El reconocimiento de la independencia de Abjasia por parte de Rusia el 26 de Agosto del 2008 marcó un punto de inflexión, abrió una nueva página en la historia del conflicto y contribuyó determinantemente al aumento de la influencia militar, económica y política rusa en Abjasia. Rusia ha construido allí bases militares, protege sus fronteras, promueve su reconocimiento internacional como estado independiente, restaura los destrozos posbélicos, construye nuevas infraestructuras y cubre prácticamente una gran parte de los presupuestos estatales. Se puede decir que Abjasia se ha convertido efectivamente en una dependencia rusa?
Desde el punto de vista económico, Rusia es el mayor socio comercial de Abjasia. El 75% de las importaciones abjasias (principalmente combustible y productos alimenticios) proceden de Rusia, y el 71% de sus exportaciones van también a Rusia. El valor de las importaciones abjasias es aproximadamente once veces mayor que el valor de sus exportaciones con un déficit comercial significativo. Sin embargo, la actividad económica rusa en Abjasia va más allá del comercio y la inversión. Sirvan de ejemplos la adopción por parte de Abjasia de las normas técnicas y comerciales rusas, la unión de su red eléctrica a la de la Federación de Rusia, el control de su red ferroviaria por la compañía estatal rusa “Ferrocarriles de Rusia”, la supervisión de su infraestructura marina por compañías rusas. Además, la mayor compañía petrolera de Rusia, la empresa estatal Rosneft busca petróleo en la costa de Abjasia.
Esta integración económica de Rusia con Abjasia, facilitado por el hecho de que se utiliza el rublo ruso como moneda principal, se logra por medio de una serie de acuerdos económicos que se vienen renovando y firmando anualmente desde 2009, que indican que ambos países han tomado medidas para levantar las barreras comerciales y cooperar en asuntos aduaneros. Por otra parte, ambas partes se comprometen en estos acuerdos a defender la soberanía mutua, y a construir y usar bases militares en sus respectivos territorios. Tras la anexión de Crimea a principios de 2014, estos tratados incluyen una política exterior coordinada, un espacio único de seguridad y defensa, y la simplificación de las normas para obtener la ciudadanía rusa para los abjasios.
Además, Rusia proporciona a Abjasia ayuda financiera directa para el desarrollo de la infraestructura y la reconstrucción posconflicto, de tal modo que en los últimos años ha construido y renovado nuevas carreteras, ferrocarriles y edificios gubernamentales. La emisión de pasaportes rusos a los habitantes de Abjasia, práctica que comenzó a principios de la década de 2000 cuando expiraron los pasaportes soviéticos, les resulta muy rentable porque les da la posibilidad de recibir beneficios sociales rusos así como la oportunidad de viajar a través de las fronteras, ya que los pasaportes de Abjasia no son reconocidos. En la actualidad una gran mayoría de los habitantes de Abjasia tienen pasaportes rusos. Pero es el gobierno ruso el gran favorecido en este tema de emisión de pasaportes porque con ello logra fortalecer la lealtad de los ciudadanos de Abjasia a Rusia, y además permite a esta invocar y fortalecer su argumento de responsabilidad en la protección de la ciudadanía rusa, como ya lo hizo durante el conflicto con Georgia en agosto de 2008.
La principal forma de vinculación social de Abjasia con Rusia se realiza por medio de la gran cantidad de turistas rusos (1 millón al año) que visitan la República. Los turistas rusos se benefician de un régimen de viaje sin visados con Abjasia, que ha conservado su atractivo como destino de vacaciones desde los años soviéticos. En Abjasia viven 22.320 rusos, el 9,17% de la población total, y es lógico que muchos de estos rusos de Abjasia sean visitados por parientes y conocidos que tienen en Rusia. Además, Rusia es hogar de una pequeña diáspora abjasia de unas 11.000 personas. Otra forma de vinculación social entre Rusia y Abjasia es el intercambio educativo, mediante el cual el gobierno ruso anualmente ofrece becas a una gran parte de los graduados de bachillerato.
