“Divide y vencerás” era la estrategia utilizada por el general romano Julio Cesar, en su conquista de la Galia. Esta máxima militar encontró su mayor obstáculo en el druida o jefe de los auvernos, Vercingétorix, que consiguió unir a las diferentes tribus galas. La posterior lucha entre los jefes de las tribus causó su desunión y desorganización, lo que a la postre llevó a la derrota de los galos y a su conquista a manos de las tropas romanas.
A lo largo de la historia del pueblo vasco(n) ésta es la máxima que han utilizado nuestros enemigos, hasta conseguir conquistarnos. Los invasores siempre han querido dividir a los vasco(ne)s. Buscaban “beneficiar” a unos señores que eran herramientas perfectas para desestabilizar al estado vasco(n). Por ejemplo, tras la derrota en Atapuerca a manos de Castilla, ésta busca complicidad en los Señores de Bizkaia (la familia López de Haro, tras su deserción de Navarra); después apoyan a los oñacinos contra los ganboinos; era tal la desunión de los vasco(ne)s occidentales que en la batalla de Navas de Tolosa, en 1212, unos iban con Castilla, caso de oñacinos, y los otros con Navarra, caso de ganboinos, pese a que la Navarra Marítima (Vascongadas, Bureba, Rioja…) ya estaba en poder de Castilla. Más tarde topamos con el apoyo de Castilla a los beaumonteses, con el Conde de Lerin a la cabeza, y de Aragón a los agramonteses, durante la guerra civil del siglo XV que asoló los restos del estado vasco(n). Tras la conquista de España, ésta integra a oñacinos, ganboinos y beaumontes en sus filas contra los soberanos vasco(ne)s y sus súbditos, navarros fieles, los agramonteses, hacia el s. XVI.
La desunión siempre viene dada por la ambición de poder y riquezas, ya sean en la posesión de tierras dentro de Navarra, o bien en territorios de España; a veces por la consecución de títulos nobiliarios, sin importar en qué Estado estén los mismos, igual España que Navarra.
Esto ocasionó una división territorial en el Estado vasco(n), al sur una parte, la Navarra ocupada militarmente por España que fue incluida como una provincia cualquiera en 1841; y la otra, la libre al norte de los Pirineos, que posteriormente fue integrada por Francia en 1620, con tropas francesas dentro del territorio vasco(n).
En la actualidad los vasco(ne)s nos encontramos sin Estado. La evolución de la política nos ha perjudicado tremendamente desde el siglo XVI. Los nobles realizan pocas labores positivas en política, pues viven de sus títulos, y surgen los primeros políticos de las clases populares.
De este origen nace el denominado nacionalismo vasco. Hunde sus raíces en el padre Larramendi (1690-1766), que defendía ya el proyecto de las Provincias Unidas del Pirineo, expuesto en el fuero de Gipuzkoa. Pero para muchos la gran figura es Sabino Arana. Podríamos decir muchas cosas de él, pero yo me quedo con lo que a mi parecer es lo más importante. Hizo resurgir el sentimiento de que los vascos tenemos que tener una nación. Tal vez lo hiciera desde una postura cuando menos extraña para la historia del pueblo vasco(n). Primero buscó la independencia de Bizkaia, incluso creó la bella ikurriña, para este boceto de Estado, de raíces vizcainas, que fue rápidamente asimilado por los demás territorios vascos. Después planteó que todas las provincias vascas buscaran su independencia, cada una por su lado, para así asociarse en una Euzkadi federal. Fundó del Partido Nacionalista Vasco en 1895.
Antes de estos hechos ocurridos en Bizkaia, en 1883, Serafín Olave, miembro del Partido Republicano Navarro, escribe las bases constitucionales de Navarra. En la Base cuarta escribe lo siguiente: “Con el fin de auxiliar la tendencia de reincorporación a Navarra, se concede los derechos de ciudadano navarro a los riojanos, vascongados y navarros franceses de la sexta Merindad de Ultrapuertos que lo soliciten, con rebaja de la cuarta parte del tiempo exigido en cada caso de los especificados; y la residencia en los expresados territorios, donde pueden prestar gran servicio a la propaganda de la idea anexionista, se considera como dentro de Navarra para todos los efectos legales”. Y todo eso desde la provincia residual de Navarra. Autentico nacionalismo vasco(n) tras la pérdida de la poca independencia que le quedaba al Reino de Navarra.
A muchos estas propuestas nos parecen buenas ideas. Tal vez podamos pensar que faltan territorios vascones, a los cuales se les tendería el mismo puente. Pero llegamos al dilema del nombre, de nuevo divididos, Euzkadi o Navarra. Lo cierto es que uno no ha existido como nación ni como Estado y el otro sí. Uno nunca ha sido la representación de los vascos ante los demás países europeos y el otro sí.
Un gran nacionalista vasco, nacido en Bilbao en 1877, que participó activamente de la política del P.N.V. y fundador del A.N.V., siempre intentó que el nacionalismo vasco asumiera la centralidad de Navarra por motivos históricos y políticos. Este hombre, prácticamente olvidado por el nacionalismo vasco, era Anacleto Urtueta.
Señalar Navarra como referencia del estado vasco(n) nos da motivos históricos para la recuperación de la soberanía. Esperemos que los políticos vascos del s.XXI unan fuerzas sobre esta idea y busquen la recuperación de nuestra independencia. Las bases ciudadanas de las diferentes fuerzas patriotas vascos deseamos con fuerza que eso suceda. Esperemos que nuestros políticos, ya sean de derechas, de izquierdas, del centro o de lo que sean, se unan en la idea de recuperar la soberanía del estado vasco(n) de Navarra.