Hace días que le esperaba. Ha tardado demasiado en venir. Ya tenía yo ganas de pasar cuentas con usted…
Pues aquí me tiene, dispuesto a discutir lo que sea con Segador, el toro nacional de la plaza Mayor; antes oráculo, ahora inquisidor; antes senequista, ahora tertuliano malhumorado.
No me provoque y no abuse de mi inmovilidad. Condenado a una taxidermia eterna, no puedo salir de mi marco, aquí en la Cueva de Zaratustra, de lo contrario se enteraba usted ahora mismo de lo que vale un cuerno…
“Un cuadro sin marco tiene el aire de un hombre expoliado y desnudo”. José Ortega y Gasset, Meditación del marco. Su admirado Ortega. Si quiere se lo recito de otra manera: un toro disecado sin marco es un guiñapo sin destino.
No me vacile. ¡No se lo consiento!
Usted que lo ha leído todo, seguramente conocerá el final de la novela El Gatopardo. ¿Se lo recuerdo? Cuando parece que todo ha cambiado para que nada cambie, en casa de los Salina deciden tirar al pobre Bendicò a la basura. Un perro disecado. En vida, el mejor amigo del Príncipe. “Mientras se llevaban a rastras el guiñapo, los ojos de vidrio la miraron (a Concetta, la hija del viejo Salina) con la humilde expresión de reproche de las cosas que se descartan, que se quieren anular”. Cuidado, Segador, que vivimos tiempos de cambio y de descartes.
¿Me está usted amenazando con un desahucio?
No. Sólo quiero decirle que los catalanes no hemos matado a Kennedy.
¡Esa manía de hablar siempre en nombre de todos! El partido principal de Catalunya ha puesto sobre la mesa la cuestión de la secesión en el momento de mayor gravedad en la historia reciente de España. Y ha perdido doce diputados. El partido principal de Catalunya ha decidido abrir una carpeta de alto riesgo -la integridad de los estados nacionales de la Europa Occidental- cuando aún no está resuelta la gravísima crisis del euro. Y ha perdido 90.000 votos y 12 diputados. Ha organizado un revuelo fenomenal y ha conseguido que The Economist resuma con una sola palabra el resultado: “Confusión”. Doce diputados menos, Catalunya en el marasmo, con gravísimos problemas sociales de fondo, la Generalitat sufriendo cada mes para poder pagar las nóminas, y ningún rasgo de autocrítica en Barcelona. Sorprendente.
Le reitero que los catalanes no hemos matado a Kennedy.
Digamos que han hecho un pan como unas tortas. ¿Lo prefiere así? Han planteado una cuestión muy delicada en el momento menos adecuado, sin medir bien sus fuerzas. ¿Queda más fino así? ¿Le parece más elegante y moderado? Le avisé hace tres meses y no me quiso escuchar. “Reivindico el derecho a no tener miedo”, me dijo, muy quijotesco.
Y lo sigo reivindicando.
Ya se lo dije la otra vez. A los catalanes también les hace falta un poco más de modestia.
La modestia es compatible con no tener miedo a plantear las cuestiones de fondo. En Catalunya se ha planteado una respuesta política enérgica a la progresiva laminación de la autonomía con la excusa de la crisis. La indisimulada ofensiva contra el modelo educativo es el ejemplo más rotundo. Alguien ha dicho: ahora es el momento de apretar. Y ello ha hecho subir la temperatura del catalanismo hasta transformarlo en soberanismo.
O sea, un 6 de Octubre con sifón. Entonces se trataba de impedir la derechización de la República; ahora, la laminación de la autonomía restaurada.
Con una diferencia muy importante. Decisiva. El 6 de Octubre fue un pronunciamiento desde el balcón y lo de 2012 es un planteamiento escrupulosamente democrático. No ha habido ninguna ilegalidad. Un acto de aventurismo frente a un planteamiento democrático, que va a tener, eso sí, muchos meandros. Coincido con usted en un punto…
Hombre, por fin el orgullo cede paso a la razón.
Estoy de acuerdo con usted en lo de la autocrítica. Un partido que pierde doce diputados en una apuesta tan alta debe reflexionar sobre lo ocurrido. Pero ese absentismo crítico también puede tener una explicación.
Usted le encuentra explicaciones a todo.
A CiU la quieren machacar. Es hoy la pieza a abatir. Quieren presentar a Artur Mas como un loco peligroso, abollar todo lo que se pueda la figura de Jordi Pujol, y abrir un gran boquete entre el PP y ERC que replantee la política catalana y, por ende, la política española. No pudieron cargarse al PNV acusándole de complicidad con el terrorismo, y ahora se pretende romper el espinazo de CiU con una acusación indiscriminada de corrupción y sicilianismo. Y se están usando métodos sucios, que recuerdan a la Rusia postsoviética.
