El pasado día 4 de agosto del año 2008, en el Diario de Navarra, apareció una carta al director titulada: No son galgos, son podencos la cual estaba firmada por el señor Rafael Doria. En dicho escrito le parecía penoso que se desplegara una bandera del Estado de Navarra en lo alto del monte Urgull, concretamente en el castillo de la Mota, un castillo construido en tiempos del rey navarro, Sancho III el Mayor.
A pesar de lo dice el señor Doria, realmente fue una iniciativa ciudadana navarra, concretamente promovida por habitantes de esa hermosa ciudad costera vasc(on)a, fundada con el fuero marítimo navarro que le otorgó otro gran rey de Navarra, Sancho VI el Sabio.
El señor Doria mezcla el tocino con la velocidad, ya que los ciudadanos navarros presentes en la izada de la bandera roja, como en el puesto informativo existente en el paseo de la Kontxa, o incluso en el acto con el que se concluyó la jornada en la denominada plaza de la constitución, tenían muy claro que la bandera colorada en lo alto del monte Urgull, es la bandera del Estado de Navarra.
El colocar nuestra bandera en el castillo de La Mota, no era un acto simbólico para recordar con ello la navarridad de Donostia exclusivamente, sino realmente era un acto más encaminado para volver alcanzar de nuevo, la soberanía plena de nuestro Estado, que es Navarra.
Recordemos que muchos navarros fueron expulsados en el año 1498 del Reino de Navarra, debido a las presiones extranjeras de los llamados reyes católicos, que amenazaban con una inminente invasión del Estado reducido de los navarros y todo porque eran de religión judía. Cuatro años después de la invasión y ocupación sufrida por los navarros en el año 1512, otros ciudadanos de Navarra, esta vez musulmanes, fueron expulsados de la tierra en la que crecieron y amaban con todo su ser, tras el asentamiento de la inquisición española en territorio navarro, una inquisición impuesta por un monarca español, conocido por los navarros como el Falsario.
La elección del día de Santiago matamoros, para izar nuestra bandera colorada, no fue hecha al azar. Se realiza precisamente el 25 de julio, por ser el día que eligió el jefe de las tropas invasoras españolas, el duque de Alba, para entrar y ocupar Iruñea, capital del Estado de Navarra.
En Donostia, todos los que estuvimos amparando la bandera roja y/o informando a los transeúntes en la Kontxa y/o cantando el himno nacional de Navarra, al son de la música de txistu, en la plaza anteriormente comentada, nos unía una sola cosa, la más sencilla de todas, el ser navarros.
Incluso estábamos bastantes que no creemos en ningún partido que se presente o lo intente, a las elecciones de los estados español y francés, porque nosotros somos navarros y hasta que no tengamos un Estado propio no creemos en el partidismos, ya sean de izquierdas, derechas o centro.
La falsedad española de unión voluntaria de la comarca navarra de Gipuzkoa, al reino de Castilla, está basada en la ocultación de la defensa llevada a cabo por los naturales del país contra el invasor castellano. Concretamente en esa villa costera de Navarra, la defensa fue llevada a cabo por Juan de Bidaurre, tenente o funcionario del Reino, en tiempos de Sancho VII el Fuerte.
La población donostiarra presentó una dura defensa contra el ataque de las tropas invasoras castellanas, que finalmente se apoderaron de la villa por la fuerza de las armas, al igual que de su puerto marítimo, el principal del Estado navarro de aquella época.
Para concluir, decirle a usted, señor Doria, y a los demás como vos, que el escudo del último rey navarro que tuvo Donostia, Sancho VII el Fuerte, era un águila. No conozco cual es su escudo personal si lo tiene, pero de tenerlo le recomiendo que le añada un buitre que lo abarque, como deben de tenerlo el resto de desertores como usted, que no solo reniegan de la condición política de navarro, sino que nos la niega a los que realmente queremos ser navarros.
Con ello, ustedes han pasado a formar parte de las filas de las fieras españolas y francesas que atacaron al Estado navarro y continúan ocupándolo, pero como meros animales carroñeros, acaparando los pocos despojos que os dejan e impidiendo junto a ellos, que los navarros volvamos a recuperar un Estado propio navarro y con ello alcanzar al fin, la libertad.
Iruñea, agosto 2008