Estos vínculos sociales se ven reforzados por el hecho de que el ruso es hablado casi universalmente por la población de Abjasia. El ruso es la lengua franca y la mayoría de los habitantes de la región hablan mejor ruso que abjasio. La lengua abjasia es idioma estatal pero el ruso es reconocido como oficial siendo en la práctica el idioma dominante. Esta posición hegemónica del idioma ruso se fortalece mediante su promoción activa por parte del gobierno ruso y su dominio de los medios de comunicación. Abjasia tiene empresas nacionales de radiodifusión que transmite televisión en el idioma estatal (abjasio), pero la televisión rusa se recibe universalmente.
Abjasia no mantiene relaciones significativas con casi ningún otro estado. Rusia es el único socio comercial importante para Abjasia, el único poder influyente que lo reconoce como estado independiente, el amigo exclusivo que le ofrece asistencia militar crucial para su supervivencia. La mayor parte del presupuesto de Abjasia es ayuda financiera rusa que sirve para pagar los salarios del sector público, mantener las instituciones gubernamentales, prestar servicios públicos, dinamizar la economía, tener pasaporte ruso, recibir pensiones rusas y otros beneficios a niveles mucho más altos de los que podría pagar el gobierno de Abjasia.
Efectivamente, esta estrechísima vinculación económica e intergubernamental de Rusia con Abjasia ha creado una dependencia unilateral y exclusiva muy fuerte. Pero esta asociación de dependencia es, además, muy asimétrica lo que, inevitablemente, conlleva contradicciones muy importantes a considerar.
1-El volumen de la penetración empresarial rusa irrumpe fuertemente en la economía de Abjasia que, devastada durante el conflicto armado de 1992-1993, no había sido ni privatizada a gran escala ni tampoco integrada en la economía regional e internacional. Esta situación desigual comporta una reducción en las perspectivas de desarrollo de las empresas nacionales abjasias.
2-Las intrincadas dificultades legales derivadas de problemas sobre la propiedad. Durante casi diez años, Rusia ha presionado al parlamento de Abjasia para que adopte una ley que permita la venta de propiedades de Abjasia a ciudadanos rusos. Sin embargo, Sujum teme que la venta de bienes inmuebles a ciudadanos extranjeros altere el delicado equilibrio étnico de la república. Antes del colapso de la URSS, los abjasios constituían menos del 18% de la población, mientras que hoy constituyen alrededor del 50%. Por lo tanto, la cuestión de la venta de bienes inmuebles a los extranjeros (principalmente rusos) ha dividido durante mucho tiempo la opinión pública. La situación de precariedad y debilidad que vive la política abjasia impide el desarrollo completo de normas, regulaciones e instituciones legales que aseguren tanto el funcionamiento del mercado como el respeto por la propiedad privada. Las reclamaciones legítimas que Rusia hace a Abjasia, sobre la obligación que ésta tiene en la aplicación y defensa de la ley, son un tema muy controvertido. Sin embargo, mientras la república sufra una ineficiente gobernanza, una corrupción endémica y un vetusto sistema de clanes, poco se puede avanzar. Los años de aislamiento dieron origen a una nueva ideología, pero perpetuaron el sistema y la cultura de las formas de gobierno de 1990.
3-La perspectiva de una mayor presencia militar rusa en Abjasia complica el desarrollo y funcionamiento del propio sistema de defensa.
4-Las expectativas de un amplio reconocimiento internacional de Abjasia redundarían en interés de Sujum, pero constituirían un problema añadido para Moscú, ya que desafiaría su presencia exclusiva en la región.
