República de Abjasia (2). Un presente difícil y problemático

La guerra georgiano-abjasia de 1992-1993 dejó un país devastado, Abjasia quedó destruida, en situación de extrema menesterosidad y en ruina económica. Las pérdidas humanas en una población pequeña supusieron un grave quebranto que se acompañó de un cambio demográfico drástico porque gran parte de la población georgiana de Abjasia, mayoría étnica antes del conflicto, se vio forzada a abandonar el país. En el censo de 1989 (antes del inicio de la guerra), Abjasia tenía una población de 525.061 habitantes, de los cuales 48% eran georgianos y un 17% abjasios. En el censo de 2003 (después de acabada la guerra), la población total descendió a la mitad 215.272, de ellos 94.606 (43,95%) abjasios, y 45,953 (21,35%) georgianos. Además de esta pérdida de vidas, la guerra llevó a una destrucción de la infraestructura, a un aumento de las bandas criminales armadas, a incautaciones no autorizadas de los bienes que dejaron los refugiados, a la privatización ilegal de instalaciones estatales y comerciales, y en fin, a una población psicológicamente traumatizada.

Inevitablemente, la guerra aplazó durante años el incipiente proceso de formación de un estado democrático. La preocupación prioritaria era la sobrevivencia de la nación, resistir en la guerra y separarse de Georgia. Fue la idea de independencia, la esperanza de ser libres para desarrollar un nuevo estado, el argumento fundamental que motivó a los abjasios. Acabada la guerra, el proceso inicial de construcción del estado democrático fue muy difícil porque suponía la transición de una economía socialista a otra de mercado, dentro de un entramado institucional débil con capacidad de reforma muy limitada de las leyes estatales, debido tanto a la insuficiencia de recursos como a la inexperiencia y falta de capacitación de las autoridades locales. Y todo ello en un contexto de la supervivencia de la posguerra, las sanciones económicas y la amenaza constante de la reanudación de las hostilidades. En aquel momento, pues, no hubo oportunidad de pensar qué tipo de estado debería ser la nueva Abjasia independiente, ni cuál su ideología, ni tampoco cuál su proyecto nacional fundamental para unificar a la nación. En términos generales, se pensaba construir un Estado democrático basado en el estado de derecho, como se reflejó en la Constitución de la República. Si bien todos estaban seguros de que llegaría el momento de hacer un examen serio sobre los problemas de la construcción del Estado, la definición de los intereses nacionales y los objetivos del país a largo plazo.

Pero la compleja posición política hizo que el camino de este proceso fuera bastante improvisado y reactivo. El vector principal en la construcción del Estado de Abjasia se basó en la superación o en el rechazo de las políticas a las que estuvo sometida en el pasado, sea bajo la Rusia zarista o la Georgia socialista. El plan para “georgianizar” Abjasia que se aplicó durante casi un siglo y que tuvo como objetivo disolver la identidad étnica abjasia, tuvo enorme influencia en este proceso transformador. Consecuentemente, el desarrollo de una Abjasia independiente, condicionada por la amenaza de Georgia y los problemas del pasado, llevó implícito más una postura anti-georgiana que una nacional pro-abjasia basada en una cuidadosa consideración y análisis de las necesidades y desafíos actuales.

La Constitución de la República de Abjasia, aprobada en 1994, asentó las bases del Estado democrático, pero inevitablemente contenía algunas características asociadas con la guerra reciente, a saber, el predominio del ejecutivo sobre el legislativo, el criterio étnico aplicado a los nombramientos presidenciales, la concentración del poder en manos del presidente y una posición dependiente del poder judicial. El sistema de gobierno establecido en la Constitución no lograba el equilibrio correcto entre los 3 poderes del Estado, el sistema de controles y equilibrios era inadecuado, y no existían instituciones eficaces para defender los derechos humanos. Aun así, la Constitución ha seguido siendo el garante básico de los fundamentos democráticos del estado durante los difíciles años de la posguerra, aun cuando sus déficits son factores que han incidido e inciden determinantemente en los actuales problemas políticos.

