En una premonición extraña, el gramático Antonio de Nebrija escribió en el prólogo de la gramática de la lengua castellana, que publicó en 1492 : “Que siempre la lengua fue compañera del Imperio, y de tal manera lo siguió, que juntamente comenzaron, crecieron y florecieron, y después junta va a ser la caída de entrambos”. Premonición, porque el imperio español apenas despuntaba cuando el humanista dedujo la necesidad de fijar normativamente la lengua, que tanta compañía le había de hacer en los viajes peninsulares y americanos. Premonición también, porque con la decadencia del mismo imperio la lengua lo siguió. Pero la escuela de Nebrija todavía tiene brasa y ayer el príncipe de España proclamó que la castellana es una lengua ” poderosa aliada del crecimiento económico “, ” gran autopista que permite circular ágilmente por las sociedades globales ” y depositaria de las ” ventajas que tienen los países con idiomas de alcance universal “. Don Antonio, ya lo ve, pasan los años y las circunstancias, pero no las ideas ni las obsesiones.