Del mismo modo, a veces estas contradicciones motivan fuertes enfrentamientos y hostilidades. Así, en Abjasia existe una fuerte oposición de la población a lo que se considera como la explotación de la región por parte de los rusos quienes han sido acusados, entre otras cosas, de tratar de anexarse tierras y comprar grandes cantidades de propiedad. Los alegatos de malversación a gran escala por parte de las autoridades abjasias y el método de desembolso de la asistencia financiera de Moscú, también han sido motivo de agrias disputas.
Estos fuertes vínculos económicos y políticos, con sus inherentes contradicciones, no se corresponden en la misma medida con una influencia de Rusia sobre los procesos políticos que se desarrollan en Abjasia. Aunque con libertades limitadas y diferentes niveles de represión, Abjasia tiene un mayor grado de pluralismo político y contestación que Rusia. Sirva de ejemplo lo ocurrido en las elecciones presidenciales de 2004 celebradas en Abjasia. En el período previo a estas elecciones, Rusia trató de ejercer presión apoyando abiertamente a Raul Khadzhimba. Poco antes de las elecciones, Vladimir Putin se encontró con éste en Sochi, y las fotos de esta reunión se publicaron en todas partes en Abjasia. Pero debido a esta exhibición encubierta de la preferencia de Rusia por Khadzhimba, los abjasios votaron por su oponente, Sergey Bagapsh. Esta votación se hizo en protesta contra la percepción de la interferencia rusa en los asuntos internos de Abjasia. Otro indicativo claro del limitado control ruso en la política abjasia es el hecho de que no haya rusos en el parlamento, o el de que todas las posiciones clave en los poderes ejecutivo y legislativo del gobierno pertenezcan a los abjasios.
Algunos podrían aducir que Rusia, debido a esta dependencia tan fuerte, ha reducido a Abjasia al estado de protectorado. Pero los abjasios son un pueblo orgulloso, enfatizan que sus relaciones con Rusia son exclusivamente de naturaleza asociativa, y que su república permanece independiente. Los políticos rusos (y gran parte de su opinión pública) están sorprendidos y decepcionados de que los abjasios perciban esa unión con Rusia como un simple acuerdo político en la línea de “seguridad a cambio de lealtad”. Moscú estaba esperando una “unión espiritual” con promesas de amistad duradera, de ahí el asombro de que Abjasia no planee convertirse en una parte de Rusia. Pero el hecho cierto es que durante los años de no ser reconocido como independiente, la ideología de la sociedad abjasia evolucionó; en 2006 una mayoría del 68% consideraba que la mejor manera de abordar el problema del estado de la república era la unión con Rusia, pero en 2011 la opinión pública cambió radicalmente de criterio mostrando que el 73% de los encuestados estaba a favor de la independencia política de Abjasia y solo el 24.6% a favor de la unión con Rusia. Ya no existen planes para integrarse ni con los vecinos del norte (Rusia), ni con los del sur (Georgia). Después del reconocimiento de 2008 Abjasia se hizo económica y políticamente más cercana a Rusia, pero se alejó más social y culturalmente.
