Avui
Sebastià Alzamora
Pedagogía radial
Siguiendo una especie de predestinación fatal que persigue a los presidentes de
Y, sin embargo, hay que reconocer que la expedición evangelizadora tuvo algunos momentos memorables. De entrada, asistimos a una exhibición nada despreciable de multilingüismo por parte del presidente Montilla, que quiso demostrar que en el aprendizaje de lenguas nadie le gana y se descolgó también con frases en español, gallego y euskera. Le faltó sólo pronunciar algunas palabras en valenciano, pero no pasa nada porque ya se contó con el presidente balear, Francesc Antich, que habló en el mallorquín de Algaida. Al día siguiente supimos que a María Dolores de Cospedal tanto prurito lingüístico le había puesto mala y le había pareció “patético”. Lástima, carajo. Para desintoxicarse, habría tenido suficiente con prestar atención a su queridísima compañera de filas Alicia Sánchez-Camacho, que echó mano del español para proclamar bien alto y bien fuerte que “Cataluña es España”, idea que repitió unas cuantas veces porque debía tener miedo de que no se le entendiera, de tan innovadora.
Con todo, la palma de oro se la llevó un tal Francisco Granados, que dice que es consejero de Gobernación de
Público
JOAN GARI
El centralismo es un mal negocio
Donde mejor se ha retratado el absurdo del centralismo en los últimos años es en la política de infraestructuras. Felipe inauguró el AVE entre Madrid y Sevilla y, veinte años después, estas vías veloces continúan sin conectarnos con Europa. España será la región continental con más quilómetros de alta velocidad pero, ¿para ir adónde? En tiempos de vacas flacas, deberíamos empezar a reclamar una cierta cordura. El mes que viene, por ejemplo, los ministros de transportes de
El AVE está a punto de llegar a Valencia pero, ¿de qué sirve que un pasajero desde esta plaza pueda plantarse en Madrid con más celeridad cuando las empresas del País Valenciano y de Catalunya (que generan más del 30% de la riqueza española y casi el 50% de las exportaciones) no pueden enviar por tren sus mercancías hacia el interior de Europa por culpa del modelo radial del sistema ferroviario? Quizá algún guasón sugiera que las mercancías descargadas en los puertos de Valencia y de Barcelona pasen por Madrid antes de llegar a Francia…
El centralismo es un mal negocio porque no es eficiente, ni (eco)lógico, ni útil. Se equivocan quienes plantean una alta velocidad recreativa y turística, pensada para que los madrileños visiten las “provincias” y viceversa. Por desgracia, nuestro sector exportador no necesita visitas turísticas, sino ejes productivos que dinamicen la economía. ¿Se habrá entendido la lección?