Vasconia y la frontera artificial del pirineo (3ª parte de 3)

Frontera meridional del ducado de Vasconia

La misma cantinela que hemos visto en las crónicas de los francos, acerca de su posesión de Vasconia, se da en las visigodas. Hasta ese momento, el ducado de Vasconia y el reino godo de Hispania habían mantenido una oscilante frontera militar, cuya retaguardia, según nos revela la arqueología, se determina por la presencia de necrópolis de claro carácter guerrero, relacionadas con tipologías aquitanas, que marcan una línea entre Buzaga (Elorz) y Pamplona, San Pelayo (Alegría-Dulantzi) y Aldaieta (Nanclares de Ganboa), en la Llanada Alavesa, y Finaga, en Basauri (Bizkaia).

Más al sur se encuentra una zona de complicada orografía, en la que abundan los eremitorios troglodíticos, que podría corresponder a una tierra de nadie, habitada por vascones pero sometida a las incursiones tanto visigóticas, primero, como astures y musulmanas, más tarde. En Alegría-Dulantzi los arqueólogos hallaron los restos de una gran edificación, datada entre los siglos VI y VII, con trazas de haber sufrido saqueos y arrasamientos posteriores. Este edificio sería contemporáneo de los yacimientos citados, perdurando como tal hasta finales del siglo VIII, época en que la Llanada fue objeto de ataques por parte del emirato de Córdoba.

A partir de la conquista carolingia de la parte norpirenaica del ducado de Vasconia,  los vascones mantuvieron su independencia en el espacio comprendido entre la mencionada frontera meridional, la cordillera pirenaica y la costa cantábrica. Este territorio es denominado por los visigodos Galia Commata. Sin embargo, los francos carolingios tienen bien claro quienes eran sus habitantes: los nauarri, los navarros.

El ejército de Carlomagno destruye Pamplona al regreso de Zaragoza, en agosto del año 778. Detalle de la arqueta relicario de Carlomagno, en Aquisgrán (relieve en cobre dorado fechado entre 1200 y 1215).
(Fuente: http://www.euskonews.eus)

La Crónica de Einkhart (Eginardo), titulada Vita Karoli Magni, escrita entre 829 y 836, nos describe los dominios de Carlomagno, con indudable afán propagandístico: “Él mismo [Carlomagno] en memorable guerra sometió primero a Aquitania y a Vasconia y todos los montes Pirineos y hasta el río Ebro, que nace junto a [las tierras de] los navarros”.  De esta información podemos deducir que los carolingios consideraban a Vasconia como un todo, como un solo país, y que ese país iba del Garona al Ebro y desde las fuentes de este río, hasta las del otro en los montes Pirineos. La tercera conclusión sería que los vascones rebeldes al poder carolingio, aglutinados en torno a la Iruña de Pamplona, se denominaban a sí mismos navarros.

Por otra parte, los Annales Tiliani, que  relatan acontecimientos del reino carolingio entre los años 731 y 806,nos hablan de que Carlomagno sometió a “Hispani[1], Wascones et Nauarri” y de que Pamplona era el “oppidum nauarrorum”.

Carlomagno fue vencido en Roncesvalles en agosto de 778. Contra lo que se ha venido diciendo, esta batalla de Roncesvalles no fue obra de aguerridos montañeses que dieron un susto a la retaguardia del ejército de Carlomagno, sino un enfrentamiento entre dos ejércitos, el carolingio y el de los vascones rebeldes, los navarros, herederos y defensores del ducado de Vasconia.

Los vascones volvieron a rebelarse contra los carolingios en 787, encabezados por el duque Adeleriko, pero fueron vencidos en 790. Más tarde, Ludovico Pío, siendo ya rey de Francia, intentará conquistar la Vasconia transpirenaica, pero será nuevamente derrotado por los vascones en Orreaga en 824. Los vascones mantuvieron la continuidad del ducado de Vasconia al margen o, por mejor expresarlo, en contra del reino franco, con los duques Xemen Lupo (†816), Gartzia Xemeniz (†818) y Xemen Gartzeiz (†824), quienes gobernarían en el territorio de la Vasconia sudpirenaica.

Esta Vasconia rebelde, la de los navarros, tenía abiertos otros frentes además del carolingio. La crónica de Alfonso III de Asturias nos remite a los hechos del reinado de Alfonso I (739-757), informando que “Álava, Bizkaia, Alaon[2] y Orduña, ocurre que están poseídas por los suyos, del mismo modo que Pamplona, Deio y la Berrueza”. Junto a esa constatación de la independencia y la unidad de los vascones peninsulares, queda en evidencia la constante presión del reino astur sobre Vasconia a lo largo de todo el siglo VIII, continuadora de aquella de sus predecesores visigodos. La crónica de Alfonso III, en su versión Rotense, hace referencia a Álava como un territorio hostil en el confín de sus fronteras. “Vascones reuelantes superauit… “, es decir, “venció [el rey Fruela I (722-768)] a los vascones rebeldes”.