Es revelador y paradigmático a este respecto lo que ocurre en Abjasia con el problema de la religión, tema por medio del cual Rusia pretende también extender su influencia política. La Iglesia Ortodoxa de Abjasia en el período del poder soviético estaba bajo la jurisdicción de la iglesia georgiana. Después de la guerra abjasio-georgiana todo el clero (la mayoría eran georgianos étnicos) abandonó la república, y quedaron solo cuatro clérigos ortodoxos: tres rusos y un abjasio. Hubo una situación paradójica. Formalmente, la diócesis de Abjasia pertenecía a la iglesia georgiana, pero en realidad ningún clérigo georgiano estaba en el territorio de Abjasia. De hecho, la diócesis de Abjasia gravitaba hacia Rusia, pero el estatus quo existente no permitía que Moscú la aceptara bajo su jurisdicción espiritual. Durante la guerra, la élite de la Iglesia de Abjasia activó la formación acelerada de su clero nacional, dirigiendo su mirada al Patriarcado de Constantinopla, y no a Moscú. Su pretensión era muy clara: el logro de un estatus independiente de la Iglesia abjasia con obediencia directa a Constantinopla. En la actualidad hay una división en la Iglesia Ortodoxa de Abjasia en dos grupos enfrentados. Un grupo de clérigos encabezados por el anciano Vissarion Aplia, ordenado en Georgia durante la época soviética, apoya abiertamente al Patriarcado de Moscú; este grupo prorruso avala la posición oficial de la Iglesia Ortodoxa Rusa. El segundo grupo, liderado por el Archimandrita Doroteo que recibió su rango del Patriarca Ecuménico de Constantinopla, está formado por jóvenes monjes que el 15 de Mayo de 2011 restauraron la Diócesis de Anakopian (diócesis histórica del Patriarcado de Constantinopla) y proclamaron la Iglesia Ortodoxa autocéfala (independiente) de Abjasia llamada Metrópoli Sagrada, siendo apoyados por la mayoría de los fieles abjasios. El Patriarcado de Moscú no reconoció a la autoproclamada Metrópoli ni a la Iglesia Ortodoxa Abjasia que se separó de la Iglesia Ortodoxa de Georgia.
La cultura rusa impregna la mayoría de los aspectos de la vida abjasia. La televisión rusa es muy influyente en todo el territorio y ha contribuido a que el ruso sea el idioma principal para recibir noticias extranjeras. La generación más vieja de Abjasia tiene un origen soviético, lo que significa que se sienten estrechamente aliados con Rusia. En los últimos años, un número significativo de jóvenes ha abandonado su hogar para estudiar y formarse en las universidades rusas. Parecería que este alto grado de compenetración y entendimiento con la cultura rusa supondría un apoyo y adhesión más estrecho. Pero en la actualidad, los abjasios están adoptando diferentes actitudes hacia Rusia. Si bien la generación anterior que creció en la época soviética recuerda nostálgicamente la estabilidad de la vida en la URSS, sin embargo las cosas pueden cambiar porque ahora se está dando un cambio generacional en la élite política. Efectivamente, un número cada vez mayor de líderes, que rondan los 40 años y cuyas ideologías se formaron en el país independiente de la posguerra, donde crecieron en una atmósfera de pasión por la idea nacional, está abriendo un nuevo tiempo en el que, por primera vez en muchos años, es posible hablar libremente sobre viejas heridas (en particular sobre la reubicación forzosa de los abjasios en Turquía y Oriente Medio en el siglo XIX). Recientemente ha entrado con fuerza el partido Ainar que, registrado a fines de 2015, alude en su manifiesto a la deportación de los abjasios en el XIX. Ainar también se opone a la actual política de los partidos, abogando, como en los mejores tiempos prerrevolucionarios, por una mayor democracia directa en la que la principal entidad gobernante sea la Asamblea Popular.
Subyace en Abjasia una idea-fuerza que es una variable que puede tener influencia decisiva en el futuro político. Se trata del “muhayirismo”, palabra que proviene del árabe “muhajeret” y significa reasentamiento, emigración; a menudo “muhayirs” se traduce como “exiliados”. El desalojo de la mayor parte de los montañeses del Cáucaso noroccidental, incluidas partes de la población abjasia, se asocia con el final de la Guerra del Cáucaso y el comienzo de la reforma campesina, pero continuó periódicamente durante casi todo el siglo XIX hasta el estallido de la Primera Guerra Mundial. La palabra muhayirismo se refiere no sólo al destierro de los pueblos del Cáucaso al Imperio Otomano, sino también a su deseo de volver a su tierra natal, es decir, la emigración inversa. Y este proceso de regreso al Cáucaso, aunque comenzó de inmediato, se hizo muy difícil debido a las prohibiciones, restricciones y severas condiciones que imponían los gobiernos zaristas y turcos, por lo que el sueño de regresar a sus tierras natales se realizó solo parcialmente.
