No será fácil digerir los resultados del 28 de noviembre. Por los partidos, porque ganadores y perdedores deberán leer bien el sentido de lo que han recibido o han perdido. De ello dependerá su futuro. Los estudiosos del hecho político, porque se hace necesario y urgente disponer de nuevos esquemas interpretativos que, más allá de justificar a favor propio los resultados, permitan comprender las claves fundamentales de lo que ha pasado. Incluso los electores, que deberán comprobar hasta qué punto el mapa final que han contribuido a crear se ajusta a lo que esperaban y querían que pasara.
Las interpretaciones de unos resultados electorales pueden tener dos objetivos: imponer una lectura de la realidad conveniente a los propios intereses, es decir, “apropiarse” los resultados -hayaN sido favorables o desfavorables-, o bien tratar de comprender qué ha pasado , las razones de la decisión del voto, incluso si esta interpretación pone en evidencia los propios errores o debilidades. Pues bien: el independentismo, las diversas organizaciones que lo representan, debería hacer un ejercicio honesto sobre estos resultados y sobre lo que han conseguido. Y no tanto sobre los resultados mismos, que eso ya lo hemos podido ver con una disminución de los diputados explícitamente independentistas, sino sobre las expectativas creadas-y frustradas-y, aún más, sobre las causas de los desacuerdos o sobre cómo seguir adelante.
A primera vista, sin embargo, nada hace pensar que de manera inmediata sea posible una reflexión serena y constructiva. ERC tiene dificultades en la propia organización que pueden hacerle difícil un ejercicio de autocrítica en relación a la estrategia seguida en los últimos años.Solidaritat, envalentonado por los resultados, no parece, por ahora, capaz de autocrítica sobre su irrupción improvisada y las consecuencias que se derivan. RCat, fiel a su estilo, casi una semana después de las elecciones, está desaparecida …
Como la independencia no es para pasado mañana, habrá tiempo para repensar el futuro de su expresión política. La independencia -lo he sostenido siempre- no vendrá por un gran partido independentista en el Parlamento, sino por tener diputados independentistas en casi todos los partidos. Pero, de momento, el trabajo principal es prepolítico. Hay que convencer a la sociedad civil, hay que tener propuestas bien elaboradas, hay que imaginar el país que haremos. Quizá era inevitable pasar la tentación de la borrachera electoral, pero ahora hay que volver al trabajo.