Lo que faltaba, el victimismo.
El mercadeo de borradores policiales de los que nadie se hace responsable y que los jueces serios de la Audiencia Nacional se niegan a aceptar como indicio de delito es un asunto grave.
¿Pretende decirme que no hay corrupción en Catalunya?
Claro que la hay. Y se investiga. La instrucción del caso Palau es seria. Y en la medida en que es seria, cuando haya conclusiones tendrán repercusión. Vamos a ver. CDC ha tenido que presentar la escritura de su sede como aval para una fianza judicial. ¿Recuerda usted una medida cautelar similar cuando se ha investigado la presunta financiación ilegal del PSOE o del PP? Ha sido decisión de un juez catalán. Y se pretende presentar a la sociedad catalana como un conglomerado siciliano. La campaña de desprestigio es enorme y feroz.
¿Qué esperaban? España no es una broma. España no permanecerá inerme ante a los que la quieren destruir.
Ahora es usted que usa el plural mayestático.
¿Qué esperaban?
Más finura. Mas se ha pegado una buena costalada, pero no está muerto políticamente. El resultado electoral puede calificarse de confuso, pero la corriente soberanista existe y es fuerte. Caricaturizarla y desprestigiarla no creo que la aminore. A menos que con ello se intenten tapar otros problemas.
La corriente es prácticamente la misma que hace dos años. CiU y ERC suman un diputado menos que en 2010. 1,7 millones de votos, doscientos mil más que en 2010, con once puntos más de participación electoral. Sobre censo, el voto soberanista de estricta observancia representa el 34%. Cuatro puntos más que hace dos años. Sólo un punto más que en 1995.
En 1995, Jordi Pujol no proponía celebrar ninguna consulta soberanista.
Una corriente importante, sin duda. Dinámica, socialmente transversal, muy intensa en la Catalunya comarcal, especialmente en Girona y Lleida, muy bien representada en los medios de comunicación e hiperactiva en internet. Hegemónica en términos politicoculturales. Pero con el 34% no se gana un referéndum de tanto calado histórico.
¿Por qué le tienen tanto miedo a la consulta, entonces?
Porque no está prevista en la Constitución y porque no hay consenso en España para abrir ese melón en plena crisis. Sería una locura. Es la voluntad de unos dos millones de catalanes y acaso un millón de vascos -tres millones de personas- frente a más de 18 millones de españoles, como mínimo, contrarios o muy poco partidarios de abrir hoy ese debate. Tres frente a 18. Esa es la correlación de fuerzas realmente existente en España. Y Catalunya ha diversificado su voto en vez de concentrarlo de una manera excepcional, como le pedía su partido principal. Usted lo escribió: España ha ganado las elecciones del 25 de noviembre.
Escribí que las elecciones las ha ganado el orden vigente, en la medida en que la tensión se desplaza ahora al interior del cuerpo catalán: una gobernación difícil, un Parlament casi tan fragmentado como la Knesset israelí, cursillos de sánscrito para interpretar los matices de las urnas… Pero hay otro dato muy importante a medio plazo: PP y Ciudadanos, las dos únicas fuerzas partidarias de dejar las cosas como están, sólo representan el 14% del censo. ¿El inmovilismo de un 14% se puede imponer a la mayoría social en la comunidad que más aporta al PIB español? Lo veo insostenible a medio plazo.
Minoría de bloqueo. Minoría, agraciada por la costalada de CiU y las contradicciones internas del bloque catalán hegemónico. Ese podría ser un buen resumen del 25-N.
Una minoría de bloqueo que recibirá muchas vitaminas.
¿Usted que cree? Bien dirigida, una minoría de bloqueo puede ser muy eficaz. Y la cuestión catalana seguirá dando muchos réditos al PP en el resto de España. Aznar, preocupado por la deriva de Madrid y Valencia, lo ha formulado con meridiana claridad: máxima tensión con Catalunya y frente de unidad nacional para taponar todo atisbo de reactivación del PSOE.
Rajoy no ha comprado ese discurso.
Rajoy espera, como siempre. Hay niebla en Madrid.
Sí, hoy es un día muy nublado.
No pierda el hilo. El hundimiento de Bankia y la privatización de hospitales está abriendo un boquete en el fortísimo dominio del PP madrileño. Un vuelco en Madrid y Valencia en las elecciones del 2014 podría cambiar muchas cosas. Felipe González y Alfredo Pérez Rubalcaba lo saben.
2013, año temible. 2014, año telúrico.
Eso pienso yo, en mi marco.
Le veo enfadado.
Guiñapo, me ha dicho.
Créame, no hemos matado a Kennedy.