturales y políticos diferentes.
La izquierda soberanista debe tener claro a quien tiene a su favor y a quien en contra; quien puede colaborar en el camino y quien lo obstaculizará en cuanto se presente la ocasión. Desde la unilateralidad, la mayoría alternativa también es posible.