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1. Introducción
2. El pragmatismo lineal como único camino posible
3. Soberanía formal vs. soberanía material
4. Europa y los límites competenciales
5. La política industrial y tecnológica como motor de la construcción nacional
6. El músculo financiero
7. Reduciendo las distancias
8. Reflexiones finales
1. Introducción
Como ya se expuso en la primera entrega de la tercera vía del nacionalismo democrático vasco, la falsa dialéctica entre el soberanismo mesiánico o el pragmatismo abdicante se ha convertido en uno de los mayores problemas del nacionalismo, puesto que ambos intentan apropiarse de la paternidad de la “construcción nacional”.
El soberanismo mesiánico trabaja con lemas y reivindicaciones relegando la gestión como un elemento secundario en la consecución del ideario nacionalista. En esta visión, la gestión es algo que cualquier partido puede hacer y por tanto, no es el núcleo esencial del nacionalismo. Se autodenominan “más abertzales”. Las preguntas nos asaltan: ¿Qué es ser más abertzale? ¿Es la reivindicación el medio que nos va a llevar al paraíso intangible del abertzalismo? ¿La nación se puede construir sin la gestión? ¿Cuánto tiempo se estima para llegar a construir la nación? ¿Es la independencia el último escalón de la construcción nacional? ¿Cuál es plan para lograr el objetivo?
El pragmatismo abdicante justifica su acción afirmando que la gestión de las instituciones autonómicas es construcción nacional. La gestión de los recursos autonómicos se convierte en el modus operandi de los pragmáticos. Afirman que “los vascos somos más nación que hace 25 años”. Más preguntas nos asaltan: ¿Cómo podemos medir si somos más nación que antes? ¿Somos más nación porque nuestro nivel de vida ha aumentado? ¿Son las reivindicaciones soberanistas propias de personas que no tienen los píes en la tierra? ¿Es creíble pensar que esta gestión actual es el camino para alcanzar los postulados del nacionalismo?
La tercera vía responde las siguientes preguntas: ¿Es la gestión un instrumento válido para la construcción nacional? ¿Puede la gestión superar los límites competenciales?. La respuesta a las dos preguntas es Si y será explicada con profundidad en los siguientes capítulos.
2. El pragmatismo lineal como único camino posible
En la construcción nacional, el nacionalismo democrático vasco ha mantenido el realismo como pieza fundamental de su estrategia, pues de nada sirven reclamaciones y posiciones maximalistas por muy justificadas que estén históricamente, si no tienen aplicación práctica.
Cuando el objetivo es difícil y lejano existe un peligro real de que el único fin sea preservar el medio. Por ello, todo objetivo con dificultad debe establecer metas intermedias, planes realistas que avancen hacia la consecución del fin. Porque el nacionalismo democrático vasco sufre el riesgo de establecer una dinámica circular de perpetuación y supervivencia, olvidando su fin fundacional como el riesgo de adoptar una táctica de acumulación de fuerzas con sectores nacionalistas no democráticos, cayendo en una reivindicación sin base ética que no tendría aplicación práctica por el limitado apoyo que dichas tesis obtendrían a lo largo de los territorios de Euskal Herria. Es por tanto fundamental comenzar por el análisis de la situación actual de los territorios del viejo Reino de Navarra para definir un plan de actuación adecuado.
Los pragmáticos afirmarán que ninguna institución debería actuar fuera de sus límites competenciales, siendo incluso contraproducente para la causa nacionalista. Esto es evidente: si el gobierno de la CAV actuara como representante de la voluntad de Nafarroa Garaia sería recibido como una intromisión inaceptable por parte de los habitantes de este herrialde. Se nos dice entonces que la actuación en los territorios como Nafarroa Garaia o Iparralde se podrá intensificar cuando el nacionalismo alcance gobiernos locales o regionales de dichas comunidades. Esto no es sino establecer un reduccionismo y una abdicación de los principios esperando “mejores tiempos” y lamentado que no haya mecanismos de actuación.
