Medianoche (?), cerca (?), ¿de qué hablamos?, ¿de una novela de intriga?, ¿de una salida nocturna de astrónomos?, ¿de una conocida metáfora o de una oscura metonimia?
Para empezar podríamos hablar del Doomsday Clock anglosajón o del reloj del Apocalipsis . El reloj de marras es un simple indicador del estado del mundo que indica el grado de proximidad que el planeta Tierra tiene con respecto a un holocausto nuclear. Según mi última consulta el reloj marca: 11:56, ¡Post Meridian of course!!!
Me quedan 4 minutos, ¿podré acabar este artículo?, ¿me podré despedir de mis hijos?, ¿le podré dar un último beso a mi mujer?, ¿qué hará mi banco con mi hipoteca?, ¿la podré renegociar en el más allá?, ¿hay algún convenio transfronterizo? Demasiadas preguntas para contestarlas en 4 minutos. Los aprovecharé para hacer mi pequeña aportación al patrimonio cultural de la humanidad.
Han transcurrido 30 segundos –me quedan 3 minutos y 30 segundos, debo correr- y aparte de la pirotecnia inicial, ¿tienes algo que contarnos?
Intentaré hacerlo en 3 minutos, el tiempo vuela. Dicen que el tiempo vuela cuando nos divertimos, pero yo no me estoy divirtiendo, me quedan 3 minutos escasos y estoy divagando. Divago que si no me estoy divirtiendo debo estar alargando el tiempo. ¡Al grano!!!!
Bien empecemos otra vez –segundo intento- desde el tercer compás. Andantino.
Últimamente hay varias preguntas que martillean insistentemente mi cerebro. ¿Por qué soy un perdedor?, ¿por qué despiertan en mí tanta simpatía los perdedores?, ¿cuál es la causa por la que no me atraen los ganadores?
Ya que tengo que simplificar –me quedan dos minutos escasos- empezaré con una pequeña tabla:
PERDEDOR
Ecosistema social/Naturaleza
Lenguaje humano, música, arte
Historia, Filosofía, Antropología
M. Sorauren, Txillardegi, P.Esarte
GANADOR
Ecosistema económico-tecnológico(liberal)
Lenguaje digital/matemático/economicista
Tecnología, Ciencia
Zaplana, Juan Carlos I, George Walker Bush
Perdedor y además admirador de la filosofía taoista, ¡joder!!! sí que eres raro chaval.
Todo conocedor de la forma de pensar taoista sabe que en todo organismo social, económico o biológico actúan siempre dos fuerzas contrapuestas y a la vez complementarias. La razón de ser de una de ellas sólo se explica mediante la existencia de la otra. Ante esto sólo cabe actuar de dos formas: de forma simbiótica, colaborando y generando sinergias, o de forma darwiniana, fagocitando y generando la clásica dinámica predador-presa.
Es evidente que la tabla mostrada anteriormente simplifica y caricaturiza el complejo mundo real, no existen ni perdedores natos (Eukal Herria, euskara, filología, música…), ni ganadores natos (USA, España, inglés, broker, informático…). Aunque sí existan organismos con deriva a uno de los extremos; nos valen los mismos ejemplos. Es conocido que la saga de los ganadores ha dominado los acontecimientos históricos salvo pequeños períodos de relumbre perdedor.
En suma, el actual ecosistema económico-tecnológico seduce, fascina y cautiva. Tanto seduce, fascina y cautiva que se olvida del ecosistema social y natural en el cual creció y lo considera viejo, caduco y prescindible. En su arrogancia se cree de un orden superior y en vez de abogar por la biodiversidad cultural, social y natural, defiende un monocultivo con efectos devastadores a largo plazo. Devastadores en la naturaleza (capa de ozono, cambio climático, inundaciones…), devastadores en lo social (american way of life, consumismo, pensamiento único…) y devastadores en lo cultural (monolingüismo, prensa/radio/tv rosa, fin de la historia…).
Una sociedad o cultura –mismamente la euskalduna, mismamente la occidental- basada única y exclusivamente en el ecosistema económico-tecnológico, que a su vez tiene como centro de operaciones los mercados de valores, y como unidad de medida el beneficio inmediato, que desatiende al bienestar social de su población y desprecia olímpicamente a sus escribas (historiadores, filósofos, antropólogos y artistas) está inmersa en un proceso metastásico terminal. Lento al comienzo, devastador y fulminante al final.
Resulta paradójico que el país más poderoso económica y militarmente posea la sociedad más desestructurada e insolidaria del planeta. Algo se está haciendo mal cuando todo hijo de vecino ansía parecerse a un yanqui, cuando un individuo no muy dotado intelectualmente gana millones a mansalva por golpear un cuero esférico y dedica sus ratos de ocio a jugar en la PlayStation mientras que los emolumentos de nuestros mejores escritores no alcanzan ni para pagar la cuota mensual de Internet.
Debo darme prisa me quedan 10 segundos. ¿Me quedan 10 segundos o como euskaldunes NOS QUEDAN 10 SEGUNDOS?
Razones para cambiar las tenemos, hasta CIEN por lo menos. ¿Hasta cuándo seguiremos manteniendo relaciones amistosas con una franquicia de los Estados Unidos de América? Ya lo dijo Kant: sapere aude, atrévete a pensar. Nuestro futuro está en juego.