Poblaciones de Bizkaia al incorporarse a Nabarra

Tras la caída del Imperio Romano Occidental (s. V) y ante los ataques de los Pueblos bárbaros del norte como los hérulos o los visigodos, está arqueológicamente demostrado que los baskones volvieron a habitar las cuevas, buscando un refugio seguro. En la actual Bizkaia es el caso de Peña Forua (Forua), Santimamiñe, Sagastagorri (Kortezubi), Ereñuko Arizti (Ereño), Lumetxa (Lekeitio) y Goikolau (Berriatua). Además se constata la reocupación de los castros amurallados en los altos, en el caso de Bizkaia serían lugares estratégicos como el monte Malmasín (Arrigorriaga), sierra de Ganguren (Galdakano) o las faldas del monte Oiz en el duranguesado. Las primeras aldeas aparecen en Europa sobre al año 800, al bajar de nuevo la población de los castros amurallados. En esas fechas es cuando se abrirán claros en los bosques y en el litoral, pero éste último pronto se volverá peligroso por las incursiones normandas o vikingas. Es entonces cuando Bizkaia nació para la historia.

En la crónica neogótica de Alfonso III de Asturias escritas entre los años 886-909 (llamada también de Don Sebastián), es cuando se nombra por primera vez a Bizkaia (“Biscai”). El pasaje hace referencia a la vida del rey asturiano a Alfonso II el Casto (760-854), por tanto al período que sigue a la muerte del duque baskón Waifre a manos francas en el año 768 y la creación en el sur de Baskonia del reino nabarro, tras vencer los baskones en las Dos Batallas de Orreaga-Roncesavalles de los años 778 y 824 al ejército franco de Carlomagno y de su hijo Ludovico Pío respectivamente. En esa crónica asturiana se dice que Bizkaia, junto a Alaba, Orduña y Alaone (¿Aiala?), eran “tierras poseídas por sus moradores”, además de las tierras de lo que era entonces el núcleo de los baskones apodados “nauarri” en las crónicas francas desde el año 769: Berrueza, Deio y Pamplona.

“Alabanque, Bizcai, Alaone et Urdunia, a suis reperitur semper esse possessas, sicut Pampilona, Deius est atque Berroza.”

El historiador Fernando Sánchez Aranaz en su trabajo “De la tenencia de Álava a los condado de Oñate y Salvatierra”, acierta al decir que a finales del siglo VIII “las crónicas hispano musulmanas de la época señalan la frontera de Álava en la línea formada por los montes de Oña, montes Obarenes y sierra de Cantabria (sic), con los pasos de Pancorbo, Cellorigo y Bilibio. (…) A este Semen Garcés, conde de Álava, lo sitúan las crónicas carolingias, en 850, como embajador del rey de Pamplona en Verbería, en la corte del rey de Francia Occidental Carlos “el Calvo” (…)”. Por tanto, Alaba es la frontera sur entre musulmanes y los baskones cristiano-paganos del reino de Nabarra en los siglos IX-X, quedando el territorio de Bizkaia libre de los ataques musulmanes y francos.

En los siglos IX-X se recompone el ducado de Baskonia desde el sur como reino de Nabarra (al principio denominado de Pamplona), y entra en la historia Bizkaia coaligado al mismo. De estos oscuros siglos se encuentran dispersas por toda la geografía bizkaína sepulturas y necrópolis, así como piedras pertenecientes a lápidas o tumbas reutilizadas en ermitas posteriores con una mayor concentración en el duranguesado en las faldas del monte Oiz, lo que da a entender una mayor población en esa comarca que entonces se hallaba fuera de la Bizkaia nuclear.

Las construcciones de las primeras casas en esas aldeas altomedievales eran de madera y se las denomina “caserías”. Tenían techos de brezo y arbustos y las paredes de madera, por lo que no se han conservado, aunque sí se han encontrado restos de sus asentamientos en el suelo sobre la roca cerca de la parroquia del municipio costero de Gorliz, en las proximidades de la ermita de San Adrián de Elorrio (Argiñeta) o en los cimientos del caserío de Berriz de nombre Besoitaormaetxea con restos del siglo XI sobre los que se asienta el caserío actual del siglo XV-XVI. Son estas caserías el precedente de los posteriores caseríos baskones, donde la vivienda de las personas comparte techumbre con las cuadras de los animales domésticos e incluso sirve la casa de cementerio o sepultura bajo su “techo”, por tanto eran mucho más que un simple hogar.

