23 de enero de 1939. A primera hora de la tarde sale un Bibliobús desde el Palau Robert, sede de la Institución de las Letras Catalanas. Un grupo de intelectuales y escritores se han sentado como han podido en unos tablones que han puesto a través, sacando de allí los pocos libros que quedaban en aquel camión militar que había sido reconvertido en Biblioteca para servir libros a los soldados del frente.
Huyen de Barcelona hacia un destino incierto. Pi y Sunyer había encargado a un funcionario de la Conselleria de Cultura, Miquel Joseph, hacía pocas horas, la evacuación de algunos de los escritores que tres días antes de la caída de Barcelona todavía seguían en la ciudad. Los hermanos Trabal, Mercè Rodoreda, Armand Obiols, Joan Oliver o Lluís Montanyà entraron al Bibliobús y Joseph dio la orden de marchar. Al día siguiente, un camión saldría del mismo lugar con Xavier Benguerel, Domènec Guansé, Alfons Maseres, Ramon Vinyes o Sebastià Gasch. Y aún otros lo harían en coche, como las familias de Feliu Elias o de Pompeu Fabra. Todos acabarían encontrando, junto con el grupo de políticos que también huía, narrado de manera extraordinaria por Rovira i Virgili en los últimos días de la Cataluña republicana -libro capital de la literatura catalana-, en una casa de las afueras de Agullana, Can Perxers, donde pronto llegaría el Presidente Companys y, algo más tarde, el Lehendakari Aguirre.
Soy absolutamente parcial en esta afirmación, pero para mí ese Bibliobús se ha ido convirtiendo poco a poco en el mejor ejemplo de lo que significó aquella derrota. La historia de aquel vehículo representa mucho más que una carrocería abollada que se arrastraba como podía por las carreteras atascadas, llenas de gente, de un pueblo camino del éxodo, aquel final de enero de 1939. Es el símbolo de la lengua y la cultura de Cataluña, perseguida, vencida, aniquilada, camino del exilio. Es la representación mejor acabada del desastre nacional que la guerra de España tuvo para nuestro país: una cultura aplastada.
El genocidio que ha vivido Cataluña es de unas proporciones tan colosales que difícilmente se encuentran ejemplos similares en Europa occidental. El hachazo franquista desmenuzó un proyecto de país, un proyecto tenazmente sostenido por unos cuantos hombres y mujeres, los mejores que nunca ha dado el país, obsesionados sólo por luchar por la libertad, para hilar un país culturalmente avanzado, para enderezar nacionalmente a un pueblo. Iban construyendo nación, avanzaban, adelante, siempre adelante, y a mí no me cabe cada duda de que la separación con España habría sido irreversible con 10 años más de democracia. ¿Cómo puede un pueblo en democracia continuar esclavo?
En uno de los textos más emocionantes que yo haya leído jamás, Francesc Trabal escribió en el exilio una carta a su sobrina intentando explicarle su decisión. Le decía: “No sabíamos, no sabemos, si alguna vez podremos volver contigo, pero sabíamos, sabemos, que la lengua catalana volvería a ti, que la lengua catalana sería tu lengua, que tu eres Cataluña y si te dejábamos era por no dejarte. (…) Uno de nosotros se inclinó, se puso de rodillas en calma y besó la tierra. No te acordarás nunca de que en ese instante tu mano pequeña tocó tus labios, te pareció que una especie de mota dulce te había tocado: todos nosotros, los que nos íbamos, no sabíamos si para siempre, acabábamos de besarte. Era el adiós, ¿era el hasta pronto? Para que algún día comprendieras, nos disponíamos a dar la vuelta al mundo, a seguir el camino de vuelta más largo, si así podíamos salvar tu voz”. Sí, nos la salvaron. Tenemos, pues, una deuda eterna, lo mismo que con la resistencia del interior: ellos hicieron que el pantano franquista no nos tragara a todos. Ahora un grupo de “catedráticos, profesores y profesionales”, liderados por el ex ministro de UCD Otero Novas y el ex alcalde del PSOE Francisco Vázquez, han hecho público un libelo faccioso urgiendo a frenar “la deriva separatista”. Se han camuflado bajo el nombre de Aula Política del Instituto de Estudios para la Democracia de la Universidad CEU San Pablo, pero es el franquismo de siempre. Aquel, viejo, conocido, maloliente olor del franquismo de siempre. Estos profesionales acientíficos y fascistas afirman: “Debe reseñarse que hay muchas señales acreditativas de que no existió, o al menos no existió con estabilidad o generalidad, una política franquista de prohibición de la lengua catalana”. Y rematan, claro: “en los últimos treinta años, la lengua que en Cataluña oficialmente se margina, se desaconseja usar, se sanciona o se impide utilizar, es la castellana”. Que en pleno siglo XXI tengamos que leer aberraciones como ésta es espeluznante . Y creo que es patético que esto pueda ocurrir, y escandaloso que estos “profesores” sigan enseñando y pavoroso sólo el imaginarme que seguimos siendo el blanco de su objetivo.
