Como me niego a comprar The Wall Street Journal, a veces le echo una ojeada a algún ejemplar que alguien deja olvidado. Así fue el mes pasado, cuando una amable pareja dejó su diario en el asiento de enfrente en el tren. Era tan malo como siempre: Funcionarios de la Defensa predicen lento avance en Afganistán. ¿Y la fuente de este inesperado titular? Altos oficiales militares estadunidenses, oficiales militares, un alto funcionario militar, funcionarios del gobierno de Obama, funcionarios de la Defensa, el alto funcionario militar, los oficiales, muchos en las fuerzas armadas, y así por el estilo.
¿Por qué nuestros escribas publican estas pendejadas? Mi viejo amigo Alexander Cockburn las llama vender el puente de Brooklyn y afirma que Michael Gordon, jefe de corresponsales militares del New York Times, siempre está dispuesto a comprarlo. Cierto. En 2002, Mike sonaba la alarma respecto de que los tubos de aluminio en Irak formaban parte del programa nuclear de Saddam Hussein. Luego, en 2007, funcionarios estadunidenses –claro– enteraron a Mike de que Irán proveía a los insurgentes iraquíes de penetradores formados con explosivos para utilizarlos contra las fuerzas estadunindenses; el hecho de que la mayoría de los insurgentes que combatían a los estadunidenses en Irak fueran sunitas y no tuvieran ninguna relación con Irán no logró colarse en la nota de Mike. Ah, sí, y los iraníes también proporcionaban a sus aliados de Hezbollah en Líbano esa arma para usarla contra los israelíes. Bueno, por lo menos Hezbollah, que es chiíta, sí es armado por Irán, aunque tendremos que esperar a la próxima guerra en Líbano para ver si esos misteriosos penetradores hacen su aparición.
El verdadero problema, desde luego, es que nos venden el puente de Brooklyn una y otra vez. He aquí una buena cita: Irán es el centro del terrorismo, el fundamentalismo y la subversión, y desde mi punto de vista es más peligroso que el nazismo, porque Hitler no tenía una bomba nuclear, en tanto los iraníes intentan perfeccionar una opción nuclear. Esta predicción no fue hecha por Benjamin Netanyahu –y gracias a Dios por Robert Cohen, quien descubrió ese puente de Brooklyn en particular–, sino por el entonces primer ministro y hoy presidente de Israel Shimon Peres, en 1996. Y cuatro años antes, ese mismo Peres vaticinó que Irán tendría una bomba nuclear para 1999.
En otras palabras, Irán –si la ridícula aseveración de Peres hubiera sido cierta– adquirió una bomba nuclear hace 11 años. En 2007, funcionarios estadunidenses dijeron que pasarían seis años para que Irán tuviera la bomba, y el año pasado Israel dijo que podría llevarle menos de dos. Recordémoslo, pues: 2013. O 2011. O 1999, para el caso. De hecho fue el mismo Peres quien este año reveló que Hezbollah había adquirido misiles Scud de Siria –presumiblemente equipados con algunos de esos penetradores formados de explosivos de Mike– para utilizarlos contra Israel. Ahora bien, creo que Hezbollah cuenta con armas mucho más avanzadas que esos anticuados cohetes rusos que Saddam Hussein usó contra Israel en la guerra del golfo de 1991; últimamente ha estado jugando con aviones sin piloto e incluso envió uno en un vuelo de prueba sobre Israel, que regresó intacto a Líbano. Pero, ¿Scuds?
Pues bien, la nota prendió. Los estadunidenses lanzaron una amenaza oblicua a Siria, aunque no había un solo grano de evidencia de que los viejos Scuds hubiesen sido llevados a Líbano. El puente de Brookly fue comprado de nuevo. Y luego, esta semana fue el turno de Netanyahu. “El problema de seguridad –afirmó– no son sólo los nuevos (sic) cohetes que entrarán (sic) en la zona y luego amenazarán centros urbanos. No sé si ustedes sepan esto, pero hoy día batallamos para volar cerca de Gaza porque tienen misiles antiaéreos ahí.”
Vamos, Hamas es tan ineficiente y corrupto que dudo que haya logrado hacer pasar un arma semejante a través de los túneles desde Egipto, a menos que se tratara de algunos de esos cohetes que se disparan desde el hombro y que tan lamentables resultados militares dieron cuando los palestinos trataron de usarlos en 1982 sobre Beirut.
Pero el puente de Brooklyn fue comprado de inmediato. La agencia Ap reportó desde su corresponsalía en Beirut que la aseveración de Netanyahu era un suceso que tiene el potencial de cambiar el juego y podría amenazar la capacidad de la fuerza aérea israelí de atacar al grupo militante islámico. Qué gracioso: ¿y entonces por qué Hamas no usó esas maravillosas armas en enero del año pasado, cuando los israelíes crearon un infierno en la franja de Gaza? ¿O por qué no las encontraron los israelíes cuando la ocuparon? Pero una vez más, ¿por qué no encontraron a su soldado perdido, Gilad Shalit, capturado por Hamas hace más de cuatro años, cuando entraron a sangre y fuego en Gaza?
Por supuesto, no sólo los estadunidenses y los israelíes nos venden el puente de Brooklyn. Cuando el indignado presidente iraní, de visita en el sur de Líbano hace unos días, advirtió a los israelíes que su país está condenado –Yasser Arafat solía vender ese mismo puente casi en el mismo lugar del sur de Líbano, hace 33 años–, los encabezados del mundo proclamaron esta amenaza como si Ahmadinejad hubiese llegado a Beirut llevando en su equipaje una de sus famosas cabezas nucleares. Y, claro, Israel denunció que Líbano es un nuevo centro de terror regional. También eso le dio la vuelta al mundo.
Habiendo vivido en Líbano 34 años, recuerdo que los israelíes utilizaron exactamente la misma frase en 1978, 1981, 1982, 1993, 1996 y 2006. Supongo que esos condenados libaneses se la pasan construyendo nuevos centros de terror regional cada vez que el extremadamente exitoso ejército de elite israelí devasta su tierra.
¿Hay más puentes de Brooklyn en camino? Sin duda. Después de todo, apenas han pasado unos meses desde que ese gran vendedor de puentes que es Daniel Pipes dio un consejo al gobierno estadunidense en el Jerusalem Post bajo el encabezado Cómo salvar la presidencia de Obama: bombardee Irán. Supongo, dada la amplia oposición interna en Irán, que alguno de los allegados al hombre fuerte podría darle la vuelta a la frase: Cómo salvar la presidencia de Ahmadinejad: bombardee Israel. Y nuestros escribas comprarían ese puente también.
© The Independent
Traducción para La Jornada: Jorge Anaya