Como contraste, la vía del soberanismo ha apostado por la creación de nuevos organismos como Udalbiltza, afirmando que dichos organismos representan la voluntad de los ciudadanos y que son los primeros organismos “nacionales”. Se reclama además, la transferencia de facto de las decisiones a este nuevo órgano. Cualquier persona con un mínimo criterio se dará cuenta que dichos organismos simplemente representan una acumulación de fuerzas nacionalistas que ni representan correctamente a los ciudadanos de Euskal Herria ni tienen mecanismos de actuación para la construcción nacional. Se pretende que estos organismos “nacionales” sean subvencionados por organismos oficiales donde gobierna el nacionalismo (pues no pueden encontrar otra financiación), que nos lleva a la paradoja de que el organismo teóricamente “nacional” no es más sino una representación sesgada subvencionada por organismos tildados de “autonomistas” y “parciales”. Y claro, la culpa de que los nuevos organismos no funcionen es siempre culpa de los “colaboracionistas” y tibios “autonomistas” que niegan los recursos necesarios. Un pensamiento que invita a la risa si no fuera por la experiencia vivida en Lizarra-Garazi, donde la Izquierda Abertzale quiso hacer de Udalbiltza un órgano supra-autonómico sin que fuera representativo de la relación de fuerzas de la voluntad de los vascos.
Es necesario en este momento de la reflexión donde debemos volver a las preguntas originarias del artículo para refinar las respuestas:
¿Es la gestión un instrumento válido para la construcción nacional?
Si, si se basa en un análisis que admite la realidad de los territorios vascos, aunque la situación no sea favorable para nuestros intereses y establece un plan de objetivos ascendentes posibles, alcanzables y concretos.
¿Puede la gestión superar los límites competenciales?
Si, si la gestión abarca también el ámbito donde los límites territoriales desaparecen: el sector privado.
Lo público es útil y directo pero limitado en su territorialidad. Sin embargo el impulso privado no conoce límites territoriales, y es el instrumento para avanzar en la recuperación de la esencia vasca de los territorios del Reino de Navarra. La apuesta de la tercera no es la reivindicación folklórica del “zazpiak bat” ni de una gestión institucional de carreteras e inauguraciones. La apuesta de la tercera vía es la de un pragmatismo lineal tendente a la consecución de los objetivos del nacionalismo, con instrumentos que permitan superar la división territorial.
3. Soberanía formal vs. soberanía material
Prácticamente todas las fuerzas abertzales admiten tres ámbitos de decisión de los territorios vascos: la Navarra marítima (CAV), la Navarra interior (CFN) y la Navarra continental (Iparralde). Sin embargo, no siempre ha sido así y los planteamientos más soberanistas incluso han calificado una solución basada en los 3 ámbitos de decisión como “entrega”, “traición” y “sometimiento”. El tiempo ha dado la razón a los defensores de los ámbitos de decisión, pero el daño que ha hecho el planteamiento “todo o nada” ha llevado la situación de la CFN e Iparralde al límite.
A los sectores soberanistas que pretenden la acumulación de fuerzas nacionalistas hay que recordarles que hoy por hoy, en el conjunto de Euskal Herria las fuerzas nacionalistas españolas y francesas tienen un mayor apoyo popular que las fuerzas nacionalistas vascas. Por lo tanto, pretender desbordar el actual marco-jurídico sin contar con el apoyo de la sociedad es además de inaceptable, simplemente imposible. Podemos maldecir los muros del laberinto, pero no por ello aparecerá la salida. Cada partido político debería tener la fuerza que le dan las urnas y no más. Y en este contexto la importancia de la Izquierda Abertzale está claramente sobrevalorada por culpa de la violencia. ¿Alguien se ha planteado seriamente, que incluso en la CAV, el PP representa a más vascos que la izquierda abertzale? Algunos, tomando la parte por el todo denuncian como “ataques a Euskal Herria” cualquier actuación contra sus intereses. Debemos por lo tanto establecer admitir las siguientes realidades:
* Una solución única para el conjunto de Euskal Herria es inviable y antidemocrática puesto que los ciudadanos de Nafarroa Garaia e Iparralde no admiten Euskal Herria como sujeto político.
* La CAV es el único ámbito de decisión con la suficiente capacidad tractora como para liderar una construcción nacional que supere los límites competenciales.
