Ayer, 19 de enero, víspera de San Sebastián, festividad patronal de Donostia, se celebró como acto más significativo y multitudinario
Este singular lugar, como espacio más simbólico de Alde Zaharra, es la evolución de
Después de más de 150 años de usos diversos y deterioro ambiental, se encontraba en un estado de degradación muy lamentable y exigió una rehabilitación integral, no sólo de fachadas sino de infraestructuras urbanas, conducciones de saneamiento, iluminación, pavimentos, etc. El proyecto, realizado por los arquitectos Antxon Martínez Salazar y Lucas Echeveste Otegui y el ingeniero de CCP José Ramón Luzuriaga Tellería significó la puesta en valor de la plaza en sus aspectos compositivos, formales, materiales y cromáticos, de acuerdo a los criterios más racionales y sensibles sin estridencias que en intervenciones sobre el patrimonio monumental ya se estaban imponiendo en Europa desde hacía un tiempo. Esta obra junto con otras intervenciones en 30 ciudades fue considerada en la exposición A vision of Europe, Rinascimento Urbano, en
Ayer noche, en esta plaza de extraordinaria belleza, el Ayuntamiento y las fachadas que la delimitan dando sentido arquitectónico fueron intuitivamente contempladas y admiradas, y en medio del entusiasmo social algunos evocamos en un profundo y emocionado silencio el agradecimiento a uno de los coautores de su exquisita restauración, inaugurada el 21 de mayo de 1994: el arquitecto Antxon Martinez Salazar (Donostia, 1945), fallecido tras un rápida y cruel enfermedad hace justo dos semanas, el pasado día 5.
Persona culta y noble, arquitecto en el ejercicio habitual de la profesión y muy especialmente entregado apasionada y desinteresadamente en esfuerzos, tiempo y también costos en la acepción socio cultural del oficio, tantas veces descuidado. Muy motivado y preocupado en la investigación, documentación, defensa y difusión del patrimonio monumental de Gipuzkoa y especialmente de su ciudad, ha sido -cómo cuesta pensar y escribir en pasado, amigo Antxón, si hace muy poco hablamos de esto mismo- cofundador de
Ayer noche, además de la ilusión colectiva de un pueblo y sus justas reivindicaciones, algunos vimos en su espacialidad la formalización de un trabajo bien hecho para siempre, y en un lugar lleno de personas sentimos el vacío que crean ausencias personales. Luego, hoy, cuando la plaza esté sin nadie, como la otra noche después del funeral, siempre habrá alguien que esté allí en la plaza, contigo. Agur, Antxon!