23 de enero de 1516
Navarra 1512-1530: diario de la conquista
El mundo le conoció como Fernando II de Aragón, y sus panegiristas adornaron su memoria con el sobrenombre de el Católico. Todavía en los cutres manuales de historia de nuestra infancia lo ensalzaban como padre de la patria, como enérgico y genial conducator de la epopeya de la Reconquista, y como imprescindible gestor de la Unidad Nacional. Una biografía manipulada, parcial, inflada y llena de patrañas.
La vida de Fernando estuvo marcada por la impostura y la manipulación. Antes incluso de nacer, su madre, que se encontraba en Sangüesa, al presentir el inminente nacimiento se desplazó precipitadamente a Sos, para que el niño fuera natural de Aragón y no de Navarra, y favorecer así sus aspiraciones políticas. Su matrimonio con Isabel de Castilla, y la consiguiente unión dinástica de ambos reinos, pusieron a su disposición grandes recursos, así como un margen de maniobra político, en Castilla, que las leyes aragonesas, mucho más garantistas, no le habrían dado. Su reinado estuvo marcado por el espíritu de cruzada, y tuvo como principal objetivo, en palabras del profesor de la Universidad de Deusto Xosé Estévez, lograr un cierre de fronteras, basado en accidentes naturales como los Pirineos, que habría de pasar por encima de Navarra y por encima de la propia legalidad de la época. En su obsesión por acabar con Navarra apoyó, azuzó y subvencionó a los beaumonteses, y a cualquiera que pusiera en solfa la autoridad de los monarcas navarros. Retorció la legalidad y la praxis política hasta extremos sonrojantes, y presionó al mismísimo Papa para que declarase herejes a los reyes de Navarra, aunque era muy consciente de que las acusaciones eran falsas. Fue, en suma, un personaje nefasto para Navarra.
La última semana de enero de 1516 Fernando enfermó gravemente, según se dice a causa del consumo abusivo y excesivo de un insecto afrodisíaco, la cantárida (Lytta vesicatoria), que tomaba para remediar su disfunción sexual. Su muerte se produjo el 23 de enero de 1516, pero el regente Cisneros la ocultó durante unos días por motivos políticos. La mentira, la ocultación y el exceso rodearon la existencia de Fernando el Católico desde antes de nacer, y le seguirían después de morir, pero sobre todo le acompañaron, de manera muy consciente además, a lo largo de su actividad como rey. Por ello, cada vez son más los que se refieren a él como Fernando II de Aragón, el Falsario.