* Si la fuerza tractora es demasiado fuerte y avasalladora, Nafarroa Garaia y sobre todo, Iparralde pueden quedar descolgados definitivamente. El vector de la soberanía aplicado de forma incorrecta anula el vector de la territorialidad.
* Si la fuerza tractora es demasiado débil para poder esperar a los demás territorios, no podremos mover el tren de la soberanía: el vector de la territorialidad aplicado de forma incorrecta anula el vector de la soberanía.
Ante la diversidad y fragmentación política que se refleja en los territorios vascos, cualquier abertzale debe preguntarse si pretende construir su país con o contra sus conciudadanos. Esta pregunta puede sonar a provocación, pero no lo es. Con o contra. Porque para obtener una soberanía con los ciudadanos, de nada sirven retóricas y proclamas. De nada sirven acumulaciones de fuerzas “soberanistas” y creación de órganos sesgados que pretendan arrogarse la representación ciudadana.
La misión del nacionalismo es cohesionar la sociedad, hacer ver a los ciudadanos que no creen en la soberanía vasca que el camino del nacionalismo es el camino que va a llevarles a más bienestar, a más diversidad cultural, a más democracia. Su misión no es violentar los diversos ámbitos de decisión con poses imperialistas de anexión, ni dar argumentos a los grupos políticos que se alimentan únicamente de una posición beligerante contra el nacionalismo vasco. La misión es hacer ver a los ciudadanos de los diversos ámbitos de decisión la conveniencia de estrechar relaciones, la conveniencia de crear órganos compartidos para los problemas comunes, impulsar la cooperación económica y cultural y superar recelos y clichés. Recuperar una relación que siempre ha existido y que las circunstancias políticas han deteriorado. En definitiva: el nacionalismo vasco no puede ser un nacionalismo español o francés con diferente bandera.
El nacionalismo apuesta por la soberanía vasca como el mejor método para mejorar la vida de los habitantes de Euskal Herria y como mejor método para conservar, promover y compartir la tradición, la cultura, la idiosincrasia, la innovación con el resto de pueblos y naciones. Reivindicar ciegamente la soberanía con la promesa de que todo será mejor cuando se obtenga la soberanía plena no es más que una pobre tarjeta de presentación ante la sociedad. Lo importante en la soberanía no es la presentación formal de la misma, sino su ejercicio continuo y expansivo, demostrando su validez como motor de bienestar y progreso, atrayendo más voluntades por la vía de los hechos que por el de las promesas. Hechos son amores, que diría la sabiduría popular.
Por lo tanto, es más importante invertir fuerzas en la obtención de una soberanía material, una soberanía de facto, aunque no formal que buscar una soberanía formal pero no material. Una estructura industrial y económica sólida extendida por toda Euskadi Norte y Euskadi Sur con centros de decisión vascos es soberanía material. Una colaboración cultural intensa entre los territorios vascos es soberanía material. Una tupida red de comunicaciones con operadores vascos es soberanía material. Autopistas de la información desplegadas por un operador vasco en todos los territorios es soberanía material. Una colaboración intensa de estudiantes y trabajadores de todos los herrialdes es soberanía material
Por lo tanto, una vez conseguida la soberanía material es entonces cuando la obtención de la soberanía formal es más sencilla, pues existen ya los cimientos. Intentar obtener una soberanía formal sin tener una soberanía material es simplemente darnos de cabezazos contra la pared del laberinto. La base de la soberanía material es la voluntad de las personas que están convencidas de la necesidad y conveniencia de una gestión propia de los diversos sectores sociales y económicos. Una supuesta élite que dice marcar el camino a transitar mediante promesas que anuncian el fin de todos los problemas cuando se llegue a un status político es, además de una soberana tontería, puro fascismo
El nacionalismo tiene que afrontar su el reto de la realidad y dejar de inventar o exagerar enemigos externos. El problema hacia la soberanía formal vasca no son ni Francia y España. Suena provocador pero no lo es: ni España ni Francia. El problema hacia la soberanía formal es la ausencia de una mínima soberanía material, de falta de cohesión entre herrialdes. En definitiva: de falta de apoyo popular. Suena duro, pero hay que afrontarlo: si el nacionalismo cree realmente en la territorialidad vasca debe pasar de las palabras a los hechos. Hay que dejar de quejarse amargamente de los “enemigos exteriores” y trabajar para la soberanía mediante el pragmatismo lineal. Una vez conseguida la soberanía material, poco pueden hacer España y Francia para evitar la soberanía formal
