Tiempos líquidos

Si algo va quedando claro ante los últimos acontecimientos es que no hay nada claro. La paradoja, entonces, ayuda a entender teorías como la de Zygmunt Bauman, que mucho antes de la crisis acuñó el concepto “tiempos líquidos” para referirse a todo lo que ahora nos parece tremendamente familiar: la precariedad de las formas sociales, el divorcio entre el poder (¡los mercados!) y la política, la fragilidad del estado del bienestar y en general un sentimiento difuso de temor ante el futuro.

De ese magma, si ustedes quieren, van emergiendo patrones borrosos, que aún no pueden ser definidos completamente, pero marcan tendencia. Ahora se estila que banqueros con mucho pedigrí, o sus monaguillos más obsequiosos, se aclaren la garganta con mucho énfasis antes de levantar el dedo índice y advertirnos de que hemos vivido “por encima de nuestras posibilidades”. Y entonces es cuando usted y yo, amigo lector, nos tentamos la ropa y pensamos a qué pueden referirse estos buenos señores, puesto que ahorramos lo que pudimos, prescindimos de lujos superfluos y nos hipotecamos sólo para poder vivir bajo techo.

Por supuesto que hay gente que vivió el desenfreno con más o menos estilo. ¿Alguien duda de que son los mismos que, en cuanto escampe esta crisis, volverán a comprarse caros e inútiles 4×4 y a invertir en viviendas sobrevaloradas para enterrar dinero negro? El problema de la incertidumbre es que siempre golpea a los mismos. ¿Tiene la culpa de lo que pasa un conserje de colegio (¡funcionario!) que cobra poco más de mil euros al mes? Los tiempos líquidos se van perfilando, también, como un tiempo de canallas.

Publicado por Público-k argitaratua