Señor Miguel Sanz, hipotenusa siempre será una palabra griega, cateto, sin embargo, admite una acepción en español, por suerte. En caso contrario ¿cómo podría, excelentísimo señor, asimilar vuecencia tan alto concepto? ¿Que no es posible expre-sarlo en Vascuence? Favor que hace al Euskera. No es momento de repetir las excelsi-tudes de este idioma; simplemente, me remito a la consideración que el mismo tiene en la comunidad científica internacional. ¿Me reclamarán, quizás, los sesudos intelectuales españoles que aporte datos al respecto? ¡Peor para ellos! Porque demuestran de este modo que desconocen lo que es de conocimiento universal y que se encuentran más encerrados en su castillo que la Meseta. Si el español pudiese disfrutar de la considera-ción que se tiene al Euskera en los ámbitos científicos mundiales, como lengua peculiar y extraordinaria, por lo que puede revelar de los orígenes de la cultura europea y otros aspectos, los españoles reclamarían que se les pusiera alfombra roja en cualquier foro en el que apareciesen.
Lo grave del caso Sanz no es la destemplanza de este señor. Sanz y la propia U.P.N. son el síntoma de un hecho de mayor gravedad. Que sea posible que en la pro-vincia española de Navarra (C.F.N.) llegue a la mayor responsabilidad un iletrado, a quien acompañan una cuadrilla de arribistas con espíritu de picoleto y de chusqueros, no es culpa de la sociedad de este territorio de la Navarra auténtica. ¡Ah, claro! Replicarán ¿Acaso no han sido elegidos en elecciones democráticas? Cada vez entiendo menos esto de la democracia, aunque espero que algunos de los profundos pensadores orgánicos – de los antifranquistas ¡Faltaba más!- me lleguen a explicar, cómo los franquistas se han convertido en demócratas; a mi modesto entender milagro equiparable al de las Bodas de Caná. Porque esta es la terrible realidad. Sí, la de la imposición violenta de un Estado -España- sobre una Nación -Navarra- que ha dado permanentemente muestra del re-chazo a tal imposición. Por supuesto que me estoy refiriendo a 1936 – sin aludir a las innumerables ocasiones históricas en las que el ejército español ha decidido la cuestión. También en 1976, 77, 78, etc., se produjo la misma intimidación e imposición consi-guiente, de las que es consecuencia la presente situación.
Lo más grave-como vengo señalando- es el apocamiento de ciertos sectores sociales y grupos de élite que consideran que esta es una situación normalizada que ellos mismos respaldan. Desde luego pienso en partidos como el P.S.N. y fuerzas sindi-cales afines, al igual que otros que se consideran más coherentes con lo que debería ser una actitud progresista, tales Izquierda Unida. En conjunto se ven obligados a aceptar la política de los franquistas de U.P.N., porque en su día aceptaron que el Estado franquis-ta podía transformarse en una democracia. Todo ello sin mencionar el ramalazo español de que hacen gala, a pesar de que les moleste el ser identificados -y asimilados- con la derecha española. No son sino una representación sino a una versión dulcificada de Franco.
Queda tal hecho en evidencia en la convergencia del razonamiento de Mi-guel Sanz, con toda la brutalidad que le caracteriza con -a título de ejemplo- el de Au-relio Arteta, pretenciosamente racional. Sanz pretende ocultar su autofobia contra Nava-rra con especiosos argumentos de pragmatismo y productividad económica; argumentos estos que gustan de utilizar los prepotentes para despreciar lo que ellos estiman que no es de utilidad, simplemente, porque ellos son incapaces de apreciar su valor. Se alude al costo que supondría la recuperación del Euskera, la poca utilidad del mismo en el mun-do actual -quienes lo afirman ¿Los analfabetos seguidores de Sanz?- y el sinsentido de defender los pequeños idiomas que se encuentran -según ellos- en vías de extinción. No aprecian el subjetivismo de estas valoraciones y que con similar razonamiento un Chino mandarino puede estimar superfluo el castellano, atendiendo a la importancia que tiene el habla china desde el punto de vista cuantitativo. Tampoco tienen en cuenta que los norteamericanos puedan considerar inoportuno el cultivo del español en Norteamérica, vista la importancia del Inglés. Claro que los españoles pueden disponer de un Estado que protege e impulsa -Instituto Cervantes- la propagación del idioma castellano, sin atender a argumentos de esta índole. Por mi parte he llegado a la conclusión de la inuti-lidad de razonar con los españoles ¿Soy extremista? No lo creo, pero tengo la convic-ción de que no saben aplicar sino la ley del embudo. La proclamación de los grandes principios de valor universal que parecen haber interiorizado españoles y franceses no aguanta la piedra de toque de la realidad frente a vascos, catalanes, bretones y otros Pueblos.
Que no se me acuse de exagerado. Si el derecho de autodeterminación es universal, derivado de la igualdad radical de los individuos y capacidad de las colectivi-dades para decidir su organización, no puede venir ningún Patxi López afirmando que solamente es aplicable a los países extreuropeos. Si el derecho de todo individuo a utili-zar lo que el considera es su idioma más propio, no puede venir ningún Arteta a preten-der que ese es un derecho individual. En mi modestia yo pensaba que el idioma tenía como finalidad la de permitir la comunicación entre las personas. Es de agradecer que Arteta y otros permitan a los euskaldunes hablar solos. ¡Ay del derecho de ciudadanía! En este terreno los franceses rizan el bucle sin ninguna melancolía. Sus altas instancias jurídicas han resuelto que el Euskera y otras lenguas minorizadas no pueden ser objeto de protección y desarrollo por parte del Estado por contravenir tal pretensión el sagrado principio de la igualdad. ¡Faltaba más! Todos los ciudadanos del Estado tienen que ser iguales…que los mismos franceses. Esperemos que no nos obliguen igualmente a comer el mismo foie y beber Champagne. Esta es la dura realidad de una cultura -española o francesa- que se pretende ecuánime, pero no resiste la prueba del algodón. Creen estar revestidos con los ropajes más suntuosos de la libertad del individuo, el respeto a la dis-crepancia y la asunción de los valores del otro como una riqueza propia. Han hecho creer a sus seguidores que tales valores articulan el sistema político y social vigente y aunque esos mismos seguidores no los ven, temen la descalificación que pueda recaer sobre ellos y afectan que los ven. Es, de nuevo, la fábula del rey desnudo a quien enga-ñan unos granujas y cuyos súbditos acatan por temor. Tiene que venir el esclavo negro -el abertzale y el disidente- para denunciar la farsa, aunque, al revés que en la fábula, ellos persisten en que su rey está vestido. Lamentable papel el que juegan los familiares del Santo oficio inquisitorial agrupados en torno a su jefe Savater y otros, todos siervos fieles de ese Vaticano que es el diario el País.
Retomando el problema del Euskera en la C.F.N., no nos encontramos ante una cuestión económica, sino de índole política que hace referencia a las opciones del individuo y de la colectividad. Estas se encuentran condicionadas por la situación de tales agentes frente al Estado del que son sujetos, o vasallos. Que no nos vengan con sermones de ciudadanía, porque esta no es posible sino en el marco de naciones libres. Arteta haría bien en leer mejor a Locke y si se resiste a entenderlo, será su propia res-ponsabilidad. A la palabra ciudadano debe seguir la coletilla de… romano, ateniense, español, francés… o navarro. Lo demás es pura entelequia