España, invitada de honor a la feria de Nueva York

Con la más perfecta naturalidad y sin que en ninguna prensa levantara ligeramente la ceja, leemos que España ha sido la invitada de honor de la feria del libro de Nueva York. Según nos dicen, los Países Catalanes, Euskadi y Galicia forman parte de España, y España es constitucionalmente plurilingüe. Pues ni una mención a la literatura catalana, vasca o gallega. La preocupación de los editores españoles y del Instituto Cervantes es difundir la literatura española (y en español) en ese hermético país (y digo “hermético” porque sólo un 5% de su producción libresca es de literaturas extranjeras); dicen, también , con alegre desapego, que ahora, tal vez, gracias al e-book, será más fácil difundir la lengua española en un ámbito en el que es lengua viva en muchos lugares. Aleluya y aplausos.

Recuerde ahora, sin embargo, ¿qué pasó en la Feria de Frankfurt en la que Cataluña fue la invitada de honor. Los malvados catalanes, insolidarios y seguramente nazis, propusimos que, como era lógico, estuviera presente la literatura catalana, que era la invitada. Pero, ¡ay!, El reino de las ambigüedades siempre en favor de la lengua española, porque airados escritores catalanes en lengua española aseguraron, impertérritos, que sus libros, en español, son tan literatura catalana como los de Ausiàs March, y los alemanes, alarmados por un escándalo mayúsculo que no se esperaban, nos preguntaron que por qué los discriminábamos. Tanto es así que nuestras autoridades, dispuestos, como todas las autoridades del mundo, con el orden y a la tranquilidad, suplicaron a los escritores en español que no fueran, y estos, benévolos y magnificentes, renunciaron, mientras nosotros , con lágrimas en los ojos, los aplaudimos tan valiente generosidad.

Dicho en otras palabras: ellos no nos quieren en sus catálogos pero exigen estar en los nuestros. Y aún, si pones la oreja, escucharás que te dicen que la lengua española significa libertad y la lengua catalana significa imposición y talibanismo. Lo dicen todos los días.

La situación es tan injusta como grotesca. Porque, a pesar de la cacareada Constitución (perdonad que no me levante, pero es que, si no, no veo el teclado), si quieres tener el Premio Cervantes, el más prestigioso de España, puedes ser boliviano o venezolano, argentino o madrileño, pero si eres catalán, vasco o gallego a ti no te toca, a pesar de lo de la “especial protección” a que están obligados por la magnísima carta.

Pues, mira, en nombre de la libertad, y esta vez sí se puede decir con propiedad, yo quiero ser independiente y no un esclavo que suplica de rodillas que no nos borren del mapa. Del mapa literario, quiero decir.

Publicado por El singular digital-k argitaratua