A menudo se dice de los padres fundadores de la independencia de los Estados Unidos de América que “lo hicieron porque no sabían que era imposible”. A menudo hemos oído los últimos tres años, a cada paso que se daba, unos u otros (Unamuno diría los “hunos” y los “hotros”) diciendo que era imposible, o que no servía para nada, además de ser imposible.
Hemos oído que
También hemos oído, frente a los referendos no oficiales que comenzaron en Arenys de Munt, que no se podrían hacer, que enviarían
Más recientemente muchas voces auguraban que con la ley de referendos no se podría convocar sobre la independencia, o que la mesa del Parlamento no admitiría nunca a trámite una propuesta por iniciativa popular en este sentido. El hecho es que acaba de hacerlo, y que nada ni nadie puede detener el proceso de recogida de firmas de los ciudadanos que pidan convocar referéndum con la siguiente pregunta: “Para que el Parlamento de Cataluña lleve a cabo las iniciativas necesarias para hacer efectiva la voluntad popular, ¿Está de acuerdo en que la nación catalana se convierta en un Estado de derecho, independiente, democrático y social integrado en
Ahora redoblan las voces que auguran que el gobierno español que habrá en la próxima primavera no dará permiso para celebrar el referéndum. Nadie lo sabe, eso, y en todo caso lo que toca ahora es recoger en seis meses las firmas del 3% de la población como mínimo, y luego será el Parlamento quien votará si convoca o no el referéndum. Esta es la responsabilidad de las fuerzas políticas catalanas, dedicó sus militantes y simpatizantes a recoger firmas o no hacerlo: promover esto, acompañarlo, mirarlo de lejos o intentar impedirlo, y una vez recogidas las firmas, votar a favor o en contra en el Parlamento. No deben preocuparse por el lejano, en el espacio y en el tiempo, gobierno español, lo que les corresponde, en el aquí y ahora, es trabajar a favor (o no), y votar al Parlamento ( o no), y lo que hagan deberán responder ante el electorado el próximo otoño.
Es de ingenuos pensar o prever la buena o mala voluntad del gobierno español de turno, su buena o mala fe, o fundamentar ninguna estrategia en su actuación favorable. Al contrario, prevemos un gobierno español que hará todo lo que esté a su alcance, legal o ilegal, para impedir la independencia de Catalunya, pero que ya no puede utilizar el método habitual español de antes, la violencia de Estado . La independencia es una cuestión de poder, y como tal se resolverá, si conseguimos hacer imposible o muy costoso al gobierno español prohibió que la gente vote, sin coartada jurídica que envolver su eventual negativa, y actuamos en la correlación de fuerzas de manera que prevalezcan las que sean desfavorables a los españoles y los unionistas catalanes. Depende, en esta fase, del número de firmas de las personas que en procedimiento oficial reclaman votar sobre la independencia. Es el primer referéndum oficial que celebraremos, indirectamente, porque el número de firmantes acredita que al menos todas aquellas personas votan sí al reconocimiento del derecho de autodeterminación y reclaman ejercerlo.
Por cierto, ¿alguien ha visto el gobierno español prohibiendo nada? ¿Alguien lo vio cuando el Ayuntamiento de Barcelona celebraba un referéndum sobre