Sunzi visita el independentismo

La semana pasada leí dos artículos sugerentes que hacían el símil de los debates actuales del independentismo con dos episodios de la Segunda Guerra Mundial como son la ofensiva japonesa en el Pacífico y la de las fuerzas aliadas en Normandía, escritos por el ingenioso José Rodríguez, vinculado a UGT y a ERC. En estos artículos descarta que ahora mismo tengamos fuerza para ganar ningún enfrentamiento directo con el Estado español y aconseja una estrategia de desgaste que implicaría “debilitar la posición internacional española, laminar su imagen mediática en la prensa internacional, conseguir más simpatías y apoyos, conseguir una base social amplia, construir un frente antirrepresivo que debilite el frente antiindependentista”. Planteado así, nadie con dos dedos de frente pueda oponerse a ello. Ya es más difícil ponerse de acuerdo en qué sirve para acumular estas fuerzas: qué acciones, qué alianzas o qué gestión del ‘mientras tanto’.

El autor también defiende que esta acumulación sólo es posible a medio o largo plazo. En el segundo de los artículos lo concreta, lo que se agradece porque ahora mismo la falta de horizontes temporales es una de las cosas que más desconcierta al independentismo. El autor plantea que la vigente legislatura, agotándose hasta el final, serviría para acumular las fuerzas necesarias. Nuevamente, nadie cuerdo puede rebatir que tres años son una inversión inteligente si de lo que se trata es de ganar.

Los símiles entre la política y la guerra son recurrentes al menos desde que Clausewitz dejó escrito que la guerra es la continuación de la política por otros medios (una frase a la que Foucault dio la vuelta y que es igualmente acertada). Por eso después de estos artículos recuperé ‘El arte de la guerra’ de Sunzi, el más antiguo y más referencial libro sobre temática militar, que no sólo se ha leído desde el punto de vista de los conflictos políticos sino que las escuelas de negocios han sabido ver sus virtudes. El capítulo tercero de este breve tratado se dedica a la planificación de las ofensivas, y el sabio chino dejó escrito que hay cinco circunstancias que permiten predecir la victoria.

La primera: “el que sabe cuando hay que combatir y cuando debe evitarse la batalla será victorioso”. Esto da la razón a Rodríguez y a todas las voces (algunas más razonadas y otros más insultantes) que dentro del independentismo defienden el cálculo de fuerzas por encima de la predisposición permanente al combate.

La segunda: “el que sabe utilizar un ejército grande y también un ejército pequeño será victorioso”. Esto nos haría pensar en una actitud menos mecánica con relación a la correlación de fuerzas. Nunca seremos tan poderosos como un Estado constituido, pero esto no nos invalida para enfrentarnos a ellos. Esta ha sido la realidad de todos los procesos de liberación nacional.

La tercera: “el que tiene el apoyo unánime de los oficiales y de los soldados será victorioso”. La traslación nos remite a la necesaria unidad de acción independentista. Para alcanzarla hace falta claridad en los planteamientos y coherencia entre lo que se dice y se hace. Pero, ahora mismo, el debate todavía está demasiado viciado por los resentimientos acumulados desde octubre de 2017 y por el partidismo que no olvida que tenemos elecciones en primavera.

La cuarta: “el que está preparado y espera una distracción del enemigo será victorioso”. Otro criterio que nos invita a no ser ortodoxos en la cuestión de las fuerzas. Hay que estar preparados para que un momento de crisis del Estado pueda ser aprovechado, incluso si es a corto plazo.

La quinta y última es aparentemente menos asimilable: “el que tiene oficiales competentes que no sufren injerencias del soberano será victorioso”. Pero nos lo podríamos tomar como un requerimiento de calidad en los liderazgos y un recordatorio de que, si alguien sabe cómo ganar la batalla, son los y las que pisan el terreno.

Sunzi no dejó escrito un manual para ganar independientemente de las circunstancias, sino una serie de criterios para analizar en cada momento los factores clave. Esto nos lleva a valorar las luchas políticas como algo dinámico y no como una especie de acumulación mecánica de fuerzas. Por ello debe estar abierto el debate sobre si las acciones de desobediencia nos hacen avanzar posiciones, y no descartar todo aquello que rompa la normalidad por el hecho de no haber alcanzado esta correlación claramente mayoritaria.

Atender sólo a la correlación, por ejemplo en el campo sindical, desaconsejaba convocar una huelga como la del 3-O y aún más la del 8-N. Porque teníamos y tenemos, en este caso, un “ejército pequeño”. Pero sirvieron para avanzar posiciones: la primera expresó un rechazo mayoritario a la represión del Estado y la segunda sirvió para fortalecer el sindicalismo independentista y los CDR. Este es el arte que necesitamos aprender.

Publicado el 14 de enero de 2019

Núm. 1805

EL TEMPS