(Evolución de una casería a un caserío, Besoitaormaetxea de Berriz)

(Prototipo de poblado Alto Medieval de Bizkaia. Foto “Erdi Aroko Artea/Arte Medieval -Bizkaia- de la Diputación de Bizkaia)

 

La primera documentación sobre una “casería” es de finales del siglo XIII en la entonces capital bizkaína Bermeo, se trataría de la familia de Sancho de Galdakano asentada en la entonces en la capital o cabeza de Bizkaia. Los caseríos en su forma actual, primero de madera o caserías y después con las esquinas de mampuesto o incluso de sillería para predominar casi totalmente la piedra (con o sin entramado de madera), se empezaron a construir sobre los siglos XI-XII, imitando sus formas a la de los hórreos o “garaizak”, pues los primeros caseríos serían hórreos con sus bajos tapados por maderas para cerrar el espacio de la vivienda. Los hórreos se conocen desde época romana como “granjería sublimia”. La primera noticia de un hórreo que se tiene es su descripción por Marco Terencio Varrón, jefe del ejército pompeyano en el s. I a.C. : “Otros construyeron en sus campos unos graneros suspendidos sobre el suelo, tal como en la Hispania Citerior (…)”. Por tanto, cabe hablar de una evolución natural en el tiempo de la construcción popular baskona, el arqueólogo A. Llanos decía en su trabajo al respecto: “es fácil reconocer en las construcciones de nuestros pueblos y caseríos actuales unas técnicas (aparejos, de mampuesto, adobes, manteados de barro y entablamentos) exactamente igual que los utilizados en aquellos poblados de los que nos separan aproximadamente 3.000 años”.

(Cementerio de San Juan Bautista de Momoitio en Garai)

 

En Garai en el duranguesado, tenemos uno de los primeros cementerios comunales medievales de que da servicio a un pequeña población de esas primeras caserías en las laderas del monte Oiz. La posterior iglesia de San Miguel Arcángel fue reconstruida en el siglo XVI sobre otra anterior, por tanto tiene una de las primeras advocaciones baskonas llegada desde Aralar en el siglo XI; es además parroquia pero depende de la de San Torcuato de Abadiño. Al alrededor de esta parroquia se ha hallado una necrópolis, la cual es el paradigma de las “necrópolis de Oiz” o del duranguesado. Tiene esta necrópolis o cementerio una variedad extraordinaria de sepulturas de fosa cubierta con una o varias losas, en lajas etc. En el 1793 tenía la ermita 29 sepulturas en su interior, del siglo XI y anteriores, según el escribano e historiador Juan Ramón Iturriza natural de Berriz que da testimonio de las mismas.

También en Garai, en los alrededores de la ermita de San Juan Bautista de Momoitio (reconstruida totalmente siglos después), hay 113 sepulturas de los siglos II al XIV. Se han hallado 14 estelas funerarias e incluso terra sigilata de época romana, 3 anillos y 25 cuentas de collar, enterramientos con ritos paganos (hogueras y cenizas sobre todo) y cristianos. En época romana, sobre el siglo II después de Cristo, en este entorno de San Juan de Momoitio se asentó una población probablemente tras la desocupación del cercano recinto fortificado de Tromoitio, sito sobre el actual Garai, que hasta ese momento les había servido de resguardo y de hábitat. Sería una de las necrópolis alto medievales más importantes del duranguesado y de Bizkaia. Gracias a éstas estelas anafóricas de las tumbas, conocemos los nombres de algunos de los primeros habitantes de Durango: Aostarri, Hoitarri, Munnio, Sempronio o Anterazoni (nombres euskaldunes y latinos por tanto).

(Foto “Erdi Aroko Artea/Arte Medieval -Bizkaia- de la Diputación de Bizkaia)

 

Estas primera poblaciones altomedievales se asentaron sobre las tierras comunales del “saltus vasconum”, pero, desde al menos el siglo IX, se empezaron a crear lo que se llamaban “korta”, “(x)sala” o “sarobe”, y en Castilla ser llamó “sel”, que no era más que un prado con una piedra en medio como señal de que una familia y su ganado apacentaba en ella. En un principio no era símbolo de propiedad sino un simple derecho de pasto frente a las construcciones temporales y pastos de paso anteriores: “terrenos pacederos en círculo perfecto que tienen en su centro un mojón llamado piedra cenizal”, y que también comprendían un albergue o borda y una arboleda de donde se suministraba la familia de leña y de diversos frutos naturales como la castaña, la nuez, la avellana o la bellota (“Historia de Euskal Herria Tomo II”). La situación cambió en los siglos XI-XII, cuando la propiedad de los seles pasó a manos de los monasterios, infanzones o parientes mayores -aunque los explotaba el pueblo-, pero no se cerrarán los mismos hasta el siglo XV cuando ya son totalmente privados y aparece el caserío moderno.