Es indudable que después del reconocimiento de Rusia en 2008, los acuerdos que se firmaron anualmente a partir de esa fecha entre Rusia y Abjasia en el ámbito financiero y social vigorizaron a la República, contribuyeron a la resolución de situaciones humanas de penuria extrema (como el pago a los pensionistas que se encontraban en una situación deplorable después del colapso de la URSS y del conflicto militar con Georgia), y en general, incentivaron y activaron una mayor dinámica social. El 30 de abril de 2009 Abjasia y Rusia firmaron un acuerdo estableciendo unidad de acción para la protección de la frontera estatal de Abjasia, acuerdo que se renovó en febrero de 2010, donde se dispuso la creación de una base militar conjunta en el territorio de Abjasia, además de la asignación de 1,8 mil millones de rublos en subvenciones para Abjasia, asignación que para 2011 ascendió a 2,2 mil millones.

El período 2009-2014 fue una etapa de bonanza para la economía abjasia debido a la gran afluencia de turistas rusos, así como al comercio de suministro de materiales para la construcción de las instalaciones olímpicas de la vecina Sochi, y de bases militares rusas en el territorio de Abjasia. Los recursos financieros rusos pusieron en marcha programas de desarrollo socioeconómico que propiciaron una renovación y modernización, así como una mayor eficiencia en la política y gestión del país. Parecía, pues, que los objetivos principales de Rusia, en su afán de ayudar a la República, estaban bien encarrilados. Pero resultó ser una figuración artificial y aparente, porque aun cuando en un principio fue real y el factor ruso en su conjunto ejerció un fuerte efecto positivo en el ámbito socio-económico del país mejorando el nivel de vida de sus habitantes, así y todo no pudo garantizar la política interna de la república en cuanto a su estabilidad, desarrollo sostenible y prosperidad económica. La apertura de una brecha significativa en los ingresos con una mayor segregación y desarticulación social, unida a una consolidación de la corrupción a gran escala, y a una alta tasa de criminalidad, comportó un impacto negativo en el entorno político interno del país que provocó protestas y descontento generalizado. Consecuentemente, la situación de aparente bonanza cambió de manera drástica en verano de 2014.

Las protestas callejeras organizadas por la oposición propiciaron un golpe de Estado, como resultado del cual el tercer presidente de Abjasia, Ankvab, se vio obligado a dimitir. Su lugar lo ocupó el líder de la oposición, Khadzhimba quien firmó un nuevo Tratado de alianza estratégica con Rusia el 14 de Noviembre de 2014, tratado que supuso un fortalecimiento de Moscú en el Sur del Cáucaso. Vladimir Putin anunció que el volumen de la ayuda rusa al programa de inversión del desarrollo de Abjasia en 2015-2017 sería de 4 mil millones de rublos anuales, y añadió que aumentaría dos veces la ayuda rusa a Abjasia. Pero las formas de cooperación propuestas limitaban considerablemente la soberanía de Abjasia, no sólo en el ámbito de la defensa y la política exterior, característica común de la mayoría de los ejemplos de los protectorados, sino también en los asuntos internos lo que significaba una mayor dependencia. El “do ut des” (doy para que me des), referido a la reciprocidad de cualquier pacto, quedaba reflejado en un aumento gradual de los salarios, así como en el incremento de las pensiones y otras garantías sociales, cuestiones totalmente necesarias para los abjasios que las percibían como medidas compensatorias a una disminución de la soberanía de la República. Ciertamente así era, el tratado mostraba preocupación por los problemas sociales de las personas, pero consideradas éstas como ciudadanos de Rusia, no como de la República de Abjasia. Se trataba, pues, de un texto controvertido que, aunque motivó diferencias entre los abjasios, fue ratificado en la Asamblea Popular de la República el 22 de diciembre de 2014 con la oposición de 5 diputados.

