Toni Strubell
Parlamentario de Solidaritat Catalana
Solidaritat Catalana (SI) ha logrado introducir la demanda independentista en la agenda del Parlament de Catalunya a través de una propuesta de ley que se votará entre marzo y abril. Pese a que no saldrá adelante, sus promotores esperan que, al menos, la iniciativa sirva para retratar las posiciones de cada formación.
Toni Strubell (Oxford, 1952) es uno de los parlamentarios catalanes con más vínculos con Euskal Herria. Durante dos décadas ejerció como profesor de Filología inglesa en la Universidad de Deusto y es, probablemente, el único aforado del Principat que también se expresa en euskara. Desde el 28 de noviembre de 2010, Strubell es uno de los cuatro diputados de SI, que ahora ha presentado una iniciativa legislativa para que el Parlament declare la independencia de Catalunya.
Durante la campaña, la proposición de ley para declarar la independencia de Catalunya de forma unilateral fue el mensaje principal de su formación. No han tardado ni dos meses en ponerla en marcha. No les pueden acusar de que no cumplen con sus promesas.
Se trata de nuestra propuesta estelar, pero no resulta nada novedoso. Es una estrategia que ya se ha desarrollado en otros ámbitos nacionalitarios, como Kosovo. Ante las severas restricciones que han significado las evoluciones jurídicas y políticas españolas del último tiempo, ésta es la salida para lograr la independencia de nuestro país. Hay unos precedentes, que son dos resoluciones presentadas en los años 89 y 98 que no renuncian al derecho de autodeterminación.
CiU ha avalado el debate con sus votos pero ya ha dicho que no lo apoyará. PSC y PP se han opuesto y Ciutadans ha advertido de que recurrirá a los tribunales. ¿Apostaban realmente por sacar adelante la propuesta o es una forma de retratar a otras formaciones que se han mantenido ambiguas en cuestiones soberanistas?
Nuestra esperanza es que este debate se llegue a producir. Tan importante es el componente independentista como el democrático. Un Parlamento democrático, si es verdaderamente democrático, tiene que poder debatir esta cuestión. Es posible que los partidos españolistas presenten un recurso, pero esto demostraría su falta de calidad democrática. No hemos tomado esta iniciativa para presionar a nadie, sino porque queremos que nuestro país sea libre. No obstante, esta es una excelente ocasión para que el electorado vea una definición, hasta ahora inexistente, entre los demás partidos políticos.
De todos modos, necesitan los votos de CiU para que la propuesta salga adelante. ¿Confían en ellos o esto es política ficción?
No es cuestión de confianza. Habrá que hablar sobre la relación que haya entre esta coalición y su electorado. En este país hemos vivido muchas cosas desde 2007: las consultas, con más de 600.000 votos a favor de la independencia acumulados, los más de 120 ayuntamientos que se han declarado excluidos del espíritu constitucional, o la manifestación del 10 de julio, que fue una de las más numerosas vistas en este país. Ahora, la pelota está en el tejado de CiU. Este país es irrealizable en términos democráticos y nacionales con el actual estatus político existente.
Esto es evidente no sólo para cualquier nacionalista sino para cualquier demócrata.
El portavoz del Govern, Francesc Homs, que se declara independentista, ya ha dicho que van demasiado rápido. ¿Se han puesto en contacto con ellos?
Hay un tiempo prudencial para intercambiar con otros grupos. Pero es especialmente interesante el reciente posicionamiento del ex president Jordi Pujol, que reiteradamente ha expresado su convencimiento de que dentro del Estado español, nuestra nación no tiene futuro alguno.
En el otro extremo se encuentran las sucursales de Madrid, que han advertido de que tratarán de parar el debate.
La actual Catalunya, el Estado de las autonomías, no tiene recorrido. Hay que asumir que, en cualquier proceso de creación de un nuevo Estado, siempre hay un momento de fractura. Esto requiere dar pasos valientes, que rompan con la legalidad vigente constitucional. Por eso hay nerviosismo entre los autonomistas.
Y esto se puede comprobar con los movimientos existentes en el PSC. En su periferia existe un repertorio muy amplio de intelectuales que, en los últimos tiempos, han expresado su preocupación, llegando incluso a declarar cosas tan inverosímiles como que votarían a favor de la independencia en unas consultas. Eso en Euskal Herria, en el PSE, sería impensable.
Pero es indicativo de las contradicciones que se abren en formaciones de este estilo, que ven que el pueblo catalán va en una dirección y ellos se están quedando en el inmovilismo que representa la España autonómica y su incardinación dentro de un partido como el PSOE, incapaz de asumir la realidad catalana.
¿Tiene miedo a la reacción judicial?
Un Estado como el español, capaz de asumir la tortura, que en muchos aspectos ha intervenido de una forma poco democrática, hace que malpensemos. No es miedo. Aunque todas las precauciones son pocas.
¿Qué ocurrirá después de la votación? Sus detractores les acusan de no tener programa al margen del discurso independentista.
Este es el mantra que expone la prensa más conservadora. Ahora hablamos de dos proyectos de ley (proposición para la declaración de independencia y propuesta para la realización de un referéndum) pero luego hablaremos de otras cosas. En el ámbito independentista estamos mejor situados que ERC con su impresentable historial reciente, especialmente para mostrar al sector independentista que puede llegar a ser mayoritario en este país. Es absurdo pensar que nos vamos a quedar sin discurso.