Algunas personas mayores, bastantes niños y, sobre todo, la mayoría de los adolescentes entienden las redes eléctricas inteligentes o ‘smart grids’ como si fueran los mismos cables que traen la luz pero que, a su vez, son cables bastantes más sabios que los cables eléctricos tradicionales que tanto contribuyen al paisaje de nuestros campos y ciudades. Las tecnologías de la información y de la comunicación pueden hacer que las redes eléctricas tengan muchas menos pérdidas y despilfarren muy poco.
Sobre cómo construir la redes eléctricas inteligentes, hay empresas innovadoras de hi-tech que tienen muchas ideas y proyectos. También hay gobiernos y empresas eléctricas y no eléctricas que declaran estar dispuestas a impulsar la construcción de redes eléctricas inteligentes. Sin embargo, los obstáculos para construirlas siguen existiendo.
¿Cuál fue el mayor logro de la ingeniería del siglo XX? ¿El automóvil o, tal vez, el ordenador? La Academia Nacional de Ingeniería de Estados Unidos dio una respuesta diferente: el mayor logro del siglo XX fueron “las vastas redes eléctricas” que actualmente conocemos. Tras muchas discusiones, la Academia llegó a esta conclusión aduciendo que las redes eléctricas habían hecho posible la mayor parte de los avances conocidos a lo largo de dicho siglo.
Pero, mientras que los coches, los ordenadores, etc., se han vuelto cada vez más sofisticados, las redes eléctricas se han mantenido, en esencia, como fueron diseñadas en un principio, como juegos de cables totalmente mudos y con una nula capacidad de raciocinio. Son redes eléctricas ‘tontas’.
Siguen siendo tan obsoletas estas redes que hasta Thomas Edison, uno de los pioneros de la electrificación de la década de 1880, sería capaz de operarlas sin dificultades. El funcionamiento de las ‘tontas‘ redes eléctricas de hoy es tan simple como el de una lechuga. La energía eléctrica se transmite a la red desde las plantas de generación con la intención de que la electricidad pueda llegar posteriormente a las fábricas, oficinas y viviendas.
Actualmente, la mayoría de las empresas de electricidad se basan en las quejas de los consumidores para avisarles que no hay electricidad y, entonces, es cuando tendrán que investigar, metiendo una cantidad ingente de horas, personal y recursos, para descubrir la causa del corte de suministro.
Todo esto puede estar cambiando últimamente. Ya se ha puesto en marcha un movimiento, a nivel mundial, para construir redes eléctricas que sean inteligentes. Lo que significa incorporar a las ‘tontas’ redes eléctricas todo tipo dispositivos y software utilizados por las TICs —tecnologías de la información— tales como sensores, medidores digitales y una red de comunicaciones similar a la de Internet.
Además, y entre otras cosas, una red eléctrica inteligente sería capaz de evitar los cortes de suministro, ahorrar energía y ayudar al desarrollo de otras empresas que contribuyan a la sostenibilidad, tales como la fabricantes de coches eléctricos y los sistemas eléctricos que operan en base a la generación eléctrica distribuida.
También es evidente de que en los últimos tiempos ha aumentado la concienciación acerca de la necesidad de las redes eléctricas inteligentes. Así, diferentes gobiernos han destinado, dentro de los paquetes contenidos en los planes de estímulo a la economía, ayudas y subvenciones para el diseño y construcción de redes eléctricas inteligentes.
De igual modo, algunas empresas eléctricas de Estados Unidos han empezado a gastarse dinero en serio. Lamentablemente, no podríamos decir otro tanto de la mayoría de las empresas eléctricas europeas que han restringido fuertemente las inversiones y consideran que empezarán a hacer algo en serio para dentro de muchos años, para el año 2018. La ironía es que a estas empresas que tanto frenan nuestro futuro se les llame empresas de servicio público.