4. Europa y los límites competenciales
Mucho se ha hablado de la construcción Europea y del futuro de la Europa de los Pueblos durante estos años. Sin embargo, como ya lo indica la Constitución Europea, son los Estados los mandan en Europa. Esto ha desencadenado en el seno del nacionalismo democrático una división de opiniones debido a la confirmación en la misma de los Estados como agentes principales en Europa. Pero algunos cuando el dedo señala la luna se quedan mirando al dedo. Bien claro está que Europa no va a admitir más soberanía que la de los Estados, pues son ellos los que la detentan ahora. Pero de ahí a despreciar lo que la construcción Europea nos brinda indica poca lucidez. Pretendiendo establecer una Europa de los Estados, los Estados miembro han ido perdiendo soberanía y han abierto las puertas a iniciativas que pueden superar las antiguas limitaciones territoriales. Es en este momento cuando debemos establecer un plan concreto para cada herrialde marcándonos metas concretas, alcanzables y que siempre respeten la voluntad popular
La construcción europea nos permite actuar ahora en territorios que están bajo soberanía francesa desde territorios que ahora están bajo soberanía española y establece (incluso promueve) colaboraciones supra-estatales. La muga entre Euskadi sur y Euskadi norte, la muga entre la Navarra continental y la Navarra peninsular, es la más débil desde hace siglos. Soplan vientos favorables para la causa vasca gracias a Europa.
Por primera vez, empresas privadas (con o sin capital público) pueden actuar libremente en territorios que antes les eran vedados. La moneda única facilita las relaciones económicas con dichos territorios. ¿Quién va a impedir que el entramado industrial y financiero de la Navarra marítima pueda establecerse en Euskadi norte? ¿Quién va a impedir que se abran universidades vascas más entre el Bidasoa y el Adur? ¿Cómo piensan los Estados evitar que el 40% de los habitantes de Hendaia, provenientes de Gipuzkoa, abran ikastolas, reivindiquen una universidad vasca y voten opciones abertzales?
¿Quién puede impedir que MCC establezca núcleos industriales fuertes en Nafarroa e Iparralde? ¿Acaso podrán impedir que los jóvenes de Iparralde estudien en la Universidad del País Vasco o la Universidad Pública de Nafarroa cuando los planes de estudios ya se hayan unificado? ¿Quién va a impedir a la Mondragon Unibertsitatea abrir un campus en Lapurdi cuando los jóvenes de Iparralde no tienen más remedio que abandonar Iparralde para poder proseguir sus estudios?
La colaboración transfronteriza cobra una importancia capital, pues las antiguas fronteras han provocado que las relaciones sociales, económicas y políticas entre los diversos ámbitos de decisión sean mucho menores que las deseadas. Será necesaria una doble acción en la política institucional y la estrategia privada para incrementar las relaciones entre los territorios vascos en todos áreas (económica, cultural y política).
Es éste el momento en el que alguien puede acusar a la tercera vía de vivir en la inopia, pues el capital privado no conoce patrias. No tiene patria, pero tiene dueño. Evidentemente, no podemos pretender que la mera iniciativa privada realice la tarea de cohesión y construcción nacional. Pero ya que la iniciativa privada es la única que puede romper los límites competenciales, deberemos impulsar desde el ámbito público y político la acción privada que pueda favorecer la obtención de la soberanía material. Por supuesto no debemos olvidar que:
* Una iniciativa privada que no obtiene beneficios económicos está abocada al fracaso, pues el subvencionismo es el reflejo del fracaso de la gestión.
* Una iniciativa privada encorsetada por el impulso político tiene los días contados en el entorno competitivo del mundo actual, que exige rápidas tomas de decisión.
Ante esta situación la tercera vía tiene claras sus alternativas:
* La acción privada con impulso político debe siempre basarse en áreas donde inversión pueda ser rentable o por lo menos evitar pérdidas.
* Es posible crear empresas privadas con capital público que pueden superar los límites competenciales, contribuyendo a la soberanía material y obteniendo beneficios al mismo tiempo.