«No puede ni debe buscarse la existencia de un caserío originario» ya que surgen de manera conjunta, por centenares, en la última década del siglo XV (1490-1500), explica el arquitecto Juan Ángel Larrañaga, uno de los autores del libro “La arquitectura del caserío en Euskal Herria”: «Esto no significa que no existieran caseríos anteriores a esta fecha, pero eran otro tipo de edificaciones, de pequeñas dimensiones y cada una con su función: una para vivienda, otra para el grano» (…) «hay que romper el mito de que los caseríos los construían los propios labradores. Es falso. Los artesanos, actuales arquitectos, que también hacían otro tipo de edificaciones, como catedrales, son los verdaderos constructores del caserío». Hoy existen 24 tipos de caserío vasco, 10 de ellos en Bizkaia. El caserío de piedra con la datación más antigua inscrita en su construcción es de Arrazola en el valle de Atxondo en el duranguesado a las faldas del monte Anboto: “esta obra hizo Pedro de Abelelde D. Ribe t Aremiano MDXIX (1519)”. La principal característica del caserío o “baserri” (baso+herri= tierras en el monte) es la autosuficiencia.

(Mallabia, tumbas altomedievales de San Juan Goitia)

 

En el anterior artículo “Nabarra cristianizó Bizkaia”, hemos visto como no hay mención documental altomedieval alguna sobre cristianos en Bizkaia, y tan sólo una inscripción arqueológica incisa sobre una tumba de piedra. Tampoco hay testimonio documental o arqueológico de templos cristianos hasta que en el siglo XI Sancho III “el Mayor” primero y su hijo Sancho Garçea “el de Nájera” después, mandaron emprender una actividad litúrgica y constructiva frenética desde los cenobios interiores de los monasterios de San Juan de la Peña, San Salvador de Oña y San Millán de la Cogolla, con los obispados de Veleia, Armentia, Valpuesta-Auca, Nájera y Calahorra.

(Revista AVNIA, cruz patada inusual en la iconografía medieval bizkaina, usada por la familia real Nabarra desde Eneko Aritza)

 

Las primeras poblaciones estables que aglutinaron a los primeros bizkaínos, quedan atestiguadas por los restos arqueológicos hasta ahora encontrados de necrópolis y sepulcros probablemente paganos, así como la reutilización de sus lápidas o piedras incisas anafóricas o no en las primeras construcciones románicas nabarras con una simbología común y similar a la prerromana, justo cuando Bizkaia entró a formar parte importante del reino baskón creado por Eneko Aritza, vencedor en la Segunda Batalla de Orreaga-Roncesvalles frente a los francos, según las crónicas árabes y cristianas.

Estas primeras ermitas se construirán en los centros de reunión de las Juntas Vecinales que se celebraban siempre cerca de un árbol referencial, quedando constancia de la existencia de muchos de ellos desperdigados por toda la geografía bizkaína (normalmente un roble o una encina, pero podía ser un avellano como en las Enkartaciones): Morga-Aretxabalagana, Errigoiti-Idoibalzaga, Gederiaga, Gezur Aretxa en Galdakano, el árbol de Gernika en Luno, pero también en la Abellaneda, Orozko, Luiando etc. Convirtiéndose con el paso del tiempo en el centro de referencia de la que surgirán las ledanías o cofradías de las que hablaremos en el siguiente artículo, origen de las actuales anteiglesias y las posteriores villas de Bizkaia en el siglo XI y XII, cuando acabe de configurarse casi totalmente la organización política de Bizkaia.

Basándome en esas necrópolis, sepulturas, cuevas habitadas, restos de castillos y caserías, un listado aproximado de los núcleos de población de Bizkaia ya formados para el siglo X antes de la irrupción del cristianismo (aunque se va ampliando año a año), sería el siguiente:

 

Ibaizabal-Nervión:

– Galdakano: lápidas de Obispoetxe y otra piedra sepulcral fuera de contexto en San Asentzio de  Bekea.

– Arrigorriaga: San Pedro de Abrisketa (a la que también pertenecen las lápidas de Santa María) y el Castillo de Malmasín.

– Basauri: ermita de San Martín de Finaga.

– Zaratamo: lápidas de la ermita de la Ascensión (anteriormente Arrigorriaga) y de San Lorenzo de Zaratamo.

– Amorebieta-Etxano: San Bartolomé en Etxano, San Juan Bautista, Sarasua y San Vicente de Bediaga.

(Lápida altomedieval de Bekea, Galdakano)

 

Valle de Arratia:

– Zeanuri: San Urbano de Urkia, Santa Lucía de Altzusta, San Miguel de Altzusta, San Juan Bautista de Arzuaga, San Lorenzo o Lontxo de Otzerinmendi.

– Iurre: ermita San Cristóbal y Santa Lucía de Elgezua.

– Lemona: ermita San Pedro de Elorriaga.

– Dima: piedra hallada en el barrio de Lamindano.

– Artea: lápidas de la ermita de San Miguel de Elejabeitia.

(Foto “Erdi Aroko Artea/Arte Medieval -Bizkaia- de la Diputación de Bizkaia)

 

Txorierri:

– Larrabetzu: en Zarandona y en la ermita de San Emeterio y San Celedonio de Goikolejea.

– Zamudio: ermita de San Bartolomé de Berreaga desaparecida en el siglo XIX, se trasladó su advocación a un nuevo templo construido en el siglo XVIII en el barrio de Geldo (Zamudio), en plena ladera del monte Berreaga.

(Foto “Erdi Aroko Artea/Arte Medieval -Bizkaia- de la Diputación de Bizkaia)

 

Uribe:

– Morga: ermita de San Esteban Gerekiz en Aretxabalagana, San Martín de Morga y San Juan Bautista de Ganbe en Meaka.

– Gamiz-Fika: en la ermita de San Pedro de Fika.

– Muxika: estela discoidal en el caserío Aitzerrieta de Gorozika.

– Errigoiti: sepulcro altomedieval entre Santa María de Idoibaltzaga y el cementerio próximo, además de una piedra incisa en Santa Cruz de Bizkaigane de Metxikas.

– Maruri: piedra hallada en el cementerio.

– Gorliz: Larraganena.

– Meñaka: Andra Mari de Meñakabarrena y de Mesterika.

(Gerekiz, Museo Arqueológico, web www.Eleizmuseoa.com)

 

Urdaibai:

– Bermeo: castillo de Zarragoitxi.
– Ereño: en el castillo de Ereño, hoy ermita de San Miguel y la cueva de Arizti.

– Forua: cueva de Peña Forua.

– Kortezubi: piedra labrada con diferentes símbolos solares reutilizada en la ermita de Santimamiñe y la cueva de Sagastagorri.
– Mendata: posibles restos en San Miguel Arcángel de Mendata existan también restos.
– Gautegiz-Arteaga: San Lorenzo de Isla en Arteaga (Foto):

(Ermita de Ereñotzar, antiguo castillo nabarro)

 

Lea-Artibai:

– Munitibar-Arbatzegi-Gerrikaitz: Santa Lucía de Garai en Gerrikaitz.
– Berriatua: Santa Maria Magdalena de Arantzai.
– Zenarruza: en la colegiata.

– Bolibar: en Arta, necrópolis sin excavar.

– Munitibar: ermita de San Juan de Totorika.

– Markina-Xemein: en Iturrieta.

– Lekeitio: Lumetxa.

(Foto “Erdi Aroko Artea/Arte Medieval -Bizkaia- de la Diputación de Bizkaia)

 

Duranguesado en:

– Castillo de Astxiki sobre el monte del mismo nombre (Abadiano).

– Garai: en las ermitas de San Miguel Arcángel y San Juan Bautista de Momoitio. El conjunto sepulcral más interesante junto con el de Argiñeta de Elorrio, excavado recientemente.

– Iurreta: en las ermita de Andra Mari de Goiuria, San Cristóbal de Gaztañatza, San Mamés de Garaizar e Iglesia de San Miguel.

– Berriz: en las ermitas San Juan Bautista de Murgoitio, San Juan Evangelista, Santa María de Andikona, ermita de San Pedro y San Fausto en Eiatua, San Pedro de Legaño.

– Abadiño: en las ermitas Andra Mari de Muntsaratz, Santa Eufemia de Irazola, San Miguel de Irure, San Torcuato de Abadiño y en San Martín de Gaztelua en Santamañezar.

– Atxondo: en las ermitas de San Pedro de Apatamonasterio, Santiago Axpe, San Martín de Marzana y San Juan de Axpe.

– Elorrio: en las ermitas de San Adrián de Argiñeta, Andra Mari de Gazeta, San Esteban de Berrio, Santa Eufemia de Santamañazar, Santa Catalina de Berriozabal, San Bartolomé de Miota, Santa Cruz de Memaia, Santa Marina de Memaia, Santo Tomás de Mendraka.

– Izurza: en la ermita de Saniurgi de Bitaño y en Santa María.

– Mallabia: en las ermitas de Santa Maria y Nuestra Señora de la Asunción, San Juan Bautista de Zengotita, en Goitana.

(Mendraka. Foto “Erdi Aroko Artea/Arte Medieval -Bizkaia- de la Diputación de Bizkaia)

(Conjunto de sepulturas de Argiñeta en Elorrio)

 

Margen izquierda del Ibaizabal-Nervión y Enkartaciones:

– Zierbana: necrópolis tardorromana y alto medieval de Ranes.

– Karrantza: necrópolis de San Esteban de Karrantza y escultura en San Miguel Arcángel de Ahedo

(Foto “Erdi Aroko Artea/Arte Medieval -Bizkaia- de la Diputación de Bizkaia)

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