Aragón: De Condado navarro a Corona de España
La historia de Aragón está íntimamente ligada a la historia de los comienzos del Reino de Pamplona, posterior Reino de Navarra. En la creación del Reino de Navarra por parte de los vascones, es la continuación política de los sucesos acaecidos a finales del siglo VIII, como la batalla de Orreaga . Este pequeño Condado, promovido en su día por los Carolingios (como nos indica Mikel Sorauren en su libro Historia de Navarra, el Estado Vasco), es desde el principio parte del Reino vasco(n).
La histografía española nos indica, no sin gran e intencionada malicia, la división del Reino de Pamplona a la muerte del “señor de los vascones”. El conde de Aragón controla ciertamente dicho Condado, pero supeditado a la autoridad del rey de Pamplona. A pesar de un suceso rocambolesco, ocurrida en 1043 en Tafalla (ver Pierre Narbaitz, Navarra o cuando los vascos tenían reyes), la división del Condado y el Reino vasco(n) no es efectiva.
Ante las primeras agresiones a la frontera occidental, por parte del todavía Condado de Castilla, el conde de Aragón acude en defensa de dicha frontera pactada en 1016 entre castellanos y navarros. Pero ante el cruel asesinato de Peñalen en 1076, promovido por Castilla y llevado a efecto por hermanos del rey navarro, la defensa del Condado de Aragón evita la total conquista del Reino vasco(n).
De nuevo la histografía española nos dice que estos “reyes” de Aragón son de la dinastía de Navarra, mientras que la realidad histórica nos dice que estos reyes navarros gobernaban en Pamplona y Aragón. Es cierto que uno de estos reyes otorga el título de Reino al Condado, sin ir más lejos el primero Sancho V Ramírez.
Pero el rey conocido como “El Batallador” consigue expulsar y reconquistar de las garras imperiales castellanas todas las tierras navarras hasta Montes de Oca, además de cumplir el mandato del Papa y dedicarse a guerrear contra los musulmanes, bajo el manto religioso de la Cruzada. Se firma un nuevo Tratado, ratificando el de 1016, el Tratado de Támara de 1127 (ver Tomás Urzainqui Mina, Navarra sin fronteras impuestas).
Tras la muerte de este rey guerrero, el testamento que lega es nefasto para la unidad del Reino pirenaico. Los Condados de Gascuña y Toulouse se apartan de Navarra, perdiéndose así la antigua unidad de los vascones a ambos lados del Pirineo, antes de la invasión del Imperio romano. Pero no sólo desaparece esta unidad, sino que el Conde de Barcelona, un templario, junto con el rey de Castilla, aprovechan la ocasión, con el beneplácito del estado pontificio y provocan la división del Reino.
La frontera, no siempre sin sobresaltos, se mantiene prácticamente inamovible hasta la invasión de Castilla en 1512. El Reino de Aragón se expande por la Península, incluso por el Mediterráneo.
En numerosas ocasiones las coronas de Castilla y Aragón firman Tratados en los cuales se reparten el Reino de Navarra. La obsesión es absoluta por los restos del Reino de los vasco(ne)s. Pero dicha conquista tenía que esperar, ya que la carrera imperial continuaba por la Península, por el mandato “divino” y la ambición desmedida de gobernantes castellanos y aragoneses.
El Reino de Aragón se convierte en Corona, y vía matrimonial se une a la Corona de Castilla, formando el Reino de España. La unión de ambos Imperios se complementa con la conquista de Navarra. En ella toman parte tropas aragonesas, comandadas por el obispo de Zaragoza, hermano del falsario. Su implicación es determinante en la conquista de Tutera y otras plazas fuerte navarras (ver Peio Esarte Muniain, Navarra 1512-1530.Conquista, ocupación y sometimiento militar, civil y eclesiástico, título muy expresivo que podríamos trasladar a las acciones sufridas por otros países a manos del Imperio español).