Hizbulá, arrinconado

El futuro de Hizbulá, la poderosa organización política y paramilitar chií del Líbano, nunca ha parecido más incierto que hoy. Dadas la creciente tensión con Israel y las posibles  acusaciones por parte del tribunal internacional que investiga el asesinato del ex Primer Ministro Rafic al-Hariri, Hizbulá parece estar acosada por todos lados.

La pregunta más inmediata se refiere a la posibilidad de otra guerra entre Israel y Hizbulá, temores que han ido aumentando este año, impulsados por información de que ha estado recibiendo nuevos suministros de misiles y las amenazas intermitentes de Israel. Quienes prevén una guerra argumentan que Israel no está dispuesto a tolerar un títere de Irán fuertemente armado en sus fronteras mientras las tensiones con Irán en torno al problema nuclear siguen si solución.

Si bien es improbable que estalle una guerra en los próximos meses, si las sanciones a Irán no tienen efectos antes de principios de 2011, Israel puede sentir la necesidad de tomar medidas. Si lanzara ataques con misiles a las instalaciones nucleares de Irán, es probable que Hizbulá se una al conflicto, e Israel tendría que atacarla al mismo tiempo. Otra posibilidad es que Israel emprenda una guerra preventiva contra Hizbulá para arrebatar a Irán la capacidad de tomar represalias en sus cercanías.

Hizbulá se está preparando intensamente para estos escenarios, construyendo defensas, cavando túneles y reuniendo un potente arsenal de misiles. Sin embargo, aunque es probable que sus preparativos garanticen su supervivencia, sería complicado justificar ante la opinión pública libanesa una estrategia que condujo a dos devastadoras guerras en el curso de cinco años.

Al final de una guerra así, los países árabes y la comunidad internacional podrían terminar pidiendo a Siria que asuma una mayor responsabilidad en El Líbano para contener a Hizbulá y su perfil militar.

Más aún, si la paz impide que se caiga en una guerra, Hizbulá tendrá otro problema. Si bien parece poco probable que haya avances reales en el proceso de paz árabe-israelí, el enviado estadounidense George Mitchell sigue hablando de la paz como una posibilidad clara en 2011. Algunas fuentes de la administración de EE.UU. dan señales de que el Presidente Barack Obama podría anunciar planes generales de un acuerdo árabe-israelí más entrado este año.

Un acuerdo entre Siria e Israel es un elemento clave de todos los escenarios propuestos para una paz árabe-israelí. A cambio de devolver los ocupados Altos del Golán, Israel y Estados Unidos insistirán en el desarme de Hizbulá. De hecho, en el contexto del Plan de Paz Árabe, anunciado en Beirut en 2002, los estados árabes se hacen cargo de garantizar la seguridad de “todos los estados de la región” -en otras palabras, resolver las amenazas que representan Hizbulá y Hamás-, puesto que la región incluye a Israel.

Aunque Hizbulá e Irán argumentan, quizás con razón, que Israel no devolverá los Altos del Golán ni permitirá la creación de un estado palestino, no se puede descartar la posibilidad de que se alcance la paz. Si eso ocurre, Israel presionará a El Líbano a que firme un tratado de paz con Israel y anule a Hizbulá para adaptarse a las nuevas realidades.

Dada su popularidad entre los chiís libaneses, Hizbulá continuaría como un partido político influyente, pero tendría que abandonar su papel de principal representante de la Guardia Revolucionaria de Irán. No obstante, Hizbulá también se enfrenta a importantes problemas políticos. Aunque no se ha hecho ningún anuncio oficial, hay información de que Daniel Bellemare, fiscal del tribunal especial para El Líbano, podría concluir su investigación y formalizar acusaciones en otoño.

En un discurso del 16 de julio, el jeque Hassán Nasrallah, líder de Hizbulá, reconoció los rumores de que el Tribunal podría acusar a miembros de su partido, pero planteó que el Tribunal era parte de un plan de Israel para socavar la resistencia islámica en El Líbano y que carecía de credibilidad. Argumentó que probablemente las acusaciones se basarían en grabaciones de conversaciones por teléfonos móviles y que agentes israelíes habían penetrado la red móvil libanesa. De hecho, hace poco las autoridades libanesas arrestaron a un alto ejecutivo de una de las dos compañías de telecomunicaciones móviles del país, bajo la acusación de ser un agente de Israel.

Al describir el tribunal como parte de un complot israelí, Nasrallah advirtió al gobierno y otros partidos de El Líbano que no debían cooperar con él ni aceptar sus veredictos. Recordó los combates callejeros en Beirut en mayo de 2008 y dejó en claro que Hizbulá no eludiría otra lucha de ser necesario.

Si bien Hizbulá ha intentado convencer a otros libaneses de que su presencia ayuda a mantener la seguridad y estabilidad del país, los acontecimientos regionales e internacionales sugieren que se enfrenta a crecientes retos. Y, aunque el futuro no se le aparece muy brillante, es poco probable que ceda poder sin luchar.

 

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Traducido del inglés por David Meléndez Tormen