Patria o democracia

El general Juan Antonio Chicharro declaraba hace unos días que “la patria vale más que la democracia”. Venía a decir, pues, que existe una contraposición entre la patria tal como él la concibe -una España previa a la idea misma de democracia, eterna e indisoluble, que no puede ser objeto de votación- y la aplicación de los métodos y los valores democráticos. Y entre la patria y la democracia, él elige la patria. Obviamente, estoy absolutamente en desacuerdo con su elección. Pero estoy bastante de acuerdo con los términos. Diría que Chicharro es de las personas que lo han planteado de una manera más clara: si se tiene de España una concepción metafísica de patria indisoluble, de la que formas parte tanto si quieres como si no quieres, impermeable a las urnas, entonces tienes que elegir entre esta idea y la democracia. Son los términos de la elección. Si España, en nombre de esta concepción de patria, niega la posibilidad de una consulta a los catalanes sobre su futuro, está renunciando a los valores democráticos.

Fijémonos en los términos que salen y en los que no salen en esta contraposición. Salen patriademocracia . No salen España ni independencia ni Cataluña ni ley ni Constitución . Y creo que este es el acierto. El tema no es la independencia de Catalunya. No es ni siquiera la unidad de España. Podríamos ir a un referéndum en Cataluña, que ganara el no y que España se quedara tal como es ahora. Esto sería del todo democrático. Por lo tanto, la unidad de España es compatible con la democracia. Lo que no es compatible con la democracia es la unidad obligatoria, la indisolubilidad metafísica de la nación española. Si se vota la independencia de Cataluña, en nombre de la democracia, la idea de patria del general Chicharro -¡pero también de la Constitución española!- Habrá sido traicionada, salga lo que salga. Porque en su concepto lo esencial no es que la unidad de España se mantenga -entonces se dedicaría a hacer campaña por el no en el referendo catalán- sino que la unidad de España no se pueda discutir ni votar, y por ello el que se dedica es a impedir la consulta. Querer que salga el no es compatible con la democracia. Impedir que se vote no lo es. Obliga a la elección que hace el general.

Un término que no sale en la elección del general Chicharro es la ley. Es curioso, pero me parece bien visto. Curioso, porque lo que nos hablan a todas horas es de la ley, que el referéndum no se puede hacer porque la ley lo impide. Pero la ley no es uno de los términos de la elección. La ley es precisamente el resultado de la elección. La ley no es el valor supremo. Leyes ha habido siempre, en democracia y en dictadura. Afortunadamente, la Transición se hizo contra la ley (franquista). Lo que es un valor a defender es la ley democrática. Y una ley no es democrática sólo por el hecho de ser votada -Franco ponía algunas leyes a referéndum-, sino como más principios democráticos encarna. En este sentido, el concepto de patria que hay en la ley, a la Constitución, es el mismo que tiene el general Chicharro, algo axiomáticO, fundamental, indisoluble. Que es impermeable a la democracia. Que permite que el 75 por ciento de los representantes libremente escogidos de un territorio pidan poder decidir su propio futuro y les niegue esta posibilidad en nombre de la ley.

Patria (entendida así) o democracia. Es la elección que nos propone el general Chicharro. Y él elige. Pero no es el único que elige. Quizás es el único que lo dice claro. Cuando se utilizan los aparatos del Estado contra los que piden la consulta, cuando se hace dimitir un fiscal general por haber dicho que la gente debe poder decidir legalmente, cuando se quiere sacar validez a un acuerdo adoptado en el Parlamento de Cataluña por amplísima mayoría, cuando en definitiva se quiere impedir por todos los medios que los catalanes sean consultados sobre qué futuro quieren, el Estado está defendiendo una idea de patria al precio de bajar escalones de calidad en la democracia. Tiene razón el general Chicharro. En este proceso, España se juega la democracia. Tiene derecho a defender democráticamente la unidad de España, de intentar convencer a los catalanes que ésto es lo que les conviene. Pero si lo que hace es blindar una idea de patria de manera que no sea ni discutible ni opinable, si niega la posibilidad pacífica y democrática de decidir de un territorio cuando la inmensa mayoría de sus representantes lo piden y cuando la mayoría de sus ciudadanos lo han dejado claro a través de su voto en las elecciones, está eligiendo entre patria y democracia. Y lo que elige no es la democracia.

 

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