La inmatriculación por parte de la Diócesis de la ermita de Muskilda ha levantado ampollas en Ochagavía. Si el Ayuntamiento opta finalmente por la vía judicial, sería el primer caso de Navarra que llega a los tribunales.
El 9 de noviembre de 1999 la Iglesia inmatriculó en el Registro de la Propiedad de Aoiz las ermitas de Muskilda y de la Virgen de las Nieves de Ochagavía. Años antes había inmatriculado la casa adyacente, la conocida como Casa de la Serora y, al parecer, algunas ollarceguías (huertas), y en 2003 registraría la parroquia de San Juan y dos fincas. Nadie en el pueblo se enteró hasta que años después, en 2007, comenzaron a descubrirse las inmatriculaciones de lugares de culto y otros bienes por toda Navarra y nació la Plataforma en Defensa del Patrimonio, que considera que la Iglesia se está apropiando de bienes que no le pertenecen.
La polémica ha llegado a muchas localidades, pero en Ochagavía tiene una connotación especial, y así lo reconocen todos los implicados. Y es que Muskilda se gobierna desde hace siglos por un patronato mere lego, es decir laico, formado por el Ayuntamiento y que nunca ha dejado de existir. Según sus paramientos (leyes internas), entre sus funciones está defender y conservar los bienes de Muskilda, que nadie en Ochagavía entiende que tengan otro propietario que no sea el propio pueblo.
Patronato y Arzobispado han mantenido conversaciones en el último año en busca de una solución, pero la situación parece haber llegado a un callejón sin salida. “Ahora mismo estamos en un impasse“, señala el presidente del Patronato y alcalde de Ochagavía, Juan Manuel Tohane, quien se da un plazo de “veinte días o un mes” para convocar a sus miembros a una reunión que decida los pasos a seguir. Tohane y otros tres ediles pertenecen a la Agrupación Muskilda, en principio más contemporizadores con el Arzobispado, y otros tres concejales son del grupo Errekaidorra, partidarios de seguir por la vía judicial, que el alcalde tampoco descarta: “puede ser una posibilidad; estamos estudiando con el abogado todo lo que hay en el archivo, hay que mirarlo muy bien”.
Debate jurídico
Patrono y propietario
La Iglesia reconoce el derecho de patronato del Ayuntamiento y la labor que desempeña en Muskilda desde hace siglos, pero defiende que nada tiene que ver con la propiedad. Para Miguel Larrambebere, rector del Seminario de Pamplona, el patronato es una institución regulada por el Derecho Canónico, que “distingue nítidamente entre patronato y propiedad. En el Código de 1917, que está en vigor en esta cuestión porque en el de 1983 no aparece la figura del patronato, se dice expresamente que si el patrón se hace con los bienes de la Iglesia pierde el derecho de patronato; ser patrono es incompatible con ser propietario de los bienes sobre los que se ejerce el patronato”, argumenta, y abunda en las sentencias que en los últimos años están dando la razón a la Iglesia en las audiencias de Teruel, Murcia, A Coruña y en el Tribunal Supremo.
Sin embargo, para el historiador Mikel Soraruren esta idea es “confusa” ya que “todo patronato es una entidad autónoma que no depende de ninguna otra institución; los patronatos, también los eclesiásticos, se han constituido a partir de bienes públicos y de particulares que, en alguna medida, quedan amortizados y no pueden ser detraídos de los bienes adjudicados. En caso de desaparecer el patronato, tales bienes tendrían que ser devueltos a los propietarios de quienes salieron o a sus herederos”.
La existencia de estos patronatos fue común en muchos pueblos de Navarra hasta el siglo XIX, cuando fueron desapareciendo. “Precisamente la peculiaridad de Muskilda es el hecho de que haya perdurado, algo admirable y excepcional; cuando la ley dificultaba esas instituciones, los sucesivos ayuntamientos de Ochagavía mantuvieron su patronato”, destaca Larrambebere. También a Sorauren le llama la atención la dedicación que los vecinos han mostrado por Muskilda, aunque lo ve de otra forma: “A pesar de no pertenecer a la organización parroquial, el santuario disfrutaba de rentas suficientes para mantener un capellán, un ermitaño y una señora que les atendía. Esto era posible porque el Ayuntamiento se hacía cargo de su equipamiento y contribuía con una cantidad fija para dotar al capellán. Sin embargo, lo más llamativo eran las aportaciones de los fieles, que con sus limosnas en dinero y especie permitían la dotación adecuada”.
Otra peculiaridad de Muskilda, según Larrambebere, es que “históricamente siempre ha tenido un ejercicio muy autónomo del patronato”. De hecho, en los siglos pasados fueron frecuentes los pleitos con la jerarquía eclesiástica, como el de 1666 que cita la Plataforma en Defensa del Patrimonio, cuando “el obispo quiso supervisar las cuentas y todos los miembros del patronato fueron excomulgados al querer mantener su autonomía”. Sin embargo, el rector del Seminario opina que “las antiguas sentencias de los siglos XVII y XVIII que ellos dicen que les dan la razón son pleitos en los que nunca se discute el tema de la propiedad, sino el carácter y la extensión del patronato”.
Mientras para la Plataforma el caso de Muskilda es “el paradigma del expolio de bienes públicos de carácter civil por parte de una institución eclesiástica”, Larrambebere reitera que “no existe ninguna intención oculta ni oscura en las inmatriculaciones”. El rector del Seminario asegura que el Patronato de Muskilda seguirá funcionando igual que hasta ahora porque “nadie ha puesto en duda su funcionamiento y su personalidad; desde 1999 han pasado diez años en los que nadie ha tocado nada, ni el obispo ni ningún cura han tocado las limosnas”.
En la calle
Incredulidad y preocupación
Al margen de disquisiciones jurídicas, en Ochagavía ven con preocupación el desarrollo de los acontecimientos. Vicki, Pepa, Silvia y Ana son cuatro mujeres del pueblo que consideran que “el Patronato gestiona todo desde hace 400 años y la Iglesia jamás ha tenido parte”. Ellas aseguran que cuando llegaron las primeras noticias de la inmatriculación “la sensación era de incredulidad, mucha gente no podía creer que la Iglesia hiciera una cosa así”. Pronto comenzaron las reuniones, a las que “siempre ha acudido mucha gente porque hay inquietud; en febrero del año pasado se hizo una reunión en la que el Patronato nos dijo que esperásemos un poco porque estaban en conversaciones con el Arzobispado”. A finales del verano comienzan a realizarse acciones reivindicativas en el pueblo. En la fiesta de Muskilda, en septiembre, ya se pueden ver pegatinas con la leyenda Muskilda es nuestra. Gurea da y ahora algunos vecinos han comenzado a colocar pancartas en sus viviendas.
La última reunión en Ochagavía se celebró hace un par de semanas. 150 vecinos asistieron para escuchar al Patronato, al vicario general, Juan Antonio Aznárez, y al propio Larrambebere. “Ellos quería suavizar la situación, nos dijeron que Muskilda es de los feligreses de Ochagavía, pero no estamos de acuerdo; la gente está enfadada y en la reunión les pusieron un poco contra las cuerdas”, señalan.
Para muchos otsagiarras la solución es el regreso a la situación anterior a 1999. “Se les propuso que anularan la inscripción en el Registro y que el culto siga como hasta ahora, pero no quieren. Muskilda ha estado toda la vida perfectamente cuidada por el pueblo, que la dejen como está”. Estas mujeres critican también el silencio de las instituciones y los partidos ante este problema y aseguran que “tenemos razón y vamos a seguir adelante”.