Victoria

Se pueden hacer las lecturas que se quieran, pero la evidencia es demoledora: el sistema judicial español acaba de recibir una bofetada cósmica que deja tocada la macrocausa catalana, la causa política más importante de la democracia española. Con una lista de perdedores que retrata el descrédito de instituciones puntales del Estado de derecho.

El primer gran derrotado es, lógicamente, el juez Llarena y, con él, parte del sistema judicial que incluye Fiscalía General, juez Lamela, juzgado del 13 y el resto de flequillos que han abonado, justificado y sostenido el relato penal en el conflicto político catalán. La pieza angular de toda la causa catalana, con la que han basado el atropello de derechos políticos y han mantenido prisiones preventivas delirantes, ha sido la idea de que había habido un auténtico golpe de Estado a la democracia española, escenificado con el delito de rebelión y, con este parámetro, han equiparado a los líderes catalanes con los militares golpistas del siglo XIX o con los Tejero del XX (Franco no lo deben considerar un golpista). Además, lo han sostenido con una esotérica idea de violencia inducida, hasta el punto de que la represión ejercida por la policía el 1 de octubre habría sido culpa de los artífices del referéndum. Toda esta arquitectura narrativa, considerada por muchos juristas una auténtica aberración jurídica, acaba de ser dinamitada por la justicia alemana, que ha sido inequívoca y muy explícita en su rotundidad: “inadmisible” la rebelión; “inaceptable” el delito de “perturbación del orden público”; y, de ninguna manera asumible la imputación de Puigdemont como “líder espiritual” de la violencia del 1 de octubre. Es decir, una bofetada que ha estallado en la cara de todo el sistema judicial que había abonado esta locura.

A partir de aquí, el resto de derrotados, con la institución monárquica en la primera fila, no en vano fue el propio Rey quien abonó la idea del golpismo, en su fatídico y deplorable discurso del 3 de octubre. ¿Cómo queda ahora Felipe VI, después de que Europa le dice que no ha habido golpe de Estado? ¿Y cómo quedan los partidos que alimentaron el relato golpista, animaron una represión integral e intervinieron la vida política y parlamentaria catalana? ¿Finalmente, cómo quedan los micrófonos del régimen, las Griso y las Quintana que han construido, día a día, ladrillo a ladrillo, el edificio argumental de la rebelión? La decisión alemana no sólo deja en evidencia al sistema judicial. En realidad, deja en evidencia la solvencia y madurez de la política española.

A partir de aquí, una derivada inmediata: ¿qué hacen los presos políticos en la prisión? ¿Cómo mantendrá la Fiscalía General española, con Sánchez en la Moncloa, el relato de la rebelión? ¿Y cómo justificarán un solo día más de vergonzante prisión preventiva? Se les ha acabado la mentira. Veremos ahora cómo justifican la ignominia.

LA VANGUARDIA