Este año se cumplen 800 años exactos de la batalla de Muret, unos hechos que marcaron la historia de Cataluña, la historia de Francia y sobre todo la historia de Occitania.La derrota catalano-occitana fue tan estrepitosa como inesperada, de hecho, dicen las crónicas medievales que antes de comenzar la batalla algunos ya estaban celebrando la victoria.
El derrotismo no es bueno, pero el exceso de euforia tampoco. En Cataluña hace diez años se puso de moda decir que el país desaparecía y que al catalán le quedaban dos días… curiosamente, muchos de los irresponsables que entonces profetizaban el apocalipsis ahora profetizan que la independencia es cosa de semanas. Probablemente este exceso de euforia es lo que nos hace pensar también que una consulta / referendo se ganaría holgadamente, sin ningún problema.
Existen dos tipos de referendos de autodeterminación, los que se ganan y los que se pierden. Los que se ganan son los que se convocan una vez ya se ha declarado la independencia, con tus propias normas y su propio censo, para ratificar una decisión que ya se ha tomado. Los que se pierden son los que se convocan sin haber declarado antes la independencia, con el control, las normas y el censo de los colonizadores. Los croatas y los eslovenos optaron por la primera vía y ganaron, los quebequenses optaron por la segunda vía y perdieron.
De la misma manera que no hay ningún japonés que esté contra la independencia de Japón, ni ningún sueco que esté contra la independencia de Suecia, no debería haber ningún catalán que estuviera contra la independencia de Cataluña, es una cuestión de simple sentido común. De hecho en Cataluña los únicos que tendrían los santos cojones de votar contra la independencia de su propio país son los traidores, para mantener sus privilegios, y los forasteros, por el simple hecho de que no son catalanes, por mucho que trabajen y vivan en Cataluña. En este sentido encuentro sorprendente que aceptemos que un señor de Burgos o una señora Cáceres por el solo hecho de estar empadronados en Cataluña puedan votar para decidir si Cataluña debe ser independiente o no.
La moral de victoria siempre es necesaria, pero lo que no podemos hacer es lanzarnos a la piscina sin saber si hay agua. Un referéndum “autorizado” por el Estado Español, con sus presiones, intoxicaciones y manipulaciones, y con un censo que permita votar a los colonos españoles, como si fueran catalanes, no será nada fácil de ganar, por eso no entiendo muy bien el estrategia que siguen algunos. El objetivo es la independencia, no la consulta, y la independencia se puede conseguir también sin hacer ningún referéndum, simplemente con una declaración unilateral de independencia. El referéndum, si es necesario, se debería hacer después de la proclamación de la independencia, no antes.
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