Deconstruir el Estado

Uno: El Constitucional se considera competente para dictar sentencia. El acuerdo que tanto está costando construir a los partidos catalanes sobre cómo hacer frente a la ofensiva del Constitucional, él lo ha resuelto en unos minutos. Son competentes para dictaminar sobre el Estatut. ¡Sólo faltaría! ¡Cómo un gobierno y un Parlamento autonómico se atreven cuestionarlo!

Dos: Los partidos catalanistas están trabajando con tres líneas de acción que son oportunas: que el tribunal se considere incompetente, que renueve sus miembros y que se cambie la ley orgánica del tribunal. Son líneas de acción necesarias y correctas, pero insuficientes. Son más tácticas que estratégicas. ¿Renovar sus miembros para dar alas, con magistrados nuevos, al españolismo unitarista y centralista que monopoliza? ¿Una nueva ley para reforzar un pacto de Estado entre PP y PSOE que no quiere reconocer su carácter plurinacional?

Tres: El problema es de fondo y la respuesta catalana -Si quiere ser ganadora- exige un planteamiento decidido y unitario, político y cívico. Es imprescindible que el gobierno catalán, su Parlamento y los partidos catalanistas manifiesten una posición clara, inequívoca y frontal de denegación de ninguna regla del juego que no parta de aceptar por parte del Estado el carácter plurinacional de España y el reconocimiento del derecho al autogobierno de los catalanes. Ni más ni menos que los principios genéricos que fundamentaron el pacto de 1978 y que hoy casi todos en Madrid dan por inexistentes. En Madrid hay una ofensiva intelectual, política y mediática contra el modelo autonómico del 78 y el TC es un instrumento más. Se ha constituido, sin mandato constitucional para hacerlo, en una cuarta cámara legislativa.

Cuatro: La ofensiva catalana contra el TC debe ser de fondo y de largo recorrido. Es la ofensiva contra la institución que mejor sintetiza el tipo de españolismo conservador y reactivo que domina la lógica de actuación de la mayoría de instituciones estatales. Derrotar al TC es el objetivo común de los catalanistas y supone una ofensiva en varios frentes y en la unidad del catalanismo. El PSOE ha tenido que admitir la reapertura del proceso de relevo de los 4 magistrados con el mandato caducado. Hay que llevar al límite las consecuencias derivadas de los informes jurídicos que las máximas instancias institucionales catalanas han puesto en marcha para avalar la tesis de que el alto tribunal es incompetente o está obligado a suspender el procedimiento. Un tribunal que incumple el principio de renovación que establece la Constitución en el artículo 159.3 no puede dictar una sentencia tan decisiva.

La lucha contra el TC implica que el conjunto de los catalanes tengan claro que una institución capital del Estado vulnera la legalidad y que no es idóneo ni está legitimidado para resolver los recursos contra el Estatut de Cataluña de 2006. Los servicios jurídicos destacan que el TC ha mostrado “una clara voluntad de intromisión y de revisión del contenido del Estatut”. Pero esta línea tiene un recorrido pequeño. Hay que ver qué recorrido puede tener la otra propuesta formulada por CiU, con el aval del tripartito, para reformar la ley orgánica del alto tribunal. Renovación, sí, pero, ¿en qué dirección? ¿para hacer qué? ¿Para seguir argumentando que la Constitución Española del 78 era la pauta final del desarrollo del carácter plurinacional de España? ¿O bien para garantizar la posibilidad de que Cataluña desarrolle su voluntad de autogobierno en una España plurinacional? Si no se responde a esta pregunta no se da solución al problema.

Cinco: Es la hora de que Catalunya se plantee un proyecto rotundo claro y preciso de regeneración política y económica. Supone incorporar una propuesta de reconstrucción del Estado español actual, ineficiente y unitarista, contrario a los intereses de los catalanes de España. No es hora de decir un adiós simbólico y metafórico a España. Es la hora de decir no a un Estado que no es capaz de serlo. Es hora de deconstruir el Estado y exigir una España democrática y plural. Sólo así se puede construir la unidad civil del pueblo catalán, que -tal vez- podrá construir el autogobierno independiente. El autogobierno no es sólo insistir en que queremos ser independientes, es construir el autogobierno deconstruyendo el Estado actual.

 

Publicado por Avui-k argitaratua