Muriel Casals volvió a poner ayer sobre la mesa el debate sobre cuál debe ser la lengua oficial de la Cataluña independiente, o las lenguas. Como el debate vuelve a ser intenso, quiero proponer que ninguna lengua tenga la consideración de oficial y que el sistema lingüístico del país se rija como en algunos de los estados más avanzados del mundo y no como se ha regido tradicionalmente en España .
Trataré de explicarlo detalladamente:
1) ¿Hay una lengua oficial? No es obligatorio. Los Estados Unidos, México, Australia o el norte de Irlanda, para poner solo unos pocos ejemplos, no tienen ningún idioma oficial. No hay reconocimiento jurídico explícito de ninguna lengua, pero se considera lengua nacional del inglés, o el español en el caso de México. La categoría de lengua nacional implica que cuando una institución elige su modelo lingüístico puede adoptar niveles de oficialidad varios entre varias lenguas, pero que siempre la lengua nacional debe ser equiparada a la que tenga la máxima oficialidad.
2) ¿Por qué razón es mejor que no haya ninguna lengua oficial y que en cambio cada institución pueda declarar unas cuantas? Es mucho más útil y eficaz, más cercano a las necesidades de los ciudadanos y más racional. Según mi propuesta, ninguna lengua sería oficial en todo el territorio y en toda circunstancia. Simplemente, cada institución (gobierno, parlamento, municipio, hospital, club, asociación …) decidiría libremente cuáles son sus lenguas oficiales, según las necesidades reales de los usuarios. Por ejemplo, en una ciudad con fuerte presencia de hablantes del español o del amazigh los hospitales locales podrían declarar estas lenguas como oficiales en el hospital, con la intención de atender mejor a los ciudadanos. Siempre teniendo en cuenta que todo lo que implicara este reconocimiento debería ser también aplicado a la lengua nacional, el catalán.
La flexibilidad que ofrece el hecho de no tener lengua oficial permite hacer políticas lingüísticas muy adaptadas a la realidad social ya las demandas sociolingüísticas. Siguiendo el mismo ejemplo, en una ciudad del español y el amazigh podrían tener una presencia muy importante en los hospitales pero menor en las escuelas, teniendo en cuenta que las escuelas son fundamentales para mantener el catalán como lengua de cohesión y que han de reforzar el papel de la lengua nacional. Un reconocimiento basado en las instituciones concretas y no en el conjunto del Estado permite esta gestión muy al detalle de la realidad lingüística del país, mucho más que el modelo antiguo de reconocimiento de más de una lengua como oficiales.
La cooficialidad de una segunda lengua tiene, además, una consecuencia no necesariamente positiva que es la imposición en todas partes y en toda circunstancia. La pregunta es por qué una lengua que sólo se habla en algunas comarcas y por algunos sectores de la población debe pasar a ser obligatoria en todas partes. Así, por ejemplo, ¿por qué en Berga o Olot el español debe tener una posición de privilegio, superior a lenguas que incluso pueden ser más habladas localmente, y si resulta que tiene un uso social mínimo?
3) ¿Los derechos de los hablantes del español pueden ser protegidos sin que sea una lengua oficial? Naturalmente. La legislación europea es bastante clara. Y si el Estado catalán firma los acuerdos internacionales que hablan sobre ello tendrá el deber de proteger a todas las lenguas presentes en el territorio. La tradición catalana es, además, enormemente respetuosa con el plurilingüismo y continuará siéndolo.
4) ¿Y no se podría buscar una fórmula de protección especial del español, porque a pesar de todo no es igual que las otras lenguas habladas desde una época más reciente en Cataluña, como es el árabe y el amazigh? Es claro que es posible. La pregunta es si esa fórmula se basa en la interpretación de que el español es una lengua natural de Cataluña o no. Si la respuesta es que no, como yo pienso, entonces se pueden buscar soluciones interesantes, pero que no implican aceptar como natural la imposición histórica del español en nuestro país. Cuando ya seamos independientes, no deberíamos arrastrar las consecuencias de haber sido derrotados hace trescientos años en Almansa.
Concretamente, creo que la república catalana debería ofrecer a Andorra, España y Portugal la adopción de una convención lingüística ibérica, como está la Convención Lingüística Nórdica , firmada en 1981 por los gobiernos de Finlandia, Suecia, Dinamarca, Noruega e Islandia . De acuerdo con esta convención, cualquier ciudadano de estos países tiene el derecho de ser atendido por las autoridades en su lengua en el territorio de los cinco estados. La convención ha hecho activar un sistema de traductores y ayudas informáticos para hacer posible esta práctica.
Una fórmula como ésta tiene algunas ventajas. Especialmente, que atiende la realidad de las personas concretas estén donde sean. Pero, además, que pone en igualdad exacta todas las lenguas: un español tendría derecho de ser atendido en español en Berga y un catalán de ser atendido en catalán en Valladolid, en justa reciprocidad.
Y no hace falta decir que en nuestro caso, además, esto reforzaría el catalán en el País Valenciano, las Islas y la Franja. El uso de nuestra lengua sería reconocido no sólo por las leyes propias sino, además, por un acuerdo internacional.
PD: Estoy convencido de que uno de los envites más importantes del nuevo Estado catalán es entender que en el mundo las cosas no pasan necesariamente como pasan en España y que no es necesario copiar en todo y para todo los comportamientos de España.
GRUPO DE DEBATE “CATALÀ SEMPRE”