Ya no sólo es el incomprensible hecho de que España no haya juzgado nunca a ningún criminal fascista en el pasado, sino que los nuevos franquistas siguen campando con total impunidad. Sólo con la independencia acabaremos con el franquismo. Vayámonos si queremos salvar nuestras palabras.
«Solución bélica» para la «indebida reclamación autodeterminista»
Quico Sallés
NACIÓ DIGITAL
Abogados del Estado, miembros del Tribunal Supremo, catedráticos y técnicos superiores del Estado que firman un estudio para “reformar” la Constitución en el que piden al Estado que no “descarte un conflicto bélico” con Cataluña en cinco años
“Si el derecho a la vida independiente y autónoma se lo concedemos a quien «quiere y puede», estamos consagrando la fuerza como elemento de legitimación de la vida social. Habremos vuelto a la selva. Al admitir las distintas pretensiones secesionistas que se puedan formular en una sociedad, se abren miles de conflictos de consecuencias trágicas; y, por ende, también es racional actuar en consecuencia para evitarlo“.
Esta es la premisa que justificaría el uso de la fuerza en caso de que continúe la “indebida reclamación autodeterminista”, según los firmantes de un estudio dirigido desde el aparato del Estado a través de uno de los think tanks más poderosos dentro del PP y que el gabinete de la Moncloa tiene sobre la mesa, titulado “Recuperar España. Una Propuesta desde la Constitución” (Aula Política Instituto de Estudios de la Democracia, Universidad CEU San Pablo, 2013), del que este diario ya hacía referencia este martes .
El estudio firmado por abogados de la Estado, magistrados del Tribunal Supremo, catedráticos universitarios o técnicos superiores del Estado, alertan del peligro de “implosión” del Estado español en un plazo cinco años si se continúa cediendo ante las “demandas independentistas”. “Por supuesto que el riesgo de soluciones bélicas estará más cerca”, asegura el estudio, dejando claro que la intervención de la fuerza antes de que estalle todo es necesaria para evitar males mayores. “Para evitar procesos revolucionarios de finales impredecibles”, sentencia el libro.
“No nos engañemos pensando que los conflictos bélicos son cosa de tiempo pasado, o de espacios premodernos, o que todos se canalizan por la vía de la competencia conómica, porque sería una señal de ignorancia de la historia “, apunta el estudio, que tacha a Cataluña de “territorio problemático” recordando que después de cinco años de proclamar la República, Cataluña vivió la anarquía y la secesión.
Asimismo, El informe anima a no dejarse aniquilar por la política internacional a la hora de tomar decisiones como el uso de la fuerza para evitar “cambios del sistema fuera la legalidad” como el que supone la “voluntad secesionista”. Según el estudio, si bien la Unión Europea podría “moderar las tentaciones bélicas” no convertiría ningún seguro porque Europa quizás no entraría en caso de conflicto territorial en España o bien haría como “la antigua Yugoslavia que fue muy ilustrativo de cómo intervenir militarmente, no para preservar la unidad, sino para consolidar la fragmentación política del territorio “.
De hecho, el estudio concluye que el TC no es válido para “contener la marea independentista” y por tanto pide soluciones para los “traumas indeseables” que han supuesto los conflictos bélicos recientes en España. Además, añade que una política de “apaciguamento, negociación y cesión” tampoco es “útil” ante el desafío independentista catalán, ya que este planteamiento sólo puede tener “buenos resultados si se practica teniendo la fuerza, con la voluntad de usarla si es necesario y conociendo al enemigo”. Y añade: “Lo que es contraproducente de la política de paz en los problemas territoriales españoles, se lo deberían haber aprendido después de los dos últimos conflictos armados por esta causa”.
Sea como sea, miembros de la guardia pretoriana del Estado como Benito Gálvez Acosta, magistrado del Tribunal Supremo, o José Manuel Otero Navas, abogado del Estado y presidente del Instituto de Estudios de la Democracia, o José Ramón Recuero, el letrado del Estado ante el Supremo, firman que las “indebidas reclamaciones autodeterministas existen y no pueden dejarnos indiferentes, porque no sólo ponen en riesgo la placidez de unas vacaciones de verano, sino que pueden tener serias consecuencias para todos porque afectan la nación y a su prestigio en el mundo; porque perjudican los intereses de todos los españoles, porque es inmoral aprovecharse de los sacrificios de todos para situarse en lo alto de España y ahora quieren disfrutar solos la prosperidad alcanzada, ii porque la ruptura de la nación española dinamita nuestra Constitución ” .