“Con Rusia, para bien o para mal”, este fue el mensaje que la sociedad de Abjasia recibió con la firma de este tratado. Hoy en día en la capital Sujum y en otros lugares de Abjasia son visibles los efectos de los millones de rublos que Rusia ha aportado en los últimos años (la financiación rusa cubre alrededor del 60% del presupuesto). Sujum parece una ciudad normal del Cáucaso con bulliciosas tiendas y atascos de tráfico, se han reconstruido edificios en ruinas, hay autos japoneses en las calles, tiendas que venden productos de alta gama, relojes Tissot, iPhones…. Abjasia todavía es pobre, pero ya no está devastada. La república usa el rublo ruso y está compartiendo lo mejor y lo peor de su caída actual, el aumento de la inflación y una mayor demanda de sus cítricos y otros productos. Hoy el auge de la construcción ha terminado, y el flujo de turistas rusos a los balnearios de Abjasia ha disminuido considerablemente debido a su mayor afluencia a Crimea. La economía abjasia está en recesión, pero la vida continúa, el público mira la televisión rusa y viaja al exterior solo a través de Rusia. Desde 2008, año en el que Rusia reconoció a Abjasia como Estado independiente, se ha avanzado poco en las negociaciones políticas Georgia-Abjasia que se vienen celebrando en Ginebra, pero al menos ya no existe la amenaza de destruirse mutuamente, el enfrentamiento ha dejado de ser un conflicto violento y la retórica belicosa de antaño ha disminuido. Lo que no es poco.

Sin embargo, la política de Abjasia es muy levantisca y la sociedad actual está dividida por los acontecimientos de 2014, que obligaron a dimitir al entonces presidente Ankvab y forzaron la celebración de nuevas elecciones que llevaron a Khadzhimba al poder. El ex-ministro de Asuntos Exteriores, Sergei Shamba, resumió la situación diciendo que, una vez resuelto el principal problema externo (la amenaza de Georgia), el reconocimiento ruso dio a los abjasios el lujo de luchar entre sí. Y así es. Después de 2014 la crisis sistémica del poder estatal reduce la eficacia de la gestión de los procesos sociales y económicos, exacerba los fenómenos de crisis en la economía y conduce a un aumento constante de los estados de ánimo de protesta. Este sistema se ha agotado desde hace mucho tiempo y requiere una reforma estructural completa. La vieja elite política se niega a entender esto, y la nueva no tiene recursos para influir activamente en el problema. Es la historia de la mayoría de las repúblicas del espacio postsoviético, pero algunas de ellas lo superaron con el reemplazo de la “vieja” elite política por otra “nueva”, más progresista. Este recambio generacional en la élite política debería llevarse a cabo en el marco del sentido común, la tolerancia y el respeto mutuo.

Las recientes encuestas de opinión realizadas en Abjasia muestran que el cambio más importante que se dio en la sociedad abjasia radicó en el hecho de que después de agosto de 2008, la idea de un estado de independencia total de Abjasia adquirió la legitimidad final a los ojos de la gran mayoría de la población de la república, y se convirtió en el factor dominante del estado de ánimo del pueblo. Son muy significativos los datos que en el referéndum de marzo de 1991 una abrumadora mayoría de abjasios (98.6%) demostró su lealtad a la Unión Soviética con una votación favorable a su preservación, luego en 2006 otra notable mayoría (68%) consideró la unión a Rusia como la mejor manera de abordar el problema del estado de la república. Finalmente en 2011, tres años después del reconocimiento de la independencia de Abjasia por parte de Rusia, la opinión pública cambió radicalmente de criterio con un resultado contundente: el 73% estaba a favor de la independencia política de Abjasia y solo el 24.6% a favor de entrar en Rusia. Evidentemente, algo de especial significado político aconteció para que se diera un cambio tan drástico, cambio que expresaba al mismo tiempo una marcada modificación de perspectiva de la sociedad de cara al futuro. Es decir, ocurrió que en tanto el tema de la “amenaza georgiana” fue perdiendo relevancia, otro muy distinto iba ocupando lugar principal, a saber, la cuestión de la calidad de la independencia de Abjasia, su estadidad. Y a decir verdad, dicha cuestión resultó ser controvertida, bastante problemática y muy alejada del patrón ideal, por cuanto los resultados de las encuestas mostraron la existencia de graves y dolorosos problemas que afectan y expresan los abjasios, en particular los referidos a los socioeconómicos y a la seguridad. Pero aún peores eran los datos referidos a la situación de los derechos humanos donde el 59% de los encuestados consideraron que no se respetaban.

La agencia de noticias de Praga “Medio Oriente”, agencia que regularmente efectúa sondeos de opinión desde 2006, nos ofrece datos muy relevantes desde un punto de vida sociológico para lograr un mayor acercamiento a la realidad contemporánea de Abjasia. A tal fin nos van a servir los datos que ofrece dicha agencia en diferentes momentos (2006, 2011 y 2016) sobre el comportamiento, preferencias y criterios de los abjasios. En el último sondeo de opinión realizado en 2016, las respuestas de los encuestados a la pregunta sobre cuál es la mejor solución a la cuestión del Estado de Abjasia, casi la mitad de los abjasios (45,2%) está a favor de la independencia de la república, la tercera parte (27%) a la unión con Rusia, el 16.7% apoya la entrada de Abjasia en la CEI como estado separado y el 1.6% defiende la fusión con la Unión Euroasiática. Un número bastante grande de encuestados (9.5%) no responde a esta pregunta. Es de destacar que entre la población de Abjasia el número de partidarios de la independencia (45.2%) corresponde casi al total de partidarios de varios proyectos de integración (45,3%), incluyendo Rusia, la CEI o la Unión Euroasiática. Obviamente, el mayor crecimiento en el número de partidarios de un escenario u otro dependerá en última instancia del grado de éxito de esos proyectos de integración y de la construcción de la nación abjasia, especialmente cuando casi el 10% de los encuestados no tienen al respecto prioridades claras. También es interesante comparar la dinámica de estos cambios acontecidos después del reconocimiento de la independencia de Abjasia por Rusia en 2008. Si en la encuesta realizada en 2011 el 73% de la población apoyó la independencia y solo el 24.6% estuvo a favor de unirse a Rusia, la de 2016 mostró que el 45.2% respaldó la independencia, y el 27% la unión con Rusia. Por lo tanto, el número de los que apuestan por la independencia de Abjasia como la solución mejor cayó del 73% en 2011 al 45,2% en 2016. Al mismo tiempo, el número de los que apoyan la entrada en la Federación de Rusia aumentó ligeramente del 24,6% en 2011 al 27% en 2016. Tal dinámica a la baja parece indicar cierta desilusión de la población con el desarrollo de la República como estado independiente, lo que también hace aumentar el número de los que dudan (casi el 10%).

Sobre la orientación de la política exterior de la república, una abrumadora mayoría de los encuestados (74,4%) indicó que Abjasia debe tener relaciones prioritarias con Rusia, seguido de los que opinan que debe tenerlas con la CEI (15,2%), la Unión Europea (2.2%), EEUU (1.9%), Turquía (1.7%) y China (0.8%). Es digno de reseñar que una abrumadora mayoría (89,8%) calificó como positivo el desarrollo de las relaciones de Abjasia con Rusia.

Por otra parte, la encuesta también permite identificar la situación socioeconómica general de la sociedad moderna de Abjasia. A la pregunta sobre cuáles son los problemas más agudos de la Abjasia actual, el 39,4% indicó que son los socioeconómicos, en particular el desempleo y el bajo nivel de vida [derecho a la asistencia médica (14.2%); derecho a la seguridad social (12,6%) y derecho al trabajo (12,6%)]. Para un número ligeramente más pequeño (35.1%) son los problemas de seguridad, principalmente el crimen. En tercer lugar la corrupción (18.4%). Solo el 2.3% señala las relaciones interétnicas, y el 1.1% la religión.

Sobre el respeto de los derechos humanos el 59% opina que no son respetados, en tanto el 35,5% cree que sí lo son. Entre los derechos humanos más a menudo transgredidos, fueron mayoritarios “el derecho a la vida y su protección” (13.8%); “el derecho a no sufrir arrestos y detenciones ilegales” (13.8%), así como “el derecho a la propiedad privada” (13.3%). Muy significativo es el número de encuestados (10.5%) que los refiere al “derecho a manifestar abiertamente su nacionalidad”.

Las respuestas de los encuestados a si “se respetan los derechos de las minorías nacionales en Abjasia”, varían de acuerdo a la nacionalidad. Entre los abjasios étnicos, el porcentaje de quienes creen que los derechos de las minorías nacionales en Abjasia se respetan plenamente, ascendieron al 40,8%. Pero entre los rusos, armenios y, sobre todo, los georgianos de Abjasia, el porcentaje de personas satisfechas sobre el respeto de los derechos de las minorías étnicas fue significativamente menor que entre los abjasios. El 34,3% de los rusos de Abjasia creen que los derechos de las minorías étnicas se respetan; porcentaje que baja al 22,5% de los armenios, para abismarse a sólo un 7,1% de los georgianos, lo que constituye una confirmación de la situación problemática de la minoría georgiana en Abjasia. Por lo tanto, los resultados de la encuesta indican una especial posición de la población georgiana en Abjasia que, en virtud de una serie de circunstancias históricas, está en una situación más incómoda y vulnerable en comparación con las otras minorías nacionales de la república.

La cuestión de los refugiados georgianos que huyeron del territorio de Abjasia durante la guerra de 1992-1993 sigue siendo uno de los problemas más persistentes y enconados que supone un obstáculo importante para la normalización y asentamiento internacional del conflicto. Después de pasados 25 años de la guerra, el enfrentamiento sigue lejos de una resolución política, dejando en la encrucijada las vidas de más de 200.000 personas desplazadas, en su mayoría de etnia georgiana. La única área de Abjasia donde las autoridades han permitido el regreso de las personas desplazadas es el distrito más al sur de Gali, donde los georgianos étnicos constituían el 96% de la población previa al conflicto. En este distrito fronterizo, una de las áreas más densamente pobladas de Abjasia, vivía una población con mayoría de etnia georgiana que huyó durante los combates por temor a las represalias y a la limpieza étnica, al igual que los georgianos que vivían en otras partes de Abjasia. Unas 40.000 personas desplazadas han regresado a sus hogares de Gali, pero las autoridades abjasias han creado barreras que les impiden disfrutar de sus derechos civiles y políticos. Actualmente, la situación socioeconómica en Gali es de especial gravedad, destacando la alta tasa de criminalidad causada por la indigencia extrema, el desempleo y las tensiones étnicas entre georgianos y abjasios. La población local georgiana está irritada con los guardias fronterizos rusos desplegados después de la guerra de agosto porque impiden a los georgianos de Gali la libre circulación, les dificultan comunicarse con sus familiares del otro lado de la frontera, y les restringen el comercio transfronterizo de cuyo sustento la población local depende en gran medida. Los georgianos de Abjasia se consideran ciudadanos de segunda clase debido a los bajos niveles de vida en el distrito de Gali, alto desempleo, obstáculos para cruzar la frontera hacia Georgia y restricciones a sus derechos civiles (el derecho al trabajo, a exhibir públicamente su origen étnico). Esta situación de discriminación es percibida muy negativamente por la población georgiana de Abjasia, lo que se refleja en la encuesta realizada en el distrito de Gali en Abril-mayo de 2016, con una desafección considerable de su población por el proyecto nacional de Abjasia, incrementándose las simpatías hacia Georgia.

Por tanto, la situación actual de la sociedad abjasia es muy compleja y problemática. Los principales problemas y desafíos que enfrentan se encuentran en el plano institucional: predominio del poder ejecutivo sobre el legislativo, incompetencia del sistema judicial, graves problemas socioeconómicos, ineficacia del autogobierno local por la excesiva centralización del poder, falta de garantías para preservar el idioma y la cultura de Abjasia, predominio de la identidad étnica sobre la identidad pan-nacional, fragmentación de la sociedad en líneas étnicas, problema de los desplazados georgianos, incumplimiento de los derechos humanos, etc. En fin, muchos problemas que requerirán años de trabajo intenso por parte de toda la sociedad, trabajo que será efectivo si se integra a toda la población alentando la formación de una nación al mismo tiempo que se ampare la diversidad étnica. Esta será la única manera de lograr un consenso general sobre las prioridades para el desarrollo del Estado de la República, y de evitar el riesgo de que surjan nuevos peligros, externos o internos.