En tres años de independencia, el PIB del nuevo Estado ha crecido un 84%, el sueldo medio se ha doblado y el paro se ha reducido del 32% al 10%. Los proserbios votarían ahora a favor de la secesión
¿Se imaginan al PP catalán alabando la independencia de Cataluña tres años después de un referéndum de autodeterminación? En Montenegro, ahora incluso la minoría prosèrbia votaría a favor de la secesión si se repitiera el plebiscito del 2006. Y es que en sólo tres años de independencia, los montenegrinos han conseguido doblar su salario medio, de 232 a 465 euros mensuales, recortar el paro, del 32% a sólo el 10%, y no depender de las inversiones de Serbia y Rusia. Podgorica ya mira hacia Bruselas y trabaja contra reloj para recibir el estatus de candidato a la Unión Europea (UE) el año que viene, con la corrupción y el crimen organizado como principal asignatura pendiente.
Desde que el 55,5% de los montenegrinos aprobaron la independencia el 21 de mayo del 2006, el PIB ha crecido un 84%. Por ésto, y por los Porsche Cayenne que se ven por las calles de la capital, incluso el jefe de la oposición, Srdan Milic, líder de los proserbios que votaron en contra de la secesión, promete que si llegara a primer ministro no aboliría la independencia para volver a anexionar Montenegro a Serbia. “Es muy difícil estar en contra de la independencia con todo el que hemos ganado convirtiéndonos en un nuevo Estado”, reconoce Milic.
Sociedad multiètnica
Los serbios representan el 30% de la población de Montenegro, 200.000 de sus 700.000 habitantes, y viven sobre todo en el norte, la región más pobre. Bosnios y albaneses, musulmanes, son el 17%, básicamente al este del país. Y todavía hay 16.000 kosovares refugiados de la guerra que no han vuelto a Kosovo. “Somos un ejemplo de sociedad multiètnica, multiconfesional, políticamente estable y segura”, vende Gordana Djurovic, la ministra que pilota la adhesión de Montenegro a la UE. Djurovic quiere empezar a negociar el ingreso en 2011, a pesar de que “ahora algunos gobiernos europeos están endureciendo las condiciones”. “En Bulgaria y Rumanía no se les pidió tanto”, se lamenta.
“Si nos hubiéramos independizado antes de Serbia, hacia el año 2000, ya estaríamos en la UE”, proclama entusiasta Miodrag Vukovic, diputado y presidente de la comisión de Exteriores del Parlamento de Montenegro. Pero las ONG, algunos embajadores y el enviado de la Comisión Europea no lo ven todo de color de rosa y hablan de corrupción endémica y de tics totalitarios. Montenegro es una república, pero su primer ministro, Milo Djukanovic, es poco menos que un rey. Hace dos décadas que está en el poder, desde que el 1990 ganó las primeras elecciones democráticas en la antigua Yugoslavia: tenía sólo 29 años, el jefe de gobierno más joven de Europa, y era su primer trabajo asalariado.
Acusado de contrabando de tabaco y de crimen organizado con la mafia italiana en los 90, ahora Djukanovic se ha gastado una millonada para salvar el banco Prva Banka de la crisis financiera. Otros muchos gobiernos han lanzado planes de rescate similares, pero la diferencia es que Prva Banka es propiedad de Djukanovic y su familia. “Este país es muy pequeño y todo lo controla la misma familia, de los bancos a los hoteles, la energía o las constructoras; si la UE financia una carretera seguro que el dinero irá a parar a la familia Djukanovic”, denuncia Momcilo Radulovic, secretario general del European Movement in Montenegro. “No se me ocurre mejor negocio en este país que ser primer ministro”, confirma un embajador.
“Si los sueldos de los médicos, los profesores, los jueces y los políticos fueran más altos no habría tanta corrupción”, justifica desde el Parlamento Vukovic, quejándose de que los diputados sólo cobran 850 euros. El salario de un agente de policía no llega a los 350 euros mensuales, mientras que el alquiler de un piso en Podgorica no baja de los 400 euros.
Empresarios
No menos eufóricos con la independencia que los proserbios están los empresarios, tanto montenegrinos como extranjeros. Desde el 2006, las inversiones alemanas, austríacas, húngaras, británicas e irlandesas –por este orden– han liberado la economía montenegrina de la dependencia del capital ruso y serbio. “De aquí a doce años seremos el Mónaco de los Balcanes”, proclama el empresario hotelero Zarko Radulovic.