Un trilero faltón

Contesto mediante este artículo al firmado por Jaime Ignacio Del Burgo titulado Dos falsarios abertzales en la parte que me incumbe. Si además de divertir a los lectores, el debate en público con el trilero faltón Del Burgo sirve para aclarar un poco en rigor y seriedad las falsedades y mentiras que el pseudo navarrismo trata de inculcar en la sociedad navarra, mejor que mejor.

Del Burgo titula su alegato con un insulto -“falsarios”-, para manifestar luego en el primer párrafo literalmente: “Paso por alto los insultos y descalificaciones”, y proferir luego él mismo muchas otras injurias y hasta calumnias que escritas quedan. No es la primera vez que insulta, sino que los insultos son habituales en sus escritos y declaraciones. Basta mirar la hemeroteca, en donde se constata que lo de falsario es su término más habitual y frecuente. Pues bien trilero Jaimito, tu sino es seguir insultando y, obviamente, siendo insultado. Y ridiculizado, que es lo que más te pica.

El segundo párrafo de su alegato es la relación de títulos y reconocimientos que posee. El común denominador de todos ellos es el de distinciones tardo franquistas. Sin embargo, se le han olvidado algunas muy significativas, como la de líder de las “juventudes carlos-octavistas”, según refería su amigo de toda la vida Javier Lizarza Inda, y delegado del sindicato franquista SEU en la universidad de Deusto…, y algunas aún más significativas que aparcaremos para hipotéticas nuevas réplicas. Curioso que su primer cargo político conocido fuese falangista y en Vizcaya. Ninguna de las distinciones alegadas garantiza rigor ni desmiente el completo descrédito de Jaime Ignacio entre los intelectuales serios, incluidos los de su ámbito ideológico.

El tercer larguísimo y farragoso párrafo que me dedica, mencionando también a otras personas, comienza con la repetida injuria de involucrarme sin matiz alguno en actividades de ETA, para acabar en el último párrafo del artículo con la calumniosa imputación del delito de colaboración “directa o indirecta”. Entre los temas que se mencionan en ese desordenado tercer párrafo, y dejando las coces a un lado, hay cuatro cuestiones a las que aludiré con la mayor claridad que pueda en el marco de un artículo.

La primera cuestión a aludir es la que enuncia literalmente en estos términos: “Los fueros están en vigor y gracias a ellos gobierna nuestra comunidad el cuatripartito del cambio anhelado por Zabaleta”. Del Burgo hace esa reflexión para defender la Disposición Adicional Primera y Transitoria Cuarta de la Constitución en contra de Aizpún y de los argumentos fundacionales de UPN. Pero esa manifestación en sí misma es falsa y sobre todo carente de rigor. El Amejoramiento es un estatuto, tal como lo prevé la Disposición Adicional Primera y tal como lo demuestran las decenas y decenas de sentencias del órgano político llamado Tribunal Constitucional y que ha ido, va y seguirá laminando -cepillando diría Guerra- las competencias históricas de Navarra. La invocación de fueros es un argumento o una reivindicación que nos vemos precisados a utilizar contra el centralismo, que es el verdadero enemigo de las libertades navarras y el único poder que le ha quitado competencias y libertades a Navarra. Gipuzkoa, Bizkaia y Álava nunca nos han quitado ninguna libertad; Madrid todas. El pseudo navarrismo es la falsificación del verdadero navarrismo urdida por trileros.

La segunda cuestión aludida por Del Burgo la presenta ahora en términos diferentes como por ejemplo que “la realidad demuestra que la historia está presente en el debate político”; o bien, “en mi modesta opinión, y sin pretensión de imponérsela a nadie, la personalidad de Navarra se forjó a lo largo de la historia en torno al Fuero…”. La primera de esas frases es una perogrullada, que, por cierto, constituye una modificación sustancial -y hasta casi una contradicción- con la frase con que se titula la presentación de su libro y que yo rebatía en mi artículo Relatos, a saber, “Si perdemos la batalla de la historia, Navarra estará perdida”. Claro que las diferentes visiones de la historia están en los debates sociales y políticos; por supuesto que sí. Pero ahora, Del Burgo, disfrazado de Pero Grullo, no puede ocultar que el titular antes reseñado dice lo que dice y constituye una proclama fascista. La segunda y aparentemente humilde expresión transcrita es falsa de toda falsedad, pues Navarra existía antes de los fueros como expresión política pública o derechos históricos, y la trampa que contiene es sustancial pues trata de olvidar que Navarrra fue el estado europeo independiente que encarnó a Vasconia durante más de siete siglos.

La tercera cuestión aludida es la de la naturaleza de los fueros. Si convenimos que son derechos históricos, se trata derechos colectivos, de carácter político y que perduran en el tiempo. Pues bien, la democratización y modernización de tales derechos no puede sustanciarse más que a través del derecho a decidir; derecho a decidir que, obviamente, debe alcanzar a las decisiones sobre el status político. La triquiñuela de Del Burgo a este respecto es la de reducir dicha decisión al “amplísimo nivel de autogobierno, que implica un poder de decisión constante” (sic). Es decir, de status ni hablamos y mentar la independencia es delito. O sea que según Del Burgo tendremos el amplísimo poder que nos deje el Tribunal Constitucional, y si nos birla las competencias del funcionariado o de la igualdad en prestaciones sanitarias, etcétera, nos aguantaremos, ¿verdad? O sea, como Cuenca, con todo el respeto que merecen las y los de allí.

Las últimas cuestiones y coces de Del Burgo son las de que “el mundo de ETA no ha rectificado un ápice su pretensión de que el derecho a decidir pertenece a un único sujeto político, Euskal Herria”. Pues bien, si tal como es obvio el trilero faltón se refiere a nosotros con esa expresión tan anticuada y rancia como él mismo, está mintiendo. ¿Qué más quisieras ranchera? La verdad es que en un principio Aralar, y actualmente toda la izquierda abertzale y además todos los abertzales sin excepción, defendemos el ámbito político de decisión de Navarra; cosa que el pseudo navarrismo no hace ni puede hacer por su supeditación al centralismo. La coz final del párrafo comentado es la de que “Euskal Herria, que como tal nunca ha existido”. Esta denominación está documentada y exhaustiva y pormenorizadamente analizada desde que se escribe en euskara. Y si el señor Del Burgo -nótese la elegancia de la despedida- quiere deducir tal inexistencia de la falta de instituciones comunes, podemos hacer muchas risas afirmando que tampoco existen ni África, ni Asia, ni Oceanía, ni ninguna de la infinidad de realidades que no tienen instituciones comunes. Al fin y al cabo a Jaime Ignacio y compañía les jode más caer en el ridículo que ser tratados de tramposos y mentirosos, porque eso ya lo tienen amortizado en la propia y esencial contradicción del pseudo navarrismo, que es la supeditación al centralismo, que es, ha sido y será único y verdadero enemigo de las libertades de Navarra.

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