Manicomio

Sombríos capiteles, las copas de los árboles

vacilan bajo el peso implacable del cielo

 

Ángeles caídos con las alas rotas

vagan por el jardín de las desdichas,

arrastran cabizbajos sus pies sobre la hierba

mustia, sobre las  piedras del camino

que apunta vagamente a un horizonte

bello e inaccesible…

 

La alegría, el deseo, la esperanza

son hoy cenizas de la misma hoguera.

 

¡Qué espantoso ha de ser por las mañanas

creer huir de algún sueño siniestro

y despertar en esta pesadilla!

 

Como pájaros lentos, los ojos sobrevuelan

paisajes calcinados,

buscando entre los pliegues ardientes de las dunas

el anhelado oasis del olvido.

 

Ángeles caídos con las alas rotas,

los hombres y mujeres aquí presos…

 

Todos se hundieron en el mismo abismo,

en la misma oquedad honda y terrible

que un dios perverso, hastiado de estar solo,

debió de imaginar mientras llenaba

el espacio infinito de inhabitables astros,

de gélidos planetas oscuros y de infiernos…

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

EL TIEMPO COMO UN BARCO

 

 

El tiempo como un barco que no regresa nunca

nos aleja impasible del dolor y la risa.

 

Atrás quedan las ruinas calcinadas de Troya,

su ensangrentada playa.

 

Atrás también  las costas

de Ítaca y sus puertos apacibles;

las casas que no apartan, igual que las mujeres,

sus ojos de la mar;

el amable palacio donde una reina teje

y desteje incansable

dolorosas nostalgias, esperanzas

huecas como las naves que partieron…

 

Ulises, sin embargo, no regresará nunca.

 

Ni su sagaz ingenio, ni Atenea

podrán nunca salvarle…

podrán salvarnos nunca

a nadie de nosotros,

a pesar de que, a veces,

por la mañana alcemos las persianas

con la misma alegría

que un marino impaciente iza las velas

y enfrentemos, como un mar favorable,

nuestra vida…

 

 

Publicado por Nabarralde-k argitaratua