Crónica | En el «Pueblo de las viudas»
Sartaguda honró ayer a los fusilados de la Segunda República española con un acto político en el que se denunciaron las carencias democráticas que a día de hoy siguen vigentes en el Estado.
Con motivo del Día de la República, varias localidades de Euskal Herria, como Andoain, Iruñea o Eibar, rinden homenaje a los fallecidos a manos de los falangistas y manifiestan su ideología republicana. Ayer, los gaiteros del pueblo de las viudas entonaron el Agur Jaunak frente al panteón de Sartaguda donde descansan los decenas de cadáveres recogidos en las cunetas y fosas comunes. Como cada año, los vecinos del pueblo, portando ikurriñas y banderas de Nafarroa, se reunieron en el cementerio para recordar a los sartagudarras fusilados tras el golpe de Estado del 36.
En un acto informal encabezado por el concejal abertzale Gabriel Martínez y en el que todo el que quisiera podía tomar la palabra, los vecinos renovaron su ideario «republicano y antimonárquico». Martínez recordó que «aunque ahora nos la vendan como una monarquía modelo, al rey lo trajo Franco cuando era `pequeñico’ para educarlo como quiso. Lo cierto es que ha logrado cosas importantes. Los que antes querían echarle, como los socialistas o los de UGT, ahora se echan el café con él». Sin embargo, enfatizó el concejal, «las consecuencias del golpe de Estado del 36 fueron muertes, desapariciones, ilegalizaciones, cerraron medios y prohibieron. Todo esto sigue ocurriendo en el Estado español, con desapariciones como la de Jon Anza, ilegalizaciones de partidos y diarios… Sólo que hoy se realiza en nombre de la democracia».
Varios vecinos reclamaron la palabra para diversos temas, como el juicio a Garzón, que se zanjó pronto con un «para defender al juez, ya está Ioseba Eceolaza», en alusión al parlamentario de Nafarroa Bai. Se recogieron firmas para reclamar el cambio de nombre de la Plaza de Iruñea Conde de Rodezno (que lleva el nombre de un general franquista acusado de la muerte de miles de personas), por Ezkabako Iheslariak. Otro de los vecinos tomó la palabra y asumió haber arrancado un cartel del alcalde del pueblo en réplica a la decisión del primer edil de Sartaguda de quitar letreros de la izquierda abertzale.
Antes de salir del cementerio en kalejira hacia el Parque de la Memoria, dos dantzaris bailaron un aurresku frente al pan- teón. La comitiva, cerca de un centenar de personas, fue sumando apoyos mientras cruzaba las calles del pueblo, hasta el lugar donde tuvo lugar un acto político que estuvo a cargo de Txelui Moreno, que se reconoció honrado de poder tomar la palabra ante «personas forjadas en el dolor de la larga noche franquista y que han sido capaces de mantener el compromiso y la llama a pesar de todos los sufrimientos».
«Franco y los falangistas segaron la hierba de la prosperidad en Nafarroa. Pero, como siempre, la lucha por la libertad volvió a emerger. En los 70 y 80 volvió a haber represión y reguero de sangre, pero este deseo de libertad de Euskal Herria ha vuelto a cobrar fuerza y reclama un cambio político y social real, y vuelve a reclamar sus derechos civiles y políticos», proclamó Moreno.
Una búsqueda que aún sigue
Entre los asistentes al acto en el Parque de la Memoria de Sartaguda se encontraba Salvador Miguel, el primer alcalde tras la caída de Franco. Hijo de viuda, Miguel jugó un papel destacado en la recuperación de los cadáveres de los fusilados que hoy descansan en el panteón de su pueblo. «La gran mayoría de los cadáveres los recogimos de Zaragoza, tras realizar asambleas entre los 18 pueblos donde había desaparecidos», explica Miguel. «Al resto los recogimos de cunetas y fosas aquí cerca. Recuerdo un día que, cuando fuimos a desenterrarlos, apareció la Guardia Civil a preguntarnos qué hacíamos. Les dije que recoger a nuestros padres y se marcharon calladitos». Finalmente, recuperaron 800 cuerpos que después se repartieron entre los pueblos según cuántos desaparecidos había en cada uno.
Gracias a esta labor, Miguel se ganó el respaldo del pueblo y se convirtió en el primer alcalde elegido democráticamente después de 40 años. «Fui el primero en colocar una ikurriña en el Ayuntamiento. La gente ni sabía qué era eso», afirma.
Miguel descansa mucho más tranquilo con los cuerpos en el cementerio. Sin embargo, muchas de las familias con desaparecidos siguen a día de hoy sin tener idea de dónde se encuentran sus seres queridos. El último caso que afecta a Euskal Herria deparó noticias ayer. Desde Valdenoceda (Burgos), han pedido ayuda para identificar dos cuerpos de dos vizcaínos. Se tiene constancia de la muerte de 151 personas en su prisión. En total, han exhumado los restos de 115 personas y tan sólo se ha identificado a unas 40.