La realidad de la Abjasia independiente de hoy con la recuperación progresiva de su memoria histórica y los acercamientos cada vez más estrechos con su diáspora, hace que el muhayirismo esté de actualidad y sea componente sociológico importante de la Abjasia moderna. Ciertamente, todavía no se han creado en Abjasia las condiciones para la repatriación de los descendientes de mujayirs de los países de Medio Oriente. Sus antepasados salieron de Abjasia hace dos siglos y son personas que se han adaptado a un entorno social, cultural y religioso completamente diferente. La progresiva vuelta a su tierra natal, y la comunicación y convivencia con los abjasios modernos, cuya abrumadora mayoría nació en la URSS y que se educó en los códigos socioculturales de la civilización multinacional rusa, desencadenaría probablemente una ola de solidaridad étnica y resucitaría los símbolos históricos de los últimos 200 años. Tal síntesis muy posiblemente tendría como resultado un claro efecto antirruso que orientaría la política de Abjasia en contra de los intereses de Rusia.
En relación con este tema y desde el punto de vista histórico, son también muy relevantes las fuertes posturas encontradas entre historiadores rusos y abjasios. El 17 de febrero de 1810 Abjasia pasó de ser un estado independiente a formar parte del Imperio ruso. Las fuerzas rusas tomaron el fortín de Sujum e instalaron a su protegido, Sefer Ali-Bey Shervashidze, que acordó incorporar a Abjasia como principado vasallo dentro del Imperio ruso, gobernando como príncipe. A esta “incorporación” de Abjasia al Imperio Ruso, los historiadores rusos la denominan “voluntaria entrega”. En aquel momento, Abjasia tenía una sociedad que ocupaba una posición intermedia entre el estilo libre de las sociedades democráticas de los habitantes de las montañas del NO del Cáucaso y el sistema feudal de Georgia. El espíritu de su estructura social estaba estrechamente relacionado con el mundo de los circasianos, no había propiedad feudal de la tierra, y los miembros de la comunidad libre representaban el 2/3 de la población del país. En otras palabras, la servidumbre aquí no existía. Al principio, el control ruso difícilmente se extendía más allá de Sujum con el resto de la región dirigido y dominado por la nobleza musulmana pro-turca. En una serie de enfrentamientos con el Imperio otomano y las tribus del Norte del Cáucaso, los rusos tomaron posesión de toda Abjasia en 1864, cuando abolieron la autoridad local del príncipe. La guerra caucásica y la represión de los levantamientos anticoloniales de 1866 y 1877 supusieron una catástrofe nacional para los abjasios. Más de la mitad de la población abandonó su tierra natal y se convirtió en refugiada en Turquía. Grandes áreas de la región quedaron deshabitadas; muchos armenios, georgianos, rusos emigraron a Abjasia, repoblando gran parte del territorio desocupado.
