Desde este domingo, serie semanal que recoge los hechos históricos y el análisis de expertos en la materia
Los españoles fortifican Pamplona. (MARTIN ALTZUETA)
A principios de enero de 1513, una vez se había producido la conquista y el primer intento legitimista del otoño de 1512, Fernando el Católico tenía dos ideas muy claras. Una, que los reyes de Navarra volverían a intentar recuperar el reino robado. Dos, que las viejas murallas medievales de Pamplona no eran ya operativas ante los avances de la artillería. Por ello se acometió la construcción de un nuevo y moderno castillo en la capital. El lugar elegido fue una explanada situada al sur de la ciudad, es decir, en el frente más desguarnecido, entre la actual plaza del Castillo y el arranque de la avenida de Carlos III.
Para conseguir la piedra necesaria se desmanteló el viejo castillo medieval construido en el siglo XIV en el cuadrante noreste de la plaza, el más cercano al hotel La Perla, pero ello no era suficiente para la nueva fortaleza. El 9 de enero de 1513 comparecían en la capital los representantes de los pueblos de la Cuenca de Pamplona, a los que se comunicaba la obligación de contribuir con su trabajo a las obras del castillo. Deberían aportar todos los carros y acémilas que tuvieran, para acarrear piedra, calcina y madera en grandes cantidades, y se les amenazó con fuertes sanciones caso de no cumplir estas instrucciones. En los siguientes meses, las órdenes se extendieron a valles como los de Elorz, Unciti, Aranguren, Egüés y Esteribar, e incluso a localidades más alejadas como Murillo el Fruto, Santacara, Mélida, Murillo el Cuende, Carcastillo o Pitillas. Se elaboraban además listas con los nombres de los vecinos desobedientes, a los que se impondrían multas y castigos.
El nuevo castillo era una soberbia fortaleza de planta rectangular, dotada de torres de recinto circulares y rematadas en alto con plataformas artilleras. Su diseño se asemejaba al castillo español de Salses, en el Rosellón (1503), a cuya generación castellológica pertenecía. Este castillo de Santiago tuvo una vida efímera, puesto que fue derribado en 1590, y sus piedras empleadas en la construcción de la futura Ciudadela.