* La influencia de la administración en las decisiones empresariales no sólo se limita a la inversión pública, subvenciones, etc…, sino que la política fiscal debe ser esencial para dicho fin. No olvidemos que las cooperativas, por ejemplo, tienen un trato fiscal mucho más ventajoso.
* Tanto para la acciones educativas como las empresariales es muy importante obtener la colaboración de las administraciones locales, ya que pueden contribuir a sufragar las inversiones en áreas educativas y empresariales de riesgo. Deberemos por tanto favorecer inversiones que puedan ser co-sufragadas por las entidades locales que quieren que las empresas se instalen en su municipio.
En este momento, sólo la CAV tiene suficiente empuje político para emprender la vía de la construcción nacional de la tercera vía, debido a su mayor población, sentimiento identitario y poder industrial.
5. La política industrial y tecnológica como motor de la construcción nacional
El desarrollo económico entre Euskadi Sur y Euskadi Norte es radicalmente diferente: mientras la Navarra continental vive una grave crisis económica y carece de elementos básicos para su desarrollo como unas instituciones propias, la Navarra peninsular tiene unos índices de desarrollo económicos importantes con una situación cercana al pleno empleo.
Hegoalde tiene un gran talón de Aquiles que es mucho más acentuado en Nafarroa Garaia: su gran dependencia económica de las multinacionales. Tomemos como ejemplo la planta de Volkswagen en Iruñea: 12.000 empleos directos y unos 45.000 empleos indirectos con una población activa unas 270.000 personas. Esto significa que el 20% de los trabajadores de Nafarroa Garaia (y sus familias) se verían afectados por el cierre de dicha planta.
La deslocalización de las multinacionales no se limita a multinacionales extranjeras que cierran sus plantas en la antigua Vasconia, sino que también afecta a empresas multinacionales vascas cuyo centro de decisión y músculo financiero se deslocalizan hacia Madrid. Ejemplos claros de éste problema serían las recientes de BBVA e Iberdrola. Es importante detenerse a pensar sobre esta deslocalización: ¿No es el traslado de los centros de decisión de estas una pérdida de soberanía? ¿Se va a invertir esta deslocalización mediante simples proclamas independentistas? ¿Se va a invertir esta deslocalización mediante la gestión de las instituciones autonómicas?
La tercera vía apuesta por la creación y recuperación de una industria vasca que comience a limitar los efectos que esta fotografía nos ofrece, garantizando e impulsando la recuperación de la conciencia nacional vasca. La política industrial y tecnológica puede ayudar a desarrollar los siguientes proyectos:
* Impulsar el sentimiento vasquista en zonas donde el desarrollo económico está claramente limitado por las políticas estatales o autonómicas, como Iparralde o el norte de Nafarroa Garaia.
* Impulsar el conocimiento y la práctica del euskera en el ámbito profesional. Este estímulo será vital para impulsar la demanda de enseñanza de modelo D en ciclos de secundaria y universidad. También puede ser usada para la comunicación entre centros de producción de una misma empresa en Iparralde y Hegoalde.
* Incrementar las relaciones económicas, sociales y culturales de los territorios vascos por encima de bloqueos institucionales.
* La recuperación de la soberanía industrial y económica vasca invirtiendo el sangrante proceso de deslocalización de centros de decisión y la riqueza y trabajo cualificado que en torno a dichos centros se produce.
Los citados proyectos muestran la importancia de la política económica e industrial debiera tener en el pensamiento político del nacionalismo vasco. Hay que superar la falsa dialéctica entre la simple reivindicación y el mero desarrollismo.
El peso de la industria y de los servicios es variada en los territorios vascos. Se aprecia, por lo tanto, una concentración de la industria y del sector servicios en Gipuzkoa y Bizkaia. En Lapurdi, el turismo es el gran empleador del herrialde. En el sur de Araba y Nafarroa la incidencia del sector industrial y económica es menor. Nafarroa Beherea y Zuberoa son sin duda, las zonas menos desarrolladas, donde la agricultura es el principal medio de vida.
