El bravucón alcalde que manda en Bilbao, gobernar es otra cosa, ya venía favoreciendo todo el escandaloso proceso de Uribitarte, en combinación con El Correo Español, donde tiene un extraño y extraordinario beneplácito, el periódico de exclusivas, confianza y referencia de esta secta españolista y derechista del PNV. Ha creado una tempestad disfrazando el problema arremetiendo con una fiereza impropia del cargo de modo brusco y vulgar, descortés y despiadado contra la persona, Calatrava no contra la obra.
Ha aprovechado las deficiencias de su pasarela, hasta ahora silenciadas y tergiversadas, para crear una corriente de populismo presentándose como el garante de la correcta transitividad del puente. En la escena pontificia extraña, repentina y tardíamente ha aparecido alguna coordinadora que hacia años no se pronunciaba, reivindicando la accesibilidad e inicialmente lo ha hecho sólo contra la pasarela existente, no contra la macro escalera. También, ha habido notables silencios profesionales y colegiales sobre el concepto de propiedad intelectual y opiniones que tratan de halagar a la inmobiliaria ya que siempre es bueno estar cerca por si acaso.
El día de la inauguración, en medio de un cortejo de asistentes, entre ellos los habituales aduladores, bufones y balduretas de la villa, en un arrebato oral al alcalde se le ocurrió llamar a una plataforma-explanada entre escaleras plaza de la Convivencia queriendo quizá aludir, ridícula y erróneamente, a que el Ensanche se unía con la Ría. Como alcalde debería saber que ya en 1892 el arquitecto municipal Edesio de Garamendi (1849-1899) proyectó el extraordinario espacio urbano de las Escalinatas, Rampas y Jardines de Uribitarte, que él ha contribuido a destruir. Suponemos que quiso decir Connivencia, lo que escandalosa y realmente ha ocurrido aquí entre los intereses lucrativos privados y las dádivas políticas pendientes del clásico porciento, que por fin después de tantos años llegará.
Decepciona, pero no sorprende en este mandatario, el inmediato entusiasmo por todo lo español, en este caso por el nombre de la plaza. Una vez más que recordar que este paraje en concreto ha tenido tradicionalmente y como ciudad vasca le corresponde, sus topónimos en euskara: Uribitarte (entre dos villas) e incluso Ibaigane (arriba, sobre el río) que designa un palacio de 1898, actual sede del Athletic Club en la alameda Mazarredo sobre el cauce. Solicito por tanto, con absoluta firmeza y urgencia, a las personas, asociaciones, grupos culturales que tengan una elemental autoestima ciudadana, al Pleno municipal y a los medios de comunicación como propagadores de una premeditada acción comercial, que se olvide el apelativo excéntrico, vanidoso e inoportuno de Isozaki Atea.
Este arquitecto no merece ningún reconocimiento especial, sino todo lo contrario un reproche permanente por la destrucción de una valiosísima parte de la ciudad. Ya le han pagado bien por firmar un trabajo y su misión aquí con cuatro o cinco visitas ya ha finalizado. Por lo tanto nada de perpetuar su nombre. Uribitarte es el topónimo adecuado para la pasarela, que tampoco es de Calatrava, sino su autor y para las escaleras. De proponer algún reconocimiento sería el que se ha hecho merecedor con su actitud, de “persona non grata”
Este arquitecto no merece ningún reconocimiento especial, sino todo lo contrario un reproche permanente por la destrucción de una valiosísima parte de la ciudad que constituía un excepcional y bellísimo espacio urbanístico y arquitectónico catalogado como Conjunto de Protección Especial nivel A, y el Depósito de Protección Básica nivel C. Una atalaya sobre la Ría. Asimismo, era una referencia imprescindible para entender una parte y un período de la historia de la Villa. Ya le han pagado bien por firmar un trabajo y su misión aquí con cuatro o cinco visitas ya ha finalizado. Por lo tanto nada de perpetuar su nombre. Uribitarte es el topónimo adecuado para la pasarela, que tampoco es de Calatrava, sino su autor y para las escaleras. De proponer algún reconocimiento sería el que se ha hecho merecedor con su actitud, recordada año atrás por el vecindario con los llamativos carteles de ¡Isozaki kanpora!, el de “persona non grata”.
* Iñaki Uriarte; Arquitecto