Los navarros son, pues, los vascones rebeldes al poder carolingio. La Vasconia norpirenaica fue siempre reivindicada por los navarros, puesto que el Reino de Pamplona fue el sucesor directo del ducado de Vasconia. Tal hecho lo veremos constatado en detalles como que la sexta merindad de Ultrapuertos se ha llamado desde siempre “Tierra de Vascos”, no porque los demás navarros fueran menos vascos, sino porque dicho territorio se consideraba como parte de la antigua Vasconia, reconquistado a los francos.

De la misma manera, Ricardo Corazón de León, Duque de Aquitania y Rey de Inglaterra, en su documento matrimonial, fechado en 1191, dota y lega, con valor testamentario, a su esposa Berenguela de Navarra, hija de Sancho VI el Sabio y hermana de Sancho VII el Fuerte, “ todo lo que poseemos en Vasconia más allá del río Garona”.

Último refugio

Tras la conquista y anexión española de 1512, el gobierno y los reyes de Navarra se refugiaron al norte de los Pirineos, en el Bearn, que pertenecía a la corona navarra.  Tras doce años de guerra y diversos intentos de recuperación del Reino, en 1524 el territorio de la Navarra independiente hubo de quedar reducido a su zona norpirenaica. En  1530 las tropas de Carlos V se retiraron de la Baja Navarra, por imposibilidad de mantener la ocupación.

Luis XIII de Francia
(Fuente: Wikipedia)

En 1589 el rey de Navarra, Enrique III, fue elegido rey de Francia. Su hijo y sucesor, Luis XIII, asesorado por el cardenal Richelieu, unió ambos reinos en 1620, en lo que significó el fin de la independencia del milenario reino, sucesor del ducado de Vasconia. Su parte sudpirenaica mantuvo su condición de Reino, aunque fuera nominalmente -en la  práctica, sometido a España-, hasta 1841, tras la derrota vasco-navarra en la Primera Guerra Carlista, cuando mediante la llamada Ley Paccionada fue reducido a provincia española.

La Paz de los Pirineos, sellada en 1659 por el Cardenal Mazarino y Luis de Haro[3], embajadores de Luis XIV de Francia y Felipe IV de España, en la Isla de los Faisanes, en el Bidasoa entre Irun y Hendaia, delimitó la frontera entre ambos reinos, que no se fijó definitivamente hasta 1868, en los Tratados de Baiona.

Sabemos ya que la cordillera pirenaica no fue puesta donde está para servir de frontera entre España y Francia. En efecto, hay territorios de la vertiente norte que quedan al sur de esa frontera, como el valle de Aran, que como sabemos significa “valle”, o el enclave de Luzaide/Valcarlos, así como todo el País Vasconavarro entre la peña Lindux y el puerto de Angulo, es decir, gran parte de la merindad de Pamplona, la totalidad de Gipuzkoa y Bizkaia, incluida la ciudad de Orduña y la cuadrilla de  Ayala en Álava.

Ya Pascual Madoz en 1848 decía que “las tres cordilleras que a especie de grandes murallas sostienen y defienden este territorio [Álava], son parte del Pirineo”. Sólo los intereses y afanes imperialistas de los países vecinos a Vasconia, así como la división interna de sus habitantes, al parecer consustancial a su modo de ser, han provocado que aquel gran país se haya visto reducido a sus dimensiones actuales.

En definitiva, estamos hablando de un gran país europeo, con una dilatada historia, poseedor de la lengua más antigua del continente, que ha subsistido gracias a su capacidad de asimilación de las novedades, de adaptación a los tiempos y de superación de las contrariedades -lo que hoy se llama resiliencia-, así como al desarrollo de una particular norma de convivencia: el derecho pirenaico.

Esperemos que en el futuro este pueblo no se conforme con la mera supervivencia, aspirando a ser uno más en el concierto de las naciones.

[1] Los francos llamaban Hispania a al-Andalus.

[2] Suele interpretarse que se refiere a Ayala, es más probable que haga referencia a un territorio más amplio, la Autrigonia, en el que se incluiría Ayala.

[3]Luis Méndez de Haro y Guzmán, II conde-duque de Olivares.

https://martinttipia.com/2019/01/27/vasconia-y-la-frontera-artificial-del-pirineo-3a-parte-de-3/#more-2709