Esta situación nos indica claramente cuáles son los focos radiantes de la economía vasca y sus principales zonas de expansión. Los territorios cercanos a las zonas radiantes son los que pudieran ofrecer suelo industrial a buen precio, siendo su ubicación cercana a los focos industriales y de servicios de Bizkaia y Gipuzkoa. Estas zonas son el norte de Nafarroa Garaia y también Nafarroa Beherea. Hay que indicar también que dichas zonas son las más euskaldunes después de los focos radiantes de Gipuzkoa y Bizkaia. Este hecho es especialmente beneficioso ya que estas zonas no van a presentar dificultades insalvables para acoger una expansión del músculo industrial y financiero vasco, reafirmando la convicción de que es el hecho de ser vascos y la solidaridad entre herrialdes lo que va a mejorar su nivel económico y que es la industria vasca la que apoya y extiende el uso de la lengua vasca. Podemos definir la expansión como una expansión natural y no como una extensión invasiva que pudiera ser vista como extraña por los habitantes de la zona. La aplicación de una política industrial para la conformación de la independencia material debe aplicarse por tanto desde los focos radiantes de Bizkaia y Gipuzkoa hacia el sureste, comenzando por las zonas más euskaldunes.
Una política industrial expansiva alrededor de los focos radiantes crea unas necesidades culturas, educativas y de servicios que ofrecen más oportunidades a otras empresas e iniciativas vascas. La industria se convierte entonces en vanguardia de la construcción nacional. Vanguardia que permitirá detener el descenso demográfico de dichas zonas e incrementar la cohesión y relaciones con los focos radiantes.
La expansión industrial debe realizarse mediante nuevas zonas industriales (industrialdeak) que permiten reducir los gastos de implantación, y optimizar las necesidades de transporte de mercancías (con la llegada de la vía férrea a estas zonas industriales). Estas nuevas zonas, cuando se afiancen, se convertirán en nuevos focos radiantes que ayudarán a continuar y afianzar la expansión.
6. El músculo financiero
Esta potenciación de la industria vasca requiere como base una fuerte financiación que permita acometer fuertes inversiones. Esta financiación, además, debe tener como prioridad el mantenimiento de los centros de decisión de las empresas en territorio vasco, pues de otra forma la implantación iría perdiendo los objetivos primigenios y podría reducirse a una mera operación económica. La solución se puede conseguir si las empresas están participadas por entidades vascas que puedan exigir el mantenimiento de los centros de decisión o mediante un sistema cooperativo donde sean los trabajadores los que impidan la deslocalización. Y la mayor y mejor financiación vasca puede venir de las cajas de ahorros vascas.
Lamentablemente, el tamaño actual de las cajas vascas, (a excepción, quizás, de la BBK) no permite obtener el músculo financiero necesario para la aplicación de la tercera vía y será necesaria la unión de las cajas vascas. La fusión ha sido paralizada en el pasado debido a intereses que nada tuvieron que ver con intereses económicos: luchas de poder entre reinos de taifas que deberían avergonzar al nacionalismo gobernante. Esta unión podrá tener suficiente músculo financiero como para adquirir más cajas del Estado Español y expandirse por Iparralde creando la primera caja con amplia representación en toda Euskal Herria.
Esta nueva Caja Vasca podrá abordar la compra de un porcentaje significativo de grandes corporaciones emblemáticas (Iberdrola, BBVA) que además de dirigir parte de los beneficios obtenidos a través de las participaciones a la obra social vasca pueda invertir la deslocalización de las mismas a Madrid, creando trabajo cualificado (directo a indirecto) de nuevo a Euskadi. La Caja Vasca deberá repartir equilibradamente la acción social en todos los territorios, puesto que la concentración de las cajas podría provocar un desequilibrio financiero y recaudatorio en las haciendas forales. Una caja donde ninguna de las antiguas cajas goce de mayoría absoluta en la toma de decisiones y cuya obra social estuviera descentralizada sería una buena opción.
Además de las cajas, no debemos olvidar que los propios trabajadores pueden constituir una parte importante del accionariado de la empresa. Un accionariado que garantiza una firme posición contra la deslocalización y reparte los beneficios más equitativamente. Los ejemplos más significativos los podemos encontrar en las cooperativas vascas y empresas no cooperativas como CAF, donde los trabajadores (principales accionistas con un ~%25 de acciones) y las cajas garantizan la independencia de la empresa frente a adquisiciones hostiles o ventas a multinacionales.
