Una bestialidad, que aflora

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Estos días se ha visto en la televisión checa una película, firmada por un aficionado en 1945, que transmite en directo las ejecuciones de civiles alemanes en una calle de Praga. Película, que el cineasta la mantuvo escondida en vida.

Lo cuenta Jan Puhl en la revista Der Spiegel 22/2010. Las secuencias han permanecido durante décadas olvidadas en una caja redonda de aluminio: las tomas originales apenas duran siete minutos, rodadas en blanco y negro con cámara de 8 milímetros el 10 de mayo de 1945 en el barrio Borislavka de Praga, en aquellos días convulsos tras la capitulación de los alemanes.

El aficionado, que rodó, se llamaba Jiri Chmelnicek, vivía en el barrio, era praguense e ingeniero de construcción y quiso documentar la liberación de la ciudad. Chmelnicek filmó tanques avanzando por las calles y a soldados y a gente huyendo. Y también a columnas de alemanes en la calle Kladenska, a quienes soldados del Ejército Rojo y milicianos checos habían sacado de sus casas.

La película muestra asimismo a  los alemanes siendo congregados a continuación en los alrededores de un cine próximo, el “Borislavka”. Luego la cámara apunta al borde de la calle. De espaldas al objetivo se alzan más de 40 hombres y al menos una mujer; al fondo se divisa un prado. Se oyen tiros, y los hombres van desplomándose en fila, uno tras otro, caen hacia delante sobre un pequeño terraplén. Ya en el suelo los heridos suplican piedad. Es cuando se acerca un camión del Ejército Rojo y machaca con sus ruedas a heridos y muertos. Luego se ve a alemanes cavando en la campa del fondo una fosa común.

Las imágenes tambaleantes muestran algo que ya testigos oculares e historiadores venían narrando: Las matanzas selectivas de civiles alemanes. Sin embargo estas imágenes de ayer han dejado huella en los checos de hoy. “Hasta ahora no se conocían filmaciones sobre estas ejecuciones”, dice el documentalista checo David Vondracek, encargado de presentar en televisión. “Cuando lo vi por primera vez fue como una transmisión en directo del pasado”. Hasta hoy sólo se conocían unas tomas de un equipo de las Fuerzas Armadas de U.S., que muestran en Pilsen a alemanes heridos en el suelo a inicios de mayo de 1945, también aparece algún muerto pero no ejecuciones y liquidaciones como aquí.

La documentación de Vondracek sobre los crímenes checos (Título: matanzas a lo checo), que se emitieron  por la televisión pública en el mejor horario precisamente dos días antes del 8 de mayo, es por ahora el punto álgido de un proceso de elaboración, que los checos vienen llevando a cabo. Algo que también vienen anotando y señalando las federaciones de sudetes alemanes.

Horst Seehofer quiere ser el primero tras la Segunda Guerra Mundial, que como primer ministro bávaro visite oficialmente Praga en los próximos meses. “Se han descubierto cosas importantes para los sudetes alemanes”, dijo Seehofer.

Se calculan en unos tres millones los alemanes, que fueron expulsados del país de los sudetes y de los demás territorios de Checoslovaquia por los checos y el Ejército Rojo tras la derrota de Alemania. Unos 30.000 civiles fueron víctimas de la venganza. Y muy pocos de entre ellos eran nazis; la mayoría gentes, alemanes, que durante décadas llevaban viviendo puerta con puerta con checos hasta la anexión de Bohemia y Moravia por Hitler en 1938.

No se sabe quién eligió y seleccionó en aquellos días precisamente a los alemanes en Borislavka y de qué se les acusó. Probablemente fueron asesinados por soldados del Ejército Rojo, quizá también por guardias revolucionarios de las milicias checas. Entre quienes dispararon pudieran encontrarse también colaboradores checos, que antes habían trabajado codo con codo con el ejército alemán y ahora, tras la capitulación alemana, se veían un tanto obligados a mostrar su lado más bestia e inhumano para así lavar su mancha y congratularse ante los demás, como por desgracia ocurre con cierta frecuencia.

En cualquier caso, vieja y sangrante lección de bestialidad humana, que se repite guerra tras guerra también en nuestros días.

Helena Dvorackova, hija del cineasta aficionado Jiri Chmelnicek, fue una de las primeras en visionar las imágenes de las ejecuciones. No está segura de los años que tenía cuando proyectó su padre la película en casa. “Tampoco recuerdo si comentó algo, si bien hay poco que comentar”.

Su padre mantuvo el rollo escondido durante muchos años en casa; incluso les visitó ciertos días la policía comunista, por lo visto alguien se dio cuenta de que aquel día se filmaba. Preguntaron por la película, le amenazaron e intentaron sonsacarle con promesas. Pero él se mantuvo en silencio sin entrar al trapo. Quiso que el mundo se diera cuenta algún día de la bestialidad que se cometió aquel día de mayo contra aquella gente indefensa  en Borislavka.

Hace ya diez años -bastante después de la muerte de su padre-  que Helena Dvorackova ofreció el documento a un conocido historiador checo  de televisión. Pero lo mantuvo oculto. Se dice que dijo: “La gente me apedreará si lo muestro”. Lo depositó en el archivo de la televisión estatal, que es donde lo encontró el documentalista Vondracek, después de que hubiera tenido noticia de ello por un cámara, conocido de la familia del  cineasta aficionado.

Hoy día Borislavka es uno de los  barrios de Praga más distinguidos. La pradera, en la que ocurrieron los asesinatos, está poblada de hierba alta, pero Vondracek quiere descubrir  hoy la fosa común de los alemanes de ayer. “Debe encontrarse en algún rincón”, dice.

En cualquier caso, cerca de una placa conmemorativa de dos checos, que murieron el 6 de mayo de 1945 luchando contra los nazis.

 

Publicado por Nabarralde-k argitaratua