Ya estamos intervenidos

Coincido totalmente con el doctor Enric Vila cuando dice que la mejor noticia de todas las encuestas que se han publicado hasta ahora sobre el referéndum es el aumento del voto contrario a la independencia, un hecho que demuestra de nuevo que los electores, piensen lo que piensen, siempre acaban apoyando a las administraciones que toman decisiones valientes. Aunque parezca paradójico, Puigdemont y Junqueras acertaron de lleno cuando, en la entrevista con Sanchis, se tomaron muy seriamente la posibilidad de que la votación convocada por el Govern acabe con una victoria del no, lo cual haría inevitable unas elecciones autonómicas y un tiempo impuesto de barbecho para el independentismo. Cuando más se desvincule el referéndum de los partidos que lo impulsan (y de sus miserias respectivas) más se empoderará a los ciudadanos y el llamamiento al voto también será más efectivo.

No es nada casual que la determinación del Govern haya llevado a figuras públicas contrarias al independentismo como Eduard Punset a manifestarse a favor de ir a votar el 1-O y que esta salida del armario a favor del referéndum, complementada con el añadido de alguna celebrity internacional como Yoko Ono, se haya querido contrarrestar desde El País con una lista de socialistas catalanes contrarios a la votación. Eso puede parecer anecdótico, pero a medida que aumenten las figuras públicas que se decantan por ir a votar, la posición de los abstencionistas se hará mucho más difícil y muchos de ellos, creedme, acabarán preguntando a Miquel Iceta por qué cojones se comía una paella el día en que se jugó el futuro de España y no los defendió en las urnas. Igual pasará con Colau, no lo dudéis, si cierra las puertas del Ayuntamiento a la democracia.

La administración española está viendo que no podrá castrar a los votantes del no con el mismo lenguaje racista y criminalizador con el que ha querido atenazar la iniciativa de los independentistas y por eso —fracasada la vía judicial— ha empezado a amenazarlos con toda la cuestión del FLA. El movimiento volverá a ser estéril, porque amenazar con la intervención económica a una administración que ya está intervenida desde hace tiempo es una reiteración sobrera, pero sobre todo porque el orgullo de los votantes del no empezará a emerger de verdad si la administración central no sólo les impide votar sino que impulsa la prohibición a base de atenazar más las finanzas de la Generalitat. Hace días, un taxista barcelonés me dijo todo airado que si no le dejaban votar cogería un enfado como una mona y se haría independentista. El ejemplo supera la sociología de café.

Puigdemont ha hecho santamente afirmando que no hará caso a una posible inhabilitación y se demuestra por enésima vez que el president y el referéndum salen reforzados cuando el Molt Honorable se preocupa mucho más por la dignidad de sus electores que por el futuro de su propio partido. Yo del Govern iniciaría una campaña oficial para el referéndum que incluyera institucionalmente las voces contrarias a la independencia que quieren votar. Cuanto más neutral sea la administración y más determinada esté a hacer realidad la soberanía del voto de los electores, más ajustado y realista será el resultado del próximo 1-O. Como ya he escrito manta vez, la única (e irreal) opción que Rajoy tiene de detener el referéndum es el uso de la violencia, un procedimiento que España no se puede permitir bajo riesgo de aislamiento internacional. Hasta ahora, Rajoy ha combatido a sus enemigos. Ahora hay que enfrentarlo a sus amigos.

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