Esta participación de los trabajadores deberá estar convenientemente estimulada por las administraciones en la fiscalidad, pues garantizan que la riqueza generada por la empresa (además de puestos de trabajo directos e indirectos) se mantiene en tierra vasca.
7. Reduciendo las distancias
En los últimos tiempos, en los especialmente en Gipuzkoa, se ha generado una polémica, que no debate, sobre la conveniencia de la implantación del tren de alta velocidad y otras vías de alta capacidad. Como oposición a estos proyectos algunos grupos como la izquierda abertzale han propugnado el llamado “tren social” y se ha querido transmitir a la ciudadanía la falsa elección entre un proyecto u otro.
Desde un punto de vista macroeconómico, no cabe duda que la situación geográfica privilegiada de Euskal Herria como paso fronterizo ha beneficiado su desarrollo económico. Tampoco hay que olvidar que el transito de mercancías que soporta Euskal Herria arroja graves problemas de sostenibilidad desde el punto de vista ecológico y económico. Los grandes gastos que se ocasionan en las reparaciones y mantenimiento de las principales vías por carretera tienen un impacto elevado en los presupuestos forales y es evidente que la situación es insostenible. Los detractores de las infraestructuras de alta capacidad afirman que no va a solucionar ningún problema en el transporte ni de mercancías, y que detrae inversiones de gastos sociales y la mejora de otras vías.
En el caso de la infraestructura ferroviaria de alta velocidad, esta última afirmación está fuera de lugar, simplemente porque el importe del despliegue de esta red la tiene que sufragar el Estado (el Gobierno Vasco adelantará la financiación, que se cobrará vía cupo). La Comunidad Foral Navarra ya ha solicitado la misma fórmula. Por lo tanto, desde el punto de vista de la financiación renunciar a la alta velocidad sería renunciar a unos ingresos que no irían a parar a ningún otro gasto social ni de infraestructuras. El Estado invertiría dicho dinero en otro punto del Estado: el tren de alta velocidad, por tanto, no supone para la economía vasca ninguna carga financiera salvo un primer uso avanzado del mecanismo del cupo que puede utilizarse en el futuro para otras obras estratégicas (como la renovación de la red ferroviaria convencional).
Desde el punto de vista económico, las voces que afirmen que no se pueden llevar mercancías mediante la línea de alta velocidad no tienen fundamento. Existen tecnologías para ello y es posible el desarrollo de sistemas de ancho variable para mercancías (que podría ser tecnología vasca). Sólo se necesita un impulso político para comenzar los trabajos de investigación y abaratamiento de la tecnología.
La liberalización y la creación de operadores de transporte de mercancías y viajeros ofrece la oportunidad de crear un operador ferroviario vasco presente en diversos mercados, como ya ha ocurrido con las telecomunicaciones. Un operador que ofrezca servicios tanto en mercancías como en pasajeros, en cercanías y alta velocidad. Como ya se ha mencionado, la inversión para la creación de un operador de esta envergadura necesita de una inteligente financiación.
Respecto a las infraestructuras viarias por carretera, la carga que soporta actualmente los territorios del antiguo Reino de Navarra, puede convertirse también en oportunidad: la Unión Europea va a obligar a pagar peaje al transporte de mercancías por el uso de infraestructuras que ahora son gratuitas. La posición estratégica como punto de paso a la península Ibérica podría permitir mantener e incluso ampliar y mejorar las infraestructuras actuales mediante unos ingresos adicionales que provienen del sector del transporte internacional. Por lo tanto, permitiría detraer las elevadas partidas que ahora se dedican al mantenimiento y mejora viaria para otras inversiones.
No cabe duda de que la expansión industrial debe acompañarse por una mayor cohesión territorial mediante unas vías de comunicación más acordes con los tiempos actuales. Una vez que Euskal Herria pueda estar conectada con Europa y otras naciones de la península como Catalunya mediante la X ferroviaria de alta velocidad, no es menos cierto que es necesario crear una red de transporte que permita una mayor movilidad entre herrialdes y una eficiente red de transporte de mercancías que conecte con la vías Europeas actuales y de futura construcción.
