Frustración sí, decepción…, no. A decir verdad es dura la perspectiva de aguantar a la cuadrilla de Miguel Sanz, enfrascada en la política del chollo. Por ello albergábamos muchos la esperanza de que los dirigentes del P.S.N. conservasen un ramalazo de vergüenza torera que permitiera acabar con el permanente desaguisado en el que han convertido la administración navarra los hombres de U.P.N.
Afirmo no sentirme decepcionado, desde el momento en que mi desconfianza hacia los responsables del P.S.N. se ha visto, por desgracia, confirmada. Ya es tiempo de que asumamos con madurez que los nombres por sí solos no condicionan la realidad. Socialista y demócrata son palabras vacías, cuando las utilizan personas que han tenido como escuela de la política los campamentos del Frente de Juventudes, colegios menores y las Jefaturas del Movimiento nacional franquistas. De estos se encuentran llenos los cuadros dirigentes del P.S.N. y U.P.N. No tiene nada de extraño que terminen coincidiendo.
Pero dejando a un lado el lamentable desenlace de la farsa que nos ha tocado contemplar, aparecen dos aspectos que merecen ser considerados como relevantes para el futuro. Si hay un hecho que llama la atención, ha sido el interés con el que nuestra sociedad ha seguido el proceso iniciado con las elecciones de Mayo. Primeramente creo que debe felicitarse a una sociedad que de una manera tan clara ha exigido el cambio en la administración de la C.F.N. todos aquellos que han creído en ese cambio, háyanlo hecho desde cualquiera de las opciones políticas que se ofrecieron a llevarlo adelante merecen ser felicitados por el sentido consciente que les movió a elegir su opción particular. Luego se ha comprobado que nadie estaba dispuesto a renunciar a tal exigencia, aunque los gestores del voto no hayan estado al nivel de la misma.
El otro aspecto que merece destacarse, se refiere a la manera en que ha sido gestionado el resultado electoral en la misma C.F.N. Son muchos los años en los que la cuestión navarra tiene una relevancia inusitada dentro del marco del Estado español. Parecía que éste se erigía en garante de que los habitantes de la comunidad no fueran fagocitados por las apetencias expansionistas de comunidades vecinas, contrariando la voluntad de los navarros. Los hechos se han encargado de poner a cada uno en su sitio. Navarra será lo que decidan los navarros…, han dicho hasta la saciedad unos. Otros, menos cautos como Rajoy, se han permitido decir que Navarra será lo que quieran los navarros… y los españoles. No se entiende cómo. La realidad es que son siempre los españoles quienes deciden, por encima de la voluntad de los navarros. Sin remontarnos a momentos remotos, lo cierto es que desde que en 1841 se impuso la ley de modificación de los Fueros, nunca se ha dejado a los navarros decidir. Siempre la imposición, precedida de la intriga y seguida de la amenaza ante la rebeldía de nuestro Pueblo: la francesada, las carlistadas, la gamazada o el mismo 1936. Que no quede ni uno, dijo Mola. Más recientemente los conspiradores prepararon el golpe de Sanfermines de 1978, con el fin de asegurar el dominio de los franquistas. Los hombres de U.P.N. han visto las orejas al lobo y se puede presumir que se encuentran dispuestos a mucho.
Por encima de decepciones y frustraciones lo positivo es la reacción de nuestra sociedad, dispuesta a no dejarse imponer. Aunque sea duro seguir con U.P.N., me temo que no era posible un acuerdo con el P.S.N. a la hora de desplazar a los franquistas. los desacuerdos de fondo terminarían dando lugar a fuertes desajustes entre la dirección del P.S.N. y sus previstos socios de gobierno. Ésta ha sido, en definitiva, la causa que ha impedido el tripartito. Y es que no se puede perder de vista que la trayectoria seguida por la C.F.N. a partir de la desaparición de Franco, la marca el acuerdo y colaboración entre las fuerzas que alumbraron en España la denominada transición; exigencia que implicaba el actual status de la comunidad foral. Tal status no significaba únicamente la separación en dos territorios de la parte de la Navarra histórica sometida a España. Este era el instrumento que ha permitido a los franquistas viejos y a sus congéneres del P.S.N. manipular los recursos del territorio en beneficio de los grupos políticos y económicos que se han agrupado en torno al mismo P.S.N y a U.P.N. La trayectoria de la Comunidad foral a lo largo de estos treinta años no ha consistido en otra cosa que la secuencia de escándalos que se iniciaron en la etapa de Del Burgo, al que hizo bueno posteriormente el socialista Urralburu, y posterior chanchullería de U.P.N., aunque somos conscientes de que no existen instrumentos político-jurídicos que puedan poner solución.
Entendemos la decepción de tantos militantes del P.S.N. y de sus votantes, quienes durante tanto tiempo se han creído el discurso de que representaban una alternativa de izquierda. Confío, no obstante, en la capacidad de reflexión de la sociedad navarra. Se ha pretendido que la base de esta sociedad sufría una fuerte fragmentación, como resultado de la doble opción política que se ofrecía a quienes eran partidarios de la configuración de la unidad de Euskalherria frente a quienes reclamaban la separación de la C.F.N. como comunidad autónoma propia. La coyuntura política presente se ha encargado de demostrar que los intereses reales de los habitantes de la misma, desde Cortes a Bera son idénticos y que el virtual conflicto entre navarros vascos y, simplemente, navarros no es otra cosa que un fantasma interesadamente agitado por las fuerzas políticas que han manejado esta provincia española a lo largo de los últimos treinta años, posibilitando la manipulación de los recursos económicos de la misma en escándalos abiertos o corrupción encubierta, protegida por el actual sistema institucional.
Esperamos que los acontecimientos presentes permitan la reflexión serena de nuestra colectividad de cara a nuestros verdaderos intereses.
Navarra estado vasco / Nafarroa euskal estatua