Las izquierdas y el 11 de septiembre

El próximo 11 de septiembre, muchas personas con convicciones democráticas y de izquierdas estarán unidas por algunos sentimientos comunes. Rememorarán con un ánimo similar, seguramente, el criminal golpe de Estado perpetrado contra la Unidad Popular chilena, hace ya más de cuarenta años. Recordarán también, con lecturas compartidas, el atentado contra las Torres Gemelas con el que se pretendió justificar la barbarie de Guantánamo y la política liberticida que ha ensombrecido el mundo desde entonces. Al final, o al comienzo de estas evocaciones, esta relativa comunión se topará con un escollo: la celebración nacional de Cataluña, la significación de la Diada. Aquí, posiblemente, comenzarán a torcerse los gestos, y el imaginario común, compartido, cederá paso al recelo y las discrepancias.

Algo de esto ocurrió ya el año pasado, cuando un millón y medio de personas ocupó las calles de Barcelona, con un inequívoco reclamo soberanista. En algunos ámbitos de izquierdas, la movilización fue rápidamente despachada como el enésimo engaño de la derecha nacionalista. “Es CiU, son las 400 familias de la oligarquía catalana, se trata de una simple manipulación de los medios de comunicación, no es más que un señuelo para ocultar los propios recortes”. En muchos casos, esta lectura no hacía sino activar arraigados reflejos desarrollados en tiempos de Pujol. Al poco tiempo, empero, se vería contradicha por los resultados de las elecciones plebiscitarias convocadas por Artur Mas. La promesa de un viaje a Ítaca con una barcaza desmantelada por las políticas de austeridad naufragaba en las urnas. Pero las posiciones soberanistas no decayeron. Más bien se desplazaron al centro-izquierda o a la izquierda. Creció ERC, creció una ICV-EUiA decantada contra las políticas de la Troika y a favor del derecho a decidir, e irrumpió la CUP, atrayendo –sobre todo en Barcelona– a una parte del 15-M y amparada en su “independentismo sin fronteras” por el propio Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT).

Jaume Asens y Gerardo Pisarello
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