¿Por qué en España no piden gobernar para todos y en Cataluña sí?

Como millones de personas de todo el reino de España, analicé con mucho detenimiento los discursos que se pronunciaron en el congreso español durante la moción de censura reciente y, al mismo tiempo, los comentarios de los ‘expertos’ de los medios sobre los acontecimientos ocurridos en el hemiciclo y alrededores.

Tengo que decir que la cobertura hecha por Televisión Española no fue tan nociva como esperaba. Con todo, había dos grandes carencias en los comentarios de la televisión estatal, y también en la televisión catalana.

Lo primero que faltaba era un análisis nítido que estableciera cuándo una mayoría de votos en una cámara legislativa es realmente una mayoría o no.

La segunda era una discusión de la responsabilidad que tiene el nuevo presidente del Gobierno de ser el primer ministro de ‘todos los españoles’.

Quienes hemos seguido de cerca las vicisitudes de la política catalana estos últimos años entendemos la gran importancia de estos elementos. ¿Por qué? Porque hemos escuchado con atención las palabras de Arrimadas, Iceta, Domènech y tantas y tantas voces del firmamento mediático que reciclaba sus ideas sobre estas cuestiones.

 

¿No os acordáis?

¿No te acuerdas de que el primero de octubre más de 2.044.000 personas (y quién sabe cuántas más teniendo en cuenta la enorme cantidad de papeletas robadas y destruidas por las fuerzas del Estado) votaron por la independencia y nos dijeron y repitieron que no indicaba nada sobre las preferencias mayoritarias de los catalanes?

De acuerdo, de acuerdo. Admito que el referéndum de octubre no tenía el sello de aprobación de los órganos de la “democracia consolidada” del reino de España y que, por ello, mucha gente podía dudar de la ‘bona fides’ como indicador de los sentimientos genuinos del pueblo.

Pero, en el caso de las elecciones de 21-D, este contraargumento se desvanece por completo. Eran elecciones controladas (hasta el punto de ejercer un control de los colores de la indumentaria de los ciudadanos y de las luces en las fuentes publicas) completamente por los aparatos de la “democracia consolidada”.

Pero en los seis meses largos desde de aquellas elecciones un grupo muy nutrido de políticos y analistas no han dejado de repetir que estos resultados no decían nada sobre las preferencias de la mayoría de Catalanes y que, además, hay una mayoría silenciosa de catalanes partidarios de continuar formando parte de España, y que esta mayoría -que curiosamente no sabía dirigirse a los colegios electorales en diciembre- ahora se siente amenazada por la ‘minoría’ de los catalanes que ganaron las elecciones.

Y cuando, finalmente, la coalición soberanista mayoritaria encontró -entre exilios inducidos, encarcelamientos extralegales y violaciones de las responsabilidades debidas del gobierno español- una fórmula para gobernar, muchas de las mismas voces que nos habían hablado de mayorías silenciosas empiezan a hablar de la responsabilidad que tiene el nuevo presidente de ser el presidente de ‘todos los catalanes’.

Mirando las sesiones de la moción de censura, que dicen que es un proceso insólito, grave e importante en una “democracia consolidada”, no escuché ni una sola pregunta sobre si los 180 votos sobre 350 obtenidos por la oposición al gobierno de Rajoy realmente constituía una mayoría operativa. Tampoco escuché ni una exhortación sobre la gran obligación que tiene Pedro Sánchez de ser ‘el presidentes de todos los españoles’, empezando lógicamente por los seguidores del partido que acaba de desbancar del poder.

¿Quién puede explicar el pobre ‘guiri’ que escribe estas líneas, siempre reacio a cualquier tipo de pensamiento matemático o conceptual, cómo se puede entender la gran divergencia de criterios en estos dos casos?

VILAWEB