Europa, Tony Judt

Conocí a Tony Judt hace cinco o seis años, en un simposio privado, sin público, en el Institut Remarque de Nueva York. Hablábamos, entorno a una mesa, sobre el tema permanente y recurrente de los viejos y nuevos nacionalismos europeos, cualquier cosa que signifique “nacionalismo”, que no es únicamente lo que piensa Vargas Llosa. El Remarque Institut es un centro tan excepcional como su director desaparecido hace un mes, fundado en honor de Eric Maria Remarque, autor de “Sin novedad en el frente oeste”, que le valió fama universal y odio por los nazis, que le acusaron estúpidamente de judío. Tony Judt sí era judío, y sobre todo era europeo y ciudadano del mundo. Y Washington Square es uno de mis lugares favoritos de Nueva York, una plaza tan europea también, tan recogida, llena de gente de todos los colores, caras y edades. Y casi sin turistas. Los hotelitos vecinos son una delicia escondida. Judt me sorprendió leyendo la monumental “Postguerra. Una historia de Europa desde 1945”, que son 1.200 páginas llenas de ideas, algunos hechos que yo no conocía. Como que los jefes de gobierno de Italia, de Alemania y de Francia que en 1951 firmaron el tratado de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero, embrión de la futura Unión Europea ( Alcide de Gasperi, Konrad Adenauer y Robert Schuman ) procedían de regiones fronterizas: del Trentino, de Renania y de Lorena. El Trentino donde nació de De Gasperi pertenecía al Imperio austro-húngaro, y el joven Alcide estudió en Viena. Schuman creció en un territorio incorporado a Alemania tras la guerra de 1870, y de joven perteneció a las mismas asociaciones católicas que Adenauer. Huelga decir que, cuando se reunían, los tres hablaban alemán. Bueno, pues, de aquella Europa anterior a la I Guerra Mundial, y anterior a los estados fascistas, nazis o comunistas, nació nuestra Europa. Resucitando, curiosamente, el eje vertical que fue la Lotaringia, la parte central del imperio de Carlomagno, la que va del valle del Po hasta los Países Bajos, pasando por Borgoña y por el valle del Rin. Pero eso Tony Judt no lo explica, quizá porque es algo remota. Para mí, no tan remota que ( como tantas otras que lo parecen ) no ayude a comprender los hechos más próximos. Y nosotros, como siempre, en una ignorada periferia meridional.

 

Publicado por El País-k argitaratua