Pues bien, el 27 de Septiembre de 2010 tenía lugar en Sujum la conferencia internacional académica “La elección histórica de Abjasia: 200 años de la adhesión de Abjasia a Rusia”, dentro de los actos que celebraban el 17° aniversario de la liberación de la ciudad de las tropas georgianas en 1993. La conferencia fue motivo de una fuerte polémica donde quedaron manifiestos los enfoques contrapuestos de las elites académicas y políticas abjasias y rusas. Los historiadores rusos, representados por el Instituto de Estados de la CEI con sede en Moscú, destacaron la “voluntaria entrega” de Abjasia al Imperio ruso en 1810 y la “unidad espiritual” y la amistad imperecedera de los rusos y abjasios. Por el contrario, los abjasios subrayaron que la integración real de Abjasia en Rusia fue la consecuencia de una guerra feroz y la deportación masiva de miles de Abjasios a Turquía. Para los abjasios no se puede hablar de una “voluntaria entrega” sino de una conquista militar resultado del régimen de guerra del zarismo contra el pueblo abjasio durante el siglo XIX, que aplicó una política de tierra quemada: necesitaba Abjasia pero sin los abjasios. La cantidad de personas que abandonaron Abjasia antes de finales del siglo XIX fue de 180.000 personas. Durante treinta años, desde 1877 hasta 1907, los abjasios fueron considerados “población culpable” en la Rusia zarista. Étnicamente homogéneo hasta 1864, en la segunda mitad del siglo XIX el país fue colonizado por rusos, griegos, armenios, búlgaros, alemanes y estonios. Desde las áreas adyacentes de Georgia occidental llegaron los georgianos y los mingrelianos. La situación etno-demográfica del país cambió drásticamente: en 1886, los abjasios constituían el 86% de la población, en 1897 solo el 55%. Y todas estos atropellos se llevaron a cabo siguiendo “políticas de Estado” del Imperio Ruso para cristianizar territorio “infiel”. Este punto de vista de los abjasios provocó (y sigue provocando) la ira de los actuales “halcones” rusos, para quienes la conquista de Abjasia y todo el Cáucaso fue llevada a cabo con el objetivo “civilizador” y “evangelizador” de salvar a un pueblo salvaje e impío. Para ellos los resultados positivos de la “voluntaria entrega” incluyen la integración de la región en el espacio imperial y su modernización social y económica, el acceso de los abjasios a los logros más elevados de las culturas rusa y mundial, la creación de la escritura moderna abjasia basada en el alfabeto cirílico, la formación gradual de la intelectualidad abjasia, las inversiones públicas destinadas a construir carreteras modernas e instalaciones portuarias, así como el desarrollo integrado de la infraestructura urbana. En fin, el pueblo abjasio se “civilizó” y de ser un “pueblo sin historia” pasó a ser un pueblo con historia dentro del Imperio Ruso. Cabe concluir que este tipo de argumentaciones suelen ser las justificaciones habituales que todos los Imperios hacen de sus tropelías. La conferencia internacional tuvo un final muy tenso con ambas partes muy enfrentadas. El embajador ruso en Abkhazia Semyon Grigoriev tuvo que intervenir finalmente para poner fin a la acalorada discusión que siguió y terminó en bronca.
En suma, se puede concluir que, en los últimos años, este gradual distanciamiento sociocultural (y político?) de los abjasios hace que la relación de Rusia con los poderes gobernantes de Abjasia no esté libre de fricciones. Pero el hecho real de que no haya alternativa al patrocinio de Rusia, motiva que no pueda haber desacuerdo entre las fuerzas políticas con respecto al papel omnímodo de aquél. Todas las fuerzas políticas bendicen la participación de Rusia, y ninguna de ellas prevé un futuro retorno al estado georgiano. Además una abrumadora mayoría de los abjasios (74,4%) considera que Abjasia debe tener relaciones prioritarias con Rusia, calificándose como muy positivas por el 89,8% de la población. Y esto es una constatación objetiva que contrasta con el supuesto distanciamiento de los abjasios.
Por lo tanto, ante este panorama Moscú no tiene problema alguno. Conocedor de que los principales candidatos y partidos dependerán, en última instancia, de la ayuda financiera y de otras formas de asistencia rusas, adopta la postura de árbitro y espectador gestionando en su mínima expresión, entre bastidores, la política abjasia. No le hace falta más. Pero, a pesar de la fuerte implicación de Rusia en los últimos años, no parece probable que Abjasia sea un área prioritaria para sus intereses porque Abjasia puede ser considerada, con el tiempo, una carga diplomática para Rusia, y además, la asistencia financiera y militar le cuesta al erario público ruso millones de rublos al año. De aquí la pertinencia de una pregunta abierta: cuál será el nivel de compromiso de Rusia con Abjasia a largo plazo?