Y es que no se trata de elegir entre vías de alta velocidad o el llamada tren social, sino de apostar por ambas. La primera la pagará el Estado, la segunda puede desarrollarse por las instituciones vascas con los nuevos ingresos provenientes de las tasas del transporte. E incluso puede invocarse el mecanismo de cupo utilizado para la financiación de la alta velocidad para la mejora de la red convencional de ancho ibérico si fuera necesario.
A la vez que situamos a Euskal Herria como un eje esencial de las comunicaciones europeas y se obtienen ingresos del transporte de mercancías por carretera, hay que comenzar un proceso de cohesión territorial mediante transporte público. Es imprescindible sustituir/renovar la vetusta vía de Euskotren, desdoblar las vías existentes, aumentar la velocidad de las mismas y crear nuevas líneas hacia Araba, Nafarroa e Iparralde. Las autoridades de Iparralde ya han mostrado su gran interés por un sistema ferroviario de cercanías como la de Euskotren que comunique los municipios de Iparralde y los de Hegoalde.
Las oportunidades existen y hay que aprovecharlas: es posible crear un operador ferroviario integral y predominante para toda Euskal Herria. La expansión hacia la Navarra continental es también columna vertebral para el transporte de mercancías de las nuevas empresas vascas que puedan establecerse allí. La creación de vías de comunicaciones eficientes entre los herrialdes permite allanar el camino para una colaboración institucional en diversos ámbitos.
* La creación de nuevas redes de comunicaciones para la cohesión territorial y económica. No sólo se ciñe a comunicaciones físicas sino también a las telecomunicaciones y medios de difusión.
* Colaboración e intercambio de estudiantes. Estudiantes de Iparralde pueden continuar sus estudios en Hegoalde o a la inversa pudiendo crearse un flujo de conocimiento y comunicación que afiancen la idea de un único país a ambos lados del Pirineo.
* Planes conjuntos de promoción turística y empresarial. La proyección internacional que puede ofrecer una promoción internacional conjunta en ferias y convenciones turísticas de la costa vasca que incluya Lapurdi Gipuzkoa y Bizkaia o un turismo rural que incluya estancias compartidas en Nafarroa Beherea y Nafarroa Garaia no puede compararse con ningún otro esfuerzo publicitario que pudiera ejercerse desde las administraciones. Una proyección internacional de un auténtico “País Vasco”, como realidad que trasciende los fragmentados ámbitos competenciales actuales.
8. Reflexiones finales
Es necesario que el nacionalismo reflexione no sólo sobre objetivos, sino también sobre los instrumentos a emplear. La privilegiada situación del nacionalismo democrático en las instituciones de la Navarra maríitima ha ayudado al progreso y bienestar vasco y a la recuperación cultural y lingüística. Pero esto ha provocado que la política económica e industrial se haya centrado excesivamente en el territorio limitado por sus competencias.
Ni la creación y expansión cooperativista ni el dinámico movimiento de las Ikastolas tuvieron impulso institucional, pero dieron lugar a los movimientos sociales más profundos de la reciente historia vasca. Iniciativas privadas de personas y asociaciones que supieron superar las barreras legales e institucionales de la época con gran éxito.
Queda mucho trabajo que realizar para recuperar lo que los avatares de la historia y la violencia terrorista han dañado. La cohesión territorial, las relaciones entre herrialdes, el peligro de extinción de la cultura y lengua vasca en algunos herrialdes. Para una recuperación duradera y permanente, libre de avatares y signos políticos cambiantes, no es suficiente con esperar a gobernar ni quejarse amargamente, sino que se necesita trazar un plan sólido estableciendo continúas metas alcanzables. En estos tiempos que vivimos, donde importa más la acera que la bandera, los viejos reclamos dejan de movilizar conciencias, se agota el esquema nacionalismo contra nacionalismo, voluntad contra voluntad.
La estrategia del soberanismo mesiánico es vencer. Pero cuando alguien gana otro pierde. La estrategia del pragmatismo circular es mantenerse. Pero cuando se juega a empatar se pierde. La tercera vía es convencer para hacer y hacer para convencer.