Monumento, símbolo, propuesta

En una ciudad en que hemos asistido a la destrucción de su patrimonio histórico, sorprende el interés en mantener un elemento arquitectónico distorsionador. Añoro el proyecto urbanístico de Serapio Esparza que cerraba el segundo ensanche de Iruña mediante un amplio parque abierto a las panorámicas de Iruñerria. Era mucho pedir a gentes que ven en los aluviones de nuestra cuenca solamente espacio susceptible de cemento. Por lo demás ¡Qué pierde el arte universal de desaparecer un cupulone de diseño degradado, lamentable mixtura entre el Panteón romano y el teatro stalinista de Novo Sibirks! Una planta central en la base, en forma de cruz; ni sala de conferencias, ni de baile, aunque el agujero pudiese servir de urinario ¿Tal vez como hicieron los iraníes con el Mausoleo del Sha?

La simple desaparición del Monumento a los Muertos en la Cruzada puede no ir más allá de un gesto, pero la permanencia hasta hoy del mismo evidencia valores y proyectos políticos en hibernación de parte de sus valedores. Peor todavía; es el convidado de piedra que nos recuerda la superficialidad de la presunta transformación del sistema jurídico implantado por Franco. Porque seguimos en la legalidad franquista ¿No es cierto? ¿Qué autoridad soberana, o texto jurídico primordial -Constitución- ha declarado fuera de la ley el poder instaurado por los protagonistas del Alzamiento de 1936? A decir verdad, la desaparición sin más de este símbolo no me moverá a dar por finiquitado el Franquismo. La pervivencia de este equipamiento urbano expresa el poder que ejercen de facto en la presente situación quienes añoran aquella forma de Dictadura, a cuarenta años vista de su presunta desaparición. Ingenuidad supina parece pretender que esta gente asuma valores que contradicen sus planteamientos. Sostener únicamente el desmantelamiento del frente sur de la plaza que fue diseñada para acoger ese monumento, no nos liberará de las propuestas de reconstitución del viejo Régimen de la Dictadura, y renombrar -sin más- ese espacio con el etéreo nombre de la Libertad tampoco aclara el panorama. Difícil parece la convergencia en un punto que para unos es igualdad, respeto y tolerancia y para quienes levantaron el conjunto arquitectónico es imposición y sujeción del contrario. El consenso es posible en la identificación de valores. Son buenos el Trabajo creativo y la Libertad que reconoce al contrario; pero es terrorífico el planteamiento nazi de tales principios que denomina libertad a la destrucción de quien es considerado ajeno al propio grupo humano y al disidente.

El espacio que conforma la Plaza que enmarca el monumento, carece de solución formal y es de difícil reconversión desde una perspectiva simbólica. Su construcción supuso el cambio de función de un espacio que mantenía abierta la ciudad hacia lo natural, mediante la transición de un parque apacible. La transformación en plaza de estética militaroide, encuadrada entre sus crujías cuarteleras y culminada con la cúpula y fachada de sobriedad exacerbada y amenazante del Mausoleo que parece buscar el sometimiento de quien la contempla resulta inútil. ¡Cualquier intervención que aleje la imagen de la finalidad a que se dedicó en principio está de más! Únicamente el esfuerzo que supone el desmantelamiento del conjunto me lleva a plantear que la reconversión se limite a la desaparición del monumento. La ciudad puede así ganar cierta perspectiva hacia el exterior. Tal vez fuese posible cerrar el hueco mediante la prolongación de la galería arcada, que deja ver el arbolado posterior.

Pero, en definitiva, a pesar de considerar interesante la liberación de nuestros callejeros de la onomástica y simbología de la Dictadura, siento en ocasiones que el interés de algunos en esta transformación no suponga otra cosa que un simple blanqueo de la realidad político y social en la que vivimos; en tanto los planteamientos autoritarios siguen siendo una realidad patente en gentes e individuos a quienes se reconoce como adecuados para formar parte de una sociedad que se afirma libre y democrática. Todo ello a pesar de la disposición que mantienen para obstaculizar la recuperación de la libertad e igualdad de sus congéneres, cuando impiden que nuestra sociedad pueda liberarse de tantas trabas